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Ángel, amor, orilla, luna, respirar...

Aventuras empapadas de matemáticas

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Se imaginan que para enseñarnos el vocabulario (rico y bello) de nuestro idioma nos hubiesen entregado listas de palabras acompañadas de su significado para memorizarlas y entenderlas? Por ejemplo, las que aparecen en el título de este artículo. Suena, cuanto menos, tedioso, ¿no les parece? Sin embargo, el ejercicio varía una poco si alguien te recita algo como: ¿No es verdad, ángel de amor, / que en esta apartada orilla / más pura la luna brilla / y se respira mejor? Mucho mejor así, ¿no?

Por otra parte, ¿quién se pregunta alguna vez para qué sirve el Quijote? ¿Cuándo van a usar un poema de Lorca? ¿Qué cambiaría si sólo nos enseñasen gramática y ortografía? Si nadie nos hubiese leído un cuento, recitado un poema. Si nunca hubiésemos leído una novela, un apasionante libro de viajes, una interesante biografía...
¿Cuántas campañas institucionales se han diseñado para inculcar o reforzar el hábito de leer? Nunca suficientes, seguro. No estaría mal tampoco una por parte de alguna administración pública con lemas como, no sé, “Resuelve un sudoku con tu hijo”.

Repitamos ahora esas mismas preguntas cambiando la lectura por el conocimiento y entendimiento de las ciencias, en general, y por las matemáticas en particular. Se trata simplemente de una pequeña reflexión sobre la necesidad de inculcar en la población la necesidad de conocer unos mínimos sobre matemáticas y hacerlo, como se hace con la gramática, recitando la belleza de las formas geométricas, declinando un desafío a la lógica, dramatizando lo intrincado de un puzzle,deslizándonos por una escalera de Escher sin saber si sube o si baja... Evidentemente estoy a favor de atesorar una cultura general que abarque temas como la literatura, geografía, historia, filosofía...Es necesaria, para nuestro crecimiento como personas, nos enriquece y nos ayuda a entender y ser tolerantes con el comportamiento de otras culturas y/o civilizaciones, o incluso con la nuestra en otros siglos pasados. Pero no estaría de más tampoco entender la naturaleza que nos rodea, la que llevamos dentro, la tecnología que empapa nuestras vidas, los intereses que nos cobra el banco y el ahorro real de una oferta en el supermercado. Necesitamos saber matemáticas para nuestro día a día.

¿A qué se debe entonces, por ejemplo, que muchos estudiantes odien las matemáticas?¿A qué sólo les enseñan aritmética? No lo sé, pero no es una opción desdeñable, desde mi punto de vista. Tampoco lo es el hecho de que, tras muchos años de oír la expresión “se me dan mal las matemáticas”, ésta haya calado en la memoria de la comunidad.

A todos nos gustan las historias, los cuentos. Los niños, mientras leen o les leemos cuentos, aprenden vocabulario, gramática y ortografía. Cuando leo un cuento a mis hijos y aparece una palabra que no conocen y que necesitan entender para seguir el hilo de la historia, preguntan, tienen curiosidad. ¿Por qué no hacemos lo mismo con las Matemáticas? ¿Por qué no redactamos buenos textos y libros llenos de historias con matemáticas donde sea necesario adquirir alguna habilidad o concepto matemático para desentrañar el nudo?

En ese sentido, Raquel Garcia Ulldemollins y quien firma este artículo hemos iniciado este humilde proyecto (http://pequenoldn.librodenotas.com/matiaventuras/). Se trata de una colección de pequeñas historias ilustradas que nos cuentan aventuras empapadas de Matemáticas.

Es una pequeña baldosa, pero se necesitan muchas más, muchos más 'albañiles' enlosando el camino de baldosas amarillas hacia la comprensión de la belleza de las Matemáticas, comparable, como decía el poeta Fernando Pessoa, a la de la Venus de Milo, aunque, desafortunadamente, haya menos gente que pueda apreciarla.

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