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Jerez

“Jerez me quiere, pero no me veo profeta en mi tierra”

”El que sea artista va a subir. Siempre ha sido el pueblo el que ha hecho a los artistas y últimamente los hacían la política y las subvenciones”

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  • Cepero, en un rincón de su casa en pleno barrio de San Miguel. -

Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes. Artista con letras mayúsculas. Personal e intransferible, Paco Cepero abrió anoche la semana dedicada al segundo aniversario de la proclamación del flamenco como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

—¿Le ha reconocido Jerez su enorme obra artística?
— No me gusta hablar de mí. La historia de los artistas las juzga el tiempo. Llevo muchísimos años de profesión y desgraciadamente cuando te empiezan a reconocer los que has hecho es cuando ya no estás. Gracias a Dios he tenido muchos reconocimientos y en vida he tenido casi todos los que podría apetecer un artista. ¿El pueblo de Jerez? Me quiere, pero reconocido, reconocido...Dicen que nadie es profeta en su tierra y yo no soy profeta en mi tierra, no me veo. 
—A su faceta de guitarrista primero, de compositor después hay que añadir la cantidad de artistas a los que ha ayudado ...
— Es verdad que han depositado en mí la confianza, como compositor, las mejoras voces de este país y de Latinoamérica y como guitarrista flamenco acompañante he estado con la flor y nata del flamenco, la actual y la que quedaba, desde Manolo Caracol, La Paquera, Tío Borrico, Terremoto, Juan Talega, Antonio Mairena, El Sevillano..., a todo lo  antiguo y todo lo moderno.
—Algunos dicen que fue el descubridor de Camarón
— La etapa más bonita de Camarón la viví yo con él, porque era cuando estaba en su plenitud. Fueron unos años muy bonitos, para recordarlo, porque ya después desgraciadamente se fue. Ahí está la que ha formado, pero su mejor época se la cogí yo.  
—¿Pero fue su descubridor?   
— No. Yo lo vi y él lo cuenta “me dijo Cepero que me fuese a Madrid y me dio la dirección”. Camarón desde muy chico estaba en la Venta Vargas y yo le veía allí con Rancapino, El Chato de La Isla, El Cojo Farina, el bailaor. Lo conocía desde muy chiquitito y después coincidió que él tenía muchas inquietudes porque era un niño muy despierto y vino con El Pili, un bailaor, y él también lo cuenta “me acerqué a Paco Cepero que estaba en una fiesta  y le dije por qué no tocas un poquito” y yo le toqué. Me acuerdo que fumaba y le decía que no lo hiciese que se iba a quedar como un enano. Me lo recordaba siempre, porque tenía una memoria privilegiada. El primero con el que se fue es con Miguel de los Reyes y después llegó a Madrid y fui su guitarrista oficial, le tocaba a diario y los siete u ocho primeros años fuertes los vivió conmigo.    
—¿Guitarrista consagrado y luego compositor, cómo fue ese paso?      
— Yo componía desde pequeño pero ni siquiera me había dado de alta en la Sociedad de Autores. Le daba las canciones a alguien y cuando las escuchaba me volvía loco de contento, pero no me imaginaba nunca..., hasta que llegaron los éxitos. Aquello fue un boom. La primera canción que pegó fue ‘Me tocó el perder’ de Turronero y ya entró en mi vida Chiquetete y aparece ‘Te quiero niña’, ‘Dame tu querer’, ‘Tú y yo’ y la que me descubre como compositor y ya me llaman todas las compañías discográficas fue ‘Amor, amor’ de Lolita. Luego le hago el disco ‘Aprende a soñar’ a Chiquetete y vendimos un millón y pico que en aquella época era increíble. Fue un éxito internacional. Fuimos número 1 en Los Angeles, Méjico..., fue una canción que terminaron grabando Julio Iglesias, El Puma, Los Panchos, Franky Martínez..., se hicieron muchísimas versiones. 
—El estrellato.
— A partir del ‘Amor, amor’ de Lolita comencé a hacer producciones y le hago canciones a Manolo Escobar, Rocío Jurado, Isabel Pantoja, todavía se siguen cantando, a El Fary. A El Fary lo lancé yo con una canción y la hice número 1 en Los 40 Principales...Y María Vidal, María del Monte, Los Marismeños, Bordón 4, con un éxito grande con ‘Qué cara tan bonita tiene mi niña’. Cuando tienes éxito las compañías vienen en tu busca y te ofrecen artistas. El disco de El Lebrijano con la Orquesta Andalusí lo hice yo y la mayoría de la gente no lo sabe. La canción de Eurovisión de Lucía. Muchas veces digo que tal tema es mío y la gente no lo sabe. En España no se le da el sitio al compositor. No pasa como en Latinoamérica o aquí mismo antiguamente,. Se decía que la canción era de Quintero, León y Quiroga o de Ochaita, Valerio y Solano y ponían por delante al compositor y ahora dicen el disco del artista   y nunca el compositor.
