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España

¡Y quieren que pongamos buena cara...!

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Entre Solbes y Zapatero, Zapatero y los demás, nos están montado un cuadro de ruina que nos va a costar mucho redimir; o que no vamos a poder y España quedará desintegrada en sus taifas, sin fondos para nada y, lo que es peor, muchísimo peor, desnaturalizada, destruida como Patria, como unidad nacional (la primera y la que fue más poderosa nación de Europa). Escuchad, si lo dudáis, el acuerdo que ha tomado el Consejo de Ministros (que no es consejo por su mala calidad, ni es de ministros porque estos hacen todo menos administrar) del 26 de diciembre pasado, con el que al parecer han decidido terminar este año de males: “Acuerdo por el que se autoriza a la Comunidad Autónoma de Cataluña a realizar operaciones de préstamos en el exterior y emisiones de deuda pública a largo plazo (programa de emisiones de bonos y obligaciones) por un importe máximo de 1.880.370.000 euros”(312.867 millones de pesetas, ¡ahí es nada!).

Todos estamos enterados de que esa buena comunidad catalana va cien millas por delante del resto de las economías regionales en lo que se refiere a la sacaliña oportunista de los fondos del Gobierno español. ¿Es que Cataluña tiene distintas y muy superiores necesidades de fondos económicos que las demás? ¿Es que se trata de una región pobre que debe recibir más que ninguna otra para conseguir su despegue o desarrollo?
No, claro que no. Lo sabemos y se ha manifestado en la prensa y tertulias económicas por activa y por pasiva. Es una de las zonas industrializadas más ricas de España. Industrialización y desarrollo, por otra parte, que deben al prototirano Franco, que llevó todos los esfuerzos de ahorro y la inversión resultante, procedente de esas otras hoy empobrecidas hasta la ruina, a zonas como ésta y la vasca. ¿O creen vascos y catalanes que su desarrollo hubiera sido tal si, como presumen, el franquismo les hubiese odiado tanto como suponen gratuitamente? A mí sólo me cabe la explicación de que ese hombre nunca llegó a pensar que los desmanes separatistas de la República y aledaños se repetirían con las mismas premisas apenas muerto.

Por otra parte, me pregunto: a este Zapatero le estamos pagando un elenco de 644 asesores (creo que ni siquiera caben en la Moncloa). ¿Son tan malos que no han sabido desaconsejar semejante barbaridad? ¿O es que ni aparecen por allí?

Veamos: aceptar mediante acuerdo de un Consejo de Ministros que la tal Comunidad pueda adquirir préstamos a largo plazo en el extranjero es dar naturaleza de nación a la misma. Y ¿no es cierto que la emisión de deuda pública es una función que corresponde solamente a un Estado soberano? Llueve sobre mojado: podríamos presentar leyes, decretos y reales decretos, acuerdos ministeriales que han desarrollado poco a poco esta entelequia de que Cataluña es una nación independiente. Hasta el punto de que los brutos que la gobiernan (Montilla, Pérez (a) Rovira y un largo etc.) han tomado el rábano por las hojas y se han decidido a espurriar fuertes sumas de dinero para poner… ¡embajadas en otros países!

¡Claro! Si les financiáis con neto superávit y a costa de la pobreza y ruina de otras de esas que llamáis “autonomías”, buscarán dónde invertir los dineros que les sobran a montañas y darán con soluciones tan festivas como esas.

Lo que está claro es que la riqueza que sobra en Cataluña está íntimamente ligada a su pertenencia a España: primero, porque es resultado del esfuerzo inversor de las zonas pobres a las que ahora insultan con sus abusos; inversor y humano: porque ese desarrollo no lo hubiesen logrado si no fuera a costa de la mano de obra del resto de España, mal pagada y explotada (nunca esos famosos sindicatos políticos se han ocupado de este problema). Pero es que, además, su desarrollo tiene mucho que ver con el consumo de sus productos en las demás zonas de España. Sus productos, engolfados por la especulación de las clases altas catalanas, no se hubiesen consumido en ningún país extranjero donde se encuentran de mucha más alta calidad y a precios mucho más razonables. De ahí algunos esfuerzos que se han hecho para evitar la escalada secesionista en campañas que nos inducían a no consumir productos catalanes ni vascos, que no son reprobables sino dignos de respeto por los fines que buscaban.

Cuando Cataluña corone su empresa separatista… ¿a quién venderá sus productos? Porque está claro que nosotros buscaremos esos bienes extranjeros de mayor calidad y menor precio. ¿O tendremos que soportar también entonces que nuestros gobernantes nos obliguen a consumir productos catalanes para seguir cubriéndoles las espaldas? Capaces son, desde luego. Tendremos que prepararnos para esa guerra.

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