Antibiografía no es solo una colección de canciones, de todas ellas trasciende una temática común: el dolor y la rabia. Nueve canciones autobiográficas en las que Olivia de Happyland huye del drama para hacerle frente a la vida.
"Toda yo estoy llena de contrastes. No quería hacer algo que sonara como un drama de mi vida; me gustan las canciones en las que estás contando penurias y puedes bailarlas", señala la artista en una entrevista con Europa Press.
Olivia se reafirma en que en este segundo disco predominan una "oscuridad" y una "madurez" que no podían encontrarse en su primer trabajo. "En mi primer disco si que tenía un tono más lastimero; en este me voy a poner los guantes de boxeo y los colmillos", dice.
"Ya no soy una niña desvalida, ahora me quejo con rabia", sentencia la artista, para quien escribir y tocar su música es "una cuestión de supervivencia". "Es como un instinto básico del ser humano, para que no te acabe comiendo la mierda", añade.
La intérprete se considera como "un Oliver Twist con sentido del humor". "Me río de mis desgracias y utilizo mucho la ironía, que es algo que también me salva. El sentido del humor ayuda mucho al ser humano en sus momentos bajos", afirma.
Olivia se considera cantautora, pese a que el término, hoy por hoy, tenga "algo de peyorativo". "Cantautor en el sentido de que son mis canciones, aunque más que cantante preferiría que me asociasen con una persona que escribe".
Y es que la honestidad y la sinceridad son marca de la casa en las letras de Olivia de Happyland, que tras la publicación de Antibiografía proyecta centrarse en la parte escrita de su música, aunque eso no impedirá que siga componiendo canciones.