-Dicen que lo que  más han valorado de usted es la seriedad. 
— Me considero dicharachero, simpático, pero en el estudio de grabación no dejo pasar ni una. Esa experiencia la comprobó la propia Rocío Jurado. El horario es el horario. No me gusta el perfeccionismo, pero a la hora de hacer las cosas soy profesional, que es lo importante en un productor. Hay que sacarle el máximo posible al arista que diriges y tener mucha profesionalidad, que yo la he adquirido a través de muchos años. Mire, cuando cantaban lo de las minas, yo decía que era un minero porque muchísimos años de mi vida me los he pasado metido en un estudio de grabación. Es como si hubiese estado metido en una mina porque no salía, no me daba la luz del sol. La niñez de mis hijos casi no la viví. Trabajaba de noche y dormía de día y cuando estaba en mi casa es que estaba grabando. Cuando yo llegaba o estaban durmiendo o se habían ido al colegio. No disfruté de la niñez de mis hijos.   
—Y poco de Jerez,  aunque ya hace años que volvió
— Días pasados, cuando me hicieron académico de la de San Dionisio, hice una alegoría de mi vida y dije “hoy cumplí 70 años y me parece que fue ayer cuando salí hacia Madrid con el ansia de volver”. Yo siempre tenía el ansia de volver. Primero me fui a El Puerto hasta que tuve la suerte de encontrar este rinconcito en la misma calle en la que nací. La calle está ahora muy bonita, pero cuando me vine a vivir no pasaban por aquí ni lo gatos. Después de meterme en esta casa comenzaron a edificar y lo edificado llega ya hasta Oropesa.  
—No está mal, la verdad.      
— Es que el barrio de San Miguel es tan bonito. Yo he escrito “dejadme andar por Jerez que cada vuelta que doy siempre la vuelvo a encontrar, su mirada fija en mí al de la Puerta Real/dejadme andar por Jerez que me embobo cuando miro la torre de San Miguel/ dejadme andar por Jerez que a borbotones me salen recuerdos de mi niñez” y empiezo a contar mi historia. Eso fue lo que clausuró el acto académico, donde después de haber disertado sobre mi vida presenté cuatro o cinco temas de mi obra sinfónica Suite Gades. 
— ¿Su obra cumbre?   
—Para mí, sí. La más importante. Son palabras mayores. Una obra sinfónica no es un disco, ni unos tanguitos. Es otro mundo. Me metí ahí con todo mi respeto y sufriendo mucho hasta que la vi en el Falla, con los músicos, en el estreno. Siempre tuve dudas muy grandes, no sabía si me había metido en un berenjenal, pero todo ha salido bien gracias a Dios. Era la guindita que le faltaba al pastel de mi vida musical. Después de haber hecho todas las canciones, cinco marchas procesionales, el himno musical de la coronación de la Virgen del Valle...
— ¿Y el himno de la coronación de la Esperanza de La Yedra?    
—Lo tengo hecho desde hace tiempo y estoy esperando que venga el músico para explicarle cómo quiero que vaya y esperando que le agrade a los hermanos. Lo he hecho muy sencillo, muy del pueblo, para que lo podamos cantar. La letra es muy bonita y la musicalidad. Le he metido un quejiíto, me he acordado del flamenco para no hacer los gones. He hecho una plegaria a la Virgen de Las Cabezas por el padre Jesús,  la música de la Virgen del Valle y la letra y la música para la Esperanza.
— Se ha acordado de su mundo, del flamenco. ¿El flamenco en Jerez  ya no es aquel de su infancia?
—El tiempo evoluciona pero no me gusta como está evolucionando. Jerez siempre ha tenido una gran personalidad y la está perdiendo. Escucho poco cantar por derecho. Cuando se hace una bulería no se hace la bulería valiente de Jerez, se meten cuplés. Se está perdiendo en sabor flamenco.
—También el del vino.
—El vino de Jerez es el mejor del mundo, pero han metido el marketing, del cubata, que si el ron,..., pero yo lo aconsejaría. Lo dijo Fleming. Tomarse una copa de vino de Jerez es lo que mejor le viene al cuerpo. No abusando, todos los abusos son malos, pero una copa de oloroso y dos o tres después de fino te da vida. 
—¿Le dan vida los grandes artistas a las peñas flamencas?  
—Yo me estoy reencontrando. Por que soy hiperactivo y siempre estoy dándole vueltas a la cabeza....,siempre estoy componiendo.      
— ¿Qué hace ahora?
— Estoy pendiente de una producción para un cantante y una cantante e intentando que grabe un disco un chaval que he descubierto y que me gusta mucho porque canta muy flamenco. Es Samuel Serrano, de Chipiona, que tiene mucho camino por recorrer, pero posee un don que Dios le ha dado y que no se compra. Tiene el eco. Uno se muere aprendiendo y él tiene mucho que aprender, pero duele. Él cuando canta duele y eso es importante en un cantaor.    
