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Rota

Hasta siempre, amigo Manolo

Vale más un amigo que te hace llorar con la verdad que aquel que te hace reír con la mentira

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Decía la sevillana de amigos de Ginés “algo se muere en el alma cuando un amigo se va". Cuánta razón llevaba el texto de la sevillana… ayer nos dejó para siempre un roteño lleno de sensibilidad y buen hacer para con sus conciudadanos.

Me acerco a ese lugar de encuentro denominado bar "el Pirri" y la mesa bajo el televisor está sola,una silla vacia, allí pase muchas mañanas dialogando, escuchando, recibiendo lindos consejos de mi amigo Manuel Pacheco siempre acompañado de su perra Chispa fiel acompañante que lleno junto a él muchas horas de disfrute y soledad. Su sensibilidad y su manera de entender cada frase y analizarla a su vez de manera sosegada y tranquila,le llevo a buscar  la parte positiva de las cosas y valorando en su justa medida cada opinión recibida. A sabiendas de su vinculación política no embano perteneció a esa estirpe de concejales que abrieron de par en par las puertas de la democracia en nuestra villa codeándose con políticos de primera línea regional y nacional y a su vez manteniendo su impronta de alocución sencilla y cercana. No quiero olvidar esas tertulias televisivas junto a su amigo Máximo “el de la Pipa” dando muestras inequívocas de sus respectivas opiniones políticas del dia a dia de nuestra localidad

 Fue a su vez un roteño independiente en sus ideas, en cada respuesta conociendo cada momento político de la actualidad local, regional y nacional y aportando en ese diálogo fluido su opinión cuyo peso específico tenía mucho que ver con la realidad.

Todo un personaje fuera y dentro de la base, popular, humano y comprensivo, amigo de sus amigos y polivalente en cuanto actividades laborales.

Era roteño, claro que sí, de esa amplia estirpe de roteños que es combinación de trabajo y de sosiego siendo todo un gran símbolo de ciudadanía y apoyo a cuantas personas necesitaron de su buen hacer. 

Pregunté en el bar del Pirri por qué la gente quería tanto a Manuel. La respuesta ya la sabíamos. Sencillo, cercano y con pequeños tintes de humor.

Manuel era alguien que había llegado con su verbo a compartir con las personas más sencillas momentos inenarrables, “es la de un hombre que guardó siempre su cultura popular llana y sencilla como sujeto del alma, de la imaginación, pero cuando se trataba de hablar de lo que pasaba a la gente sentía el impulso de las palabras directas”. Aún así, la metáfora de su vida, que siempre buscaron la paradoja, tiene también que ver con la lucha del hombre por su libertad, por sus ideas, por sus raíces.

Manolo solo fue obediente tan solo a las reglas que le dictó su conciencia cultural y humana; regalando con su buen hacer su defensa por  las libertades civiles a través de su garganta  alzándose con sencillez en ese ser estandarte de muchos y confundirse con lo que la humanidad quería. Manuel Pacheco nos dejó para estar en esas marismas azules del cielo “desde donde marcara una pauta de seguimiento” en cada tertulia matinal ruidosa, cadenciosa y graciosa, del bar de sus amores, de su bar, de esa esquina que recorría cada dia desde su morada hasta ese aposento de descanso donde el café de la mañana era de obligado cumplimiento.

Una amistad no crece por la presencia de las personas sino por la magia de saber que aunque no las volveras a ver las llevas en el corazón. Por eso vale más un amigo que te hace llorar con la verdad que aquel que te hace reir con la mentira… Te echaremos de menos.

 

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