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¿Existió otra Humanidad?

En nuestro planeta, a lo largo y ancho del mismo, hay diseminadas pistas que nos muestran como pudo haber existido una Humanidad antes que la nuestra…

  • Cómo llegaron los dogon a conocer su existencia era un misterio para los antropólogos franceses. -

En nuestro planeta, a lo largo y ancho del mismo, hay diseminadas pistas que nos muestran como pudo haber existido una Humanidad antes que la nuestra…

¿Es posible?

Sirio B y los dogones de Mali

Los dogon son una etnia africana que habita en la región central de Mali y en el sur de Níger. Son un pueblo pacífico de pastores, agricultores y artesanos que viven en casas de adobe, pero, a pesar de la relativa sencillez de su cultura, parecen poseer desde tiempo inmemorial una serie de conocimientos astronómicos desconcertantes para la ciencia moderna.

Entre 1931 y 1956, los antropólogos franceses Marcel Griaule y Germaine Dieterlen convivieron con los dogon, llegando a ser aceptados por su comunidad e iniciados en sus tradiciones. Así descubrieron, entre otras cosas, la gran importancia que las estrellas tienen en los ritos y los mitos de este pueblo.

Según la cosmogonía dogon, el universo se originó a partir de una estrella muy pesada a la que llaman Po Tolo. Po Tolo es invisible, en el sentido de que no se puede ver mirando al cielo, pero gira en torno a la estrella más brillante del firmamento nocturno: Sigu Tolo, o, según su nombre occidental, Sirio. Esto resultó sumamente desconcertante para Griaule y Dieterlen, ya que Sirio efectivamente es un sistema doble, con una estrella muy densa e imposible de ver sin un potente telescopio, Sirio B, que gira en torno a su hermana Sirio A. Cómo llegaron los dogon a conocer su existencia era un misterio para los antropólogos franceses.

Además los dogon describían su órbita elíptica con bastante exactitud, y, por otro lado, también parecían poseer otros conocimientos sorprendentes, como que Júpiter tiene cuatro lunas y Saturno un anillo. Todos estos datos astronómicos, de adquisición relativamente reciente para la ciencia occidental, se hallaban imbricados en mitos supuestamente milenarios.

Más tarde se replicó a Griaule y Dieterlen que los dogon bien podrían haber adquirido esos conocimientos astronómicos a través de viajeros occidentales, aunque, si bien Sirio B había sido descubierta en 1862, su extrema densidad no fue tema de debate científico hasta 1920. Un año demasiado reciente como para que los dogon hubiesen incorporado ya ese dato a su mitología. Otra posible explicación consistía en que los propios antropólogos franceses hubiesen moldeado, intencionadamente o no, los mitos indígenas con sus preguntas, ansiosos por encontrar elementos que socavasen el etnocentrismo cultural europeo. Pero esto es difícil de demostrar, por lo que los conocimientos astronómicos de los dogon continúan rodeados de un halo de misterio.

En su polémico libro El misterio de Sirio (1975), Robert Temple plantea la hipótesis de que hubiesen adquirido esa información a través de antiguos visitantes alienígenas. Una idea deudora de las tesis de Erich von Däniken, en el cénit de su popularidad cuando Temple lleva a cabo la investigación y redacción de su libro. Él parte de los escritos de Griaule y Dieterlen y de sus propias indagaciones sobre el terreno. En un rito dogon del que es testigo cree encontrar la teatralización del aterrizaje de una nave espacial, y en los “nonmo”, unos seres míticos de las leyendas dogon, a extraterrestres provenientes de Sirio B, a los cuales atribuye aspecto pisciforme basándose en la representación gráfica que los indígenas supuestamente hacen de ellos.

Como es fácil de imaginar, las teorías de Robert Temple encontraron bastantes detractores. Además de reprochársele hacer interpretaciones interesadas de los mitos dogon, en los cuales se esforzaba por encontrar lo que de antemano buscaba, se le acuso de ocultar aquellos aspectos de los trabajos de Griaule y Dieterlen que podían perjudicar a su tesis principal. Lo cierto es que El misterio de Sirio no inspira demasiada confianza. Se trata de un libro áspero, un collage de elementos heterogéneos que a veces se pierde en disquisiciones más bien bizantinas, como por ejemplo su rebuscada explicación de unos dibujos que en realidad podrían significar cualquier cosa.