—¿Se echa eso hoy en falta?
—Ya lo he dicho. La mayoría de los cantaores para que den un pellizco tienes que coger un alicate y darte un pellizco en el brazo. Me gusta el cantaor cuando me eriza el vello y me llega al alma lo que está haciendo, sus fatigas...Hay mucha técnica, tanto en el cante, como en el baile, como en la guitarra...        
— Ese cante de tabanco, de verdad.
— En un tabanco la gente se escondía para no molestar, para escuchar, pero eso se ha perdido...
—-Hablaba de que se estaba reencontrando.      
—Sí, porque no hace mucho he ido a una peña a Madrid, a otra de Campanario en Badajoz y me han vuelto a llamar, a El Carpio. Me gusta la convivencia con las peñas porque a ellas se les debe mucho. Son las únicas que están manteniendo el flamenco. Nuestro mayores nos han dejado una herencia que no la podemos tirar por el suelo. Me gustan las cosas buenas, que cada uno tenga su personalidad. Antes todos los cantaores tenían su estilo de fandango, su personalidad. Los guitarristas. Escuchabas a uno y sabías quien era, pero hoy para saber quién toca la guitarra tienes que mirar el disco por detrás. Todo es muy parecido. Yo pediría que no se pierda el legado que nos han dejado.
—-¿Quién le gusta en el mundo de la guitarra?
—Hay muchísimos. El mundo de la guitarra es el que más ha evolucionado. La técnica es grande, pero también falta la creatividad. Todos se enganchan a lo que han hecho los demás y no se ponen a investigar, a rebuscar dentro de sí para sacar su personalidad. Es más fácil coger de uno y de otro y tienen un cóctel de sonidos de muchos. Veo que se toca la guitarra mejor que nunca y la nueva generación me sorprende. En Jerez hay una amalgama de guitarristas buenísimos. La juventud pega fuerte, lo que ue pasa es, como yo digo, que se están pasando al enemigo porque si tienen ese soniquete de Jerez. 
—El de usted, el de Morao...  
—Y muchos más. Aquí hay un sabor, lo que pasa es que con las técnicas y las armonizaciones se van a unas bandas que no son las flamencas, La soleá tiene que sonar a soleá, y el taranto a taranto y la bulería a bulería, pero si empiezas a recordar a Baden Powell o a Chick Corea nos estamos yendo, cuando en realidad Corea y toda esta gente venían a España para beber del flamenco. El flamenco es riquísimo. ¿Por qué tenemos que irnos a otras fuentes? Mire, por facebook, me ha pedido amistad Al Di Meola, que es un grande.
—¿Tiene futuro el flamenco?
—Creo que sí, pero el cante hay que tomárselo con más seriedad. Esto tiene unos cánones marcados y uno no puede salirse por las buenas. Es igual que en mi calle, que en un barrio histórico hacen una casa con balcones de cristal y aquello parece una pecera...
—¿El futuro de Paco Cepero?
—Me voy a morir trabajando. Cuando cojo la guitarra es para hacer algo bueno. Por ejemplo tocar en Jerez me cuesta, porque hay que apretarse los machos. Cuando estuvo Paco de Lucía fui a saludarle al hotel y estaba como un flan. Jerez pesa mucho. Lo que hay que intentar siempre es ser uno mismo. Cerrar los ojos y meterte en tu mundo. Lo que no soy es una máquina. Unas veces sale un concierto maravilloso y otro tiene fallos. No soy perfecto ni quiero serlo.
—Eso es difícil.
—Me dijeron que el arte empieza donde termina la técnica y eso me hizo pensar . Cuando estás en la técnica tendrás mucha ejecución, rapidez, pero no sale el duende, el pellizco. La guitarra como el cante hay que sentirlo. Si te sientes ese sentimiento lo lanzas hacia fuera y haces vibrar al que te escucha. Si estás frío, el público capta esa frialdad.
—¿Suite Gades vendrá al Villamarta?
—Me hubiese gustado, lo que ocurre es que es una producción cara. Traer a la Orquesta Sinfónica de Córdoba ya cuesta. Yo tenía tres conciertos pero la crisis lo dejó en uno. Tenía la presentación en el Falla, y conciertos en el Maestranza de Sevilla y en el Festival de la Guitarra de Córdoba, pero...
—La crisis nos está matando.
—Pero ahora el que sea artista va a subir, porque no hay subvenciones. Si quieres ser arista vas a tener que pedir un teatro y si arrastras gente subirás. Como antes,. El pueblo siempre ha hecho a los artistas y últimamente los hacía la política e íbamos por mal camino.
Llueve fuera, aunque dentro de la casa de Paco Cepero, en la calle Encaramada, se respira tranquilidad y arte en todos los rincones. En la entrada, la medalla de oro de las Bellas Artes, arriba sus decenas de guitarras, su piano, esos discos que “se pierden”, aunque el suyo de Suite Gades se podrá comprar en Abrines Radio y donde se lo pidan. Él lo que siempre pidió fue tener sabor a sí mismo y eso le sobra.
 
 

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