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El Loco de la salina

Que no se enteran

Los palmeros se han vuelto locos como nosotros y tienen las palmas de las manos dormidas de tanto chocarlas

Publicado: 23/06/2024 ·
19:47
· Actualizado: 23/06/2024 · 19:47
Autor

Paco Melero

Licenciado en Filología Hispánica y con un punto de locura por la Lengua Latina y su evolución hasta nuestros días.

El Loco de la salina

Tengo una pregunta que a veces me tortura: estoy loco yo o los locos son los demás. Albert Einstein

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Me refiero a esos que, cuando hablan, lo hacen con un lenguaje cansino, tedioso, aburrido, pesado, cargante, jartible, repetitivo…, pero no se cansan, ni se enteran. Eso de niños y niñas, ciudadanos y ciudadanas, miembros y miembras, señores y señoras…, nos parece a los locos que está pensado para llamar la atención y poder arañar los votos de las mujeres, porque aquí, no nos vamos a engañar, se trata de conseguir votos de donde sea para seguir como sea en el butacón. Ya de paso los locos volvemos a repetir que los políticos, sean del partido que sean, deberían estar en el poder 2 legislaturas más o menos. Y después, a sus respectivas casas que es donde hacen más falta. Lo mismo deberían legislar para que nadie esté en este manicomio más de cuatro días, lo cual sería de agradecer. Pero no, los políticos tratan de seguir eternamente, si es posible, porque dicen que lo hacen por el pueblo. Total, que no se van ni con aceite hirviendo. Por cierto, menudo pelotazo con la bajada del aceite. Baja 50 céntimos el litro y hay gente que se ha puesto a bailar de alegría, porque van a poder llegar mejor a fin de mes. Los palmeros se han vuelto locos como nosotros y tienen las palmas de las manos dormidas de tanto chocarlas. Muchos políticos están ahí porque nadie les ha exigido ningún tipo de preparación, por lo que solamente saben aplaudir y reírle las gracias al jefe. Pero volvamos a lo que íbamos.

Eso que llaman lenguaje inclusivo es una tomadura de pelo, un invento demagógico, que roza el analfabetismo más puro y pertinaz. Son aberraciones que persiguen abarcar más de lo que un idioma tan rico como el español puede admitir. Por eso, me voy a permitir poner aquí un poema que se le atribuyó a Cervantes, pero que es de Roberto Santamaría-Betancourt. Ya sabemos que los políticos guay no se bajarán del burro, porque hay que buscar los votos hasta lo más profundo y rebuscado del idioma o de lo que se encarte. Y mientras yo sigo aquí en el manicomio, ellos continúan fuera violentando nuestro idioma por la misma cara y con el mayor de los atrevimientos. El poema dice así:           

Se ha extendido una manía

entre los parlantes ladinos

de acuñarle el femenino

a quien nunca lo tendría,

si no tiene dío el día,

y el trigo no tiene triga,

ni existen las gobernantas,

tampoco las estudiantas,

ni hormigo entre las hormigas.

Aunque lo intenten comprar

con millones y millonas,

un trono no tiene trona,

ni jaguara has de llamar

a la hembra del jaguar.

Y, aunque el loro tenga Lora

y tenga una flor la flora,

mi lógica no se aplaca:

no tienen vacos las vacas,

ni los toros tienen toras.

Aunque las libras existan,

con los libros no emparejan

y tampoco se cotejan

suelos, que de suelas distan.

Por mucho o mucha que insistan

mi mano no tiene mana,

no tiene rano la rana

y foco no va con foca,

¡ni utilizando por boca

al masculino de Ana!

Tengan muy buenas tardes señores. Y no digo señoras a sabiendas de que la mayor parte de ellas se sienten incluidas en nuestro deseo de que sea todo el mundo sin excepciones el que tenga muy buenas tardes.

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