“La gesta” de las Cortes de Cádiz ha pasado a la historia como “un modelo romántico porque ni cortó cabezas ni fue seguido por un imperio invasor”. Con esta reflexión, el secretario de Estado para Iberoamérica, el Caribe y el Español en el Mundo, Juan Fernández Trigo, valoró el legado constitucional de 1812, que consagró “palabras nuevas para orquestar una nueva convivencia”, como soberanía nacional, división de poderes o felicidad de la nación.
“Un grupo de personas asediadas militarmente por el ejército napoleónico y por la fiebre amarilla” se reunieron para promulgar “un texto de enorme trascendencia para la historia política”, apuntó en su intervención en una sesión plenaria sobre la influencia de la Constitución de Cádiz en América, junto al director de la RAE, Santiago Muñoz Machado y los juristas Pablo Ruiz-Tagle (Chile), Fernando Serrano Migalló (México) y Allan Brewer-Carías (Venezuela).
En este sentido, destacó que, pese a su vigencia “muy breve”, apenas seis años en total, tuvo una enorme influencia política, tanto en las constituciones de las incipientes naciones iberoamericanas como en Europa, “influyendo en las ideas constitucionales portuguesas, en el surgimiento del Estado italiano e incluso en Rusia”.
“Todo el modelo constitucional posterior, español o americano, ha tenido de un modo u otro a Cádiz como referencia”, señaló, por su parte, Muñoz Machado, quien remarcó que 54 de los 185 diputados de las Cortes gaditanas representaban a las colonias al otro lado del Atlántico.
El texto “instaló las ideas que se necesitaban para el futuro, aunque en la práctica política no tuvo suficiente energía para que esas nuevas formas se asentaran definitivamente”, apuntó Ruiz-Tagle. En cualquier caso, Serrano Migalló concluyó que “los sufrimientos y la sangre de todos los que lucharon por Cádiz nos deben servir a nosotros para luchar por esos ideales”.
