Desde julio de 2020 hemos considerado la pandemia superada en distintas ocasiones. Sin embargo, la realidad es bien distinta porque estamos enfrentándonos a la sexta ola. A finales de enero se registraron en Europa, según datos de la Organización Mundial de la Salud, cerca de 12 millones de nuevos casos que es el número más elevado desde el inicio de la pandemia. En España se han cambiado las restricciones y medidas hasta 17 veces, pero los demás países europeos también han presentado este caos de gestión de la pandemia. Así Dinamarca ha sido el primero en eliminar todas las restricciones desde el 1 de febrero, siendo obligatorias esas restricciones para los no vacunados. Suecia ha hecho lo mismo recientemente y Finlandia está a punto de llevarlo a cabo. Noruega ha suprimido también la mayoría de sus restricciones. Reino Unido, que lo intentó con la variante delta pero tuvo que volver a poner restricciones, está a punto de dar el paso. Francia ha suprimido las mascarillas en exteriores y Alemania ha apostado por empezar a disminuir las medidas en marzo. Así las cosas, el caos es patente en Europa con decisiones individuales y poco consensuadas.
En el otro lado de este caos Austria y Grecia que han endurecido las medidas contra los no vacunados. Austria multará a aquellas personas que no reciban la vacunación porque lo considera la única forma de contener la pandemia. Parece ser que todo apunta a que, en los países más vacunados, solo se exigirá el certificado de vacunación y de hecho la Comisión Europea lo ha prorrogado hasta junio de 2023. La experiencia es un grado y algo hemos aprendido con las 5 olas previas. Existe una alta tasa de población vacunada, una gran cantidad de contagiados, una estacionalidad invernal de la enfermedad y una menor gravedad de la variante ómicron que permite un cambio de estrategias y medidas. La pandemia nos ha dado una tregua por el descenso de los casos, pero solo se mantendrá si la inmunidad se preserva, es decir, si continúan las campañas de vacunación y se vigilan las nuevas variantes protegiendo a la población más vulnerable.
La actual Covid 19 no es como una gripe, pero tampoco es la que comenzó hace más de dos años. No es una gripe por su todavía alta incidencia y de hecho es el virus más contagioso de la historia de las enfermedades transmisibles. Para que lleguemos a convertirla en endémica tiene que disminuir su contagio, su mutación y el número de defunciones.
Por tanto, debemos seguir con aquellas medidas que funcionan: aislamiento de positivos y sintomáticos, teletrabajo, limitación de eventos masivos, mascarilla en transporte público y locales cerrados, etc.
La gestión ha llegado a tal caos que hemos llegado al autodiagnóstico, autoaislamiento y autotratamiento, solo nos falta auto-operarnos. Mientras tanto los políticos siguen sin crear un sistema de Vigilancia de salud que permita hacer frente futuras pandemias y epidemias que, por desgracia, con el cambio climático y otros factores, llegarán y me temo que más pronto que tarde.