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Proclamando el carnaval

Los actos oficiales del carnaval siguieron su curso con la proclamación de las molineras de las fiestas y el pregón oficial que pronunció ‘con tablas’ el conocido hostelero ‘Manolete el del Albéniz’. El acto reunió a un público entusiasta que superó el frío y el viento de la noche a base de recuerdo

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Hizo frío y llovió tenuemente. La carpa instalada en la plaza del Cabildo parecía que saldría volando en cualquier momento, pero no fue así. Pese a la intempestiva velada, el público pudo disfrutar de una noche muy carnavalesca organizada por la Delegación municipal de Fiestas, en la que se sirvió, como primer plato fuerte, la proclamación de las molineras de las fiestas de este año.
Los honores recayeron en los delegados de Fiestas, Urbanismo, Cultura y Participación Ciudadana, que, en ausencia inicial del alcalde, impusieron las bandas, entregaron ramos de flores y un obsequio a Erika Pérez Duarte, Adriana Márquez y a Marta Gabriela Ortega García, proclamadas como primera y segunda dama y molinera infantil respectivamente. Después, hicieron lo propio con Saray Benítez Santana, Elena Bernal Gil y Enma Soto Ruiz como damas de honor y molinera mayor del carnaval.


Antes, el casco antiguo ya dejó entrever un magnífico ambiente para la cita que cerraría la noche: el Carnavalito, en el que cientos de arcenses y algún que otro visitante y turista decidieron recurrir a los disfraces para vivir una noche atípica, alegre y de ritmo desenfrenado, en la que los locales tuvieron las ya tradicionales dificultades para servir una copa a la auténtica avalancha humana.
De nuevo en la plaza del Cabildo, una vez proclamadas las molineras por los delegados Leopoldo Pérez, Manuel Erdozain, Domingo González y Catalina Pérez, comenzó el pregón precedido de una espectacular llegada al recinto de su protagonista: Manuel Ramírez Reyes, Manolete el del Albéniz. Apareció vestido de corregidor y no de camarero como algún que otro amigo le había insistido, lo cual hubiera sido ciertamente predecible por su profesión.


Aunque días antes el propio pregonero confesó nunca haber salido con una agrupación, a lo largo del pregón dio muestras de su buena voz y arrojo para cantar, lo cual haría en ocasiones en compañía de amigos pertenecientes a agrupaciones locales como La Orquesta Carnavalati o The Sibaritas Lounge Club. Con ellos, el pregonero recordó algunas letras del carnaval que ha vivido desde siempre en su vetusta cafetería del Paseo, donde, hasta altas horas de la madrugada, se escuchaba y se hablaba de carnaval...



Su pregón contó con una puesta en escena maravillosa, como ya ocurriera el año pasado, lo cual podría ser atribuíble en gran parte a la presencia anónima pero esencial de ese otro duende del carnaval llamado Salvador Pérez Salas, como siempre más entregado a las cosas de los demás que a las suyas propias. Salvador pareció el guionista de un acto en el que destacaron el buen sonido y la acogedora iluminación instalados por la empresa Calvario Producciones.  Manolete vivió un momento especialmente emotivo cuando se dejó acompañar por su amigo Pepe Olivera en el escenario, lo cual fue una especie de confesión pública de los sentimientos carnavalescos que ambos comparten desde que se conocen.


Igualmente, se hizo acompañar de su sobrino Raúl, su amigo Javi (La Ronda), Tere Candón que hizo de maquilladora (presidenta de Entretelas Teatro y de un minigrupo  formado por Esteban García Cañas, Germán Durán y Raúl Cañas.


En los primeros compases del pregón, Manolete recitó: “¡Esto está desconocido!/¡qué cambiado está el Mesón!/pero así queda más propio/para decir mi pregón./ Mis tres arcos, mi tarima,/ mi escalera, el mostrador, / y mi Paco de mi alma,/ en el que más confío yo./ Yo traía una peluca/ de acuerdo con mi disfraz / pero me picaba tanto/ que me la tuve que quitar./ Soy un gran aficionado/ ¡el mayor del mundo entero!/ Soy Manolo el del Albéniz,/ o Manolete, que es más carnavalero./Desde el día en que dijeron/ que sería el pregonero/ todo el mundo a mi me dice/ vístete de camarero./ Casi nunca me he disfrazado,/ cuando llega el carnaval/ y para una vez que lo hago/ creo que se tiene que notar./ Me dicen que soy conocido/ por mi oficio verdadero,/ y que debería dar el pregón/ vestido de camarero./ Y yo les respondo a todos:/ que de eso no voy, chiquillo,/¿qué voy a tirar yo, tapas…/ Yo tiro aquí…¡papelillos!/ Mi familia me decía:/ tenemos un disfraz puntero./ Nosotras de molinera/ y tú vas de molinero./ ¡A mí me pareció bien!/ pero mi hijo, muy sincero,/ se me acercó y me dijo:/ Yo te veo de camarero./ Pensándolo bien, me dije/ que tenía mucha razón./ El molinero y sus cuernos /Mientras más lejos… mejor./ Todo el mundo por la calle/ me prestaba su consejo:/¡vístete tú de bandido,/ de domador o de viejo!/ ¡vístete tú de pirata!/ de eso… no tenía ganas/ porque ya se vistió/ Mercedes la del Galiana./ Y porque otro que pregonó/ cruzando los siete mares,/ con su disfraz de pirata,/ fue Antonio Martínez Ares./ Así que lo deseché/ antes de liarse una gorda/ y que a mí, Martínez Ares,/ me tirara por la borda./ Pensé en vestirme de brujo/ con todos estos colegas,/ pero ya se había vestido  María Jesús Ortega...”.


Respecto a los acompañamientos de los que hizo gala, leyó que “En mi pregón no estaré,/ yo solo, de pregonero./ Pues tendré en mi mesón/ a mi mejor compañero./ Una vez explicado  de qué voy/ y quién soy yo/ lo mejor será que siga/ desgranando mi pregón...”. 


El pregón finalizó con los esperados detalles de las autoridades. El alcalde, José Luis Núñez, entregó una placa al pregonero, y el delegado de Fiestas un ramo de flores a la esposa de Manolete. Otro detalle, éste fuera de guión, fue el padre del pregonero, Manolo Ramírez, y su hermana mayor, Inmaculada, con el que el pregonero se fue colmado de presentes y agasajos, pero sobre todo de felicitaciones por su trabajo en el atril carnavalero.  A partir de ahí, el público fue desalojando poco a poco la carpa de la plaza del Cabildo para, en muchos casos, continuar la marcha en las calles del casco antiguo para vivir de lleno el Carnavalito. 

 

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