De esta historia tal vez debamos quedarnos con la aventura de Marcel Griaule y Germaine Dieterlen: adentrarse en el corazón de África para hacer preguntas a un pueblo en teoría primitivo, encontrando respuestas sorprendentes. Más allá de que al final esas respuestas sean misteriosas o no, escucharlas de primera mano debió de resultar una experiencia apasionante.

Pero hay más…

El misterio de Cnossos

En pleno Mar Mediterráneo, cerca de las escarpadas costas de Grecia, surgió un importante foco culturas entre el 2000 y el 1450 a.C., fue la cultura minoica de Creta y Cnossos el lugar de mil fábulas y bellas leyendas.

Hay muchos enigmas y misterios aun en torno a la cultura minoica, principalmente por que los vestigios escriturales que nos han dejado, o han sobrevivido, hasta nuestros días no han podido ser descifrados. Únicamente sabemos que aquella civilización minoica parecía provenir de Asia Menor hacia el año 7.000 a.C.

Pero no sólo es el misterio de su enigmático origen lo que entraña la cultura de Cnossos, también los aspectos sociales, urbanísticos, políticos… Los habitantes de Cnossos vivían alrededor de impresionantes palacios de enorme belleza y lujo, desde estos palacios se administraba el gobierno de la ciudad; y pese a su ingente riqueza no hay vestigio de murallas o fortificaciones...

Cnossos también esconde una bella leyenda: la del laberinto del Minotauro y de cómo Teseo vence al monstruo con la ayuda del hilo de Ariadna.

Descripciones del  rico palacio de Cnossos nos dicen que: “era un complejo que se disponía alrededor de un gran patio central. En el ala oriental estaban los aposentos, mientras que los almacenes en los que se acumulaban las riquezas se situaban en el ala contraria. En ese mismo lado se encontraban, además, los salones oficiales y la sala donde se celebraban las ceremonias públicas. Este gran palacio fue construido sobre la ladera de la colina donde vivió el rey Minos”.

Los textos de Cnosos no han podido ser descifrados, se desconoce lo que dicen esos escritos, tanto es así que Cnossos es el nombre que le damos en la actualidad, pero no quiere decir que fuera su nombre real pues hasta eso se desconoce… Fue Arthur Evans el que acuño la denominación de “civilización minoica”  en función de la leyenda del rey Minos.

En el yacimiento arqueológico de Cnossos se han hallado muestras de su cultura, así hay bellos dibujos que nos indican una particular práctica que era la de “saltar el toro“, seguramente  relacionadas con la religión minoica en la que se idolatraban a las divinidades femeninas. Su cerámica también representaba animales, flores y frutas, era su pasión por la Naturaleza.

En los sótanos de Cnossos se encontraron  restos de niños cortados con cuchillos, posiblemente sacrificios humanos, e incluso actos de canibalismo.

Pero hay un misterio más: su misteriosa desaparición. No se sabe cómo finalizó aquella brillante cultura mediterránea, si como consecuencia de un desastre natural, una invasión o una crisis interna… Pero desapareció súbitamente.

Posiblemente el fin de esta civilización sobrevino con la explosión, hacia el 1450 a.C. del volcán de la isla de Tera, ello provocaría un terrible maremoto, lluvia de cenizas e incluso terremotos en las zonas circundantes quedando todo cubierto por cenizas  como sucedió en Pompeya, los restos de la erupción llegaron incluso hasta Creta. Pero hay un nuevo enigma: la población tuvo tiempo de escapar.

Posiblemente Micenas acabó por dar el golpe de gracia a Cnossos, su enemigo natural…

En la actualidad Cnossos sigue planteando mil y un misterios, que aún no han sido satisfactoriamente resueltos.

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