Un gol a balón parado con un cabezazo de Raúl García y mucho sufrimiento en la segunda parte sostuvieron al Atlético de Madrid en el liderato ante el Villarreal con un triunfo apurado, aún más valioso por las dificultades que le planteó su rival y por las bajas con las que resolvió un duelo inquietante.
Porque el conjunto rojiblanco, con polémica en su gol, se apuntó su sexta victoria seguida en este tramo final de Liga, la tercera consecutiva por un ajustado 1-0 en su estadio; una victoria trabajada hasta el último segundo, hasta el pitido final del árbitro, el único momento en que sintió suyos los tres puntos.
Simeone insiste las últimas semanas en la importancia que asumen ahora los jugadores con menos minutos para esta recta final del curso. Los necesita el equipo porque el calendario es muy exigente, porque su conjunto ya ha jugado 51 duelos oficiales sin apenas pausa y porque no hay ningún margen de error en la lucha por la Liga.
También por las bajas. Hoy no disponía de tres futbolistas esenciales: Diego Costa, Arda Turan y Gabi. Tampoco jugó Miranda, de inicio en el banquillo. En el once entraron Diego Ribas, más activo en la transición alejado del área que en el último pase; el interesante Alderweireld o Cristian Rodríguez y repitió David Villa.
Y volvió a Raúl García. En la mejor de sus siete temporadas con el Atlético, con su trabajo y ese remate certero que agranda día a día su cuenta de goles esta campaña -ya suma 16 en duelos oficiales- y que le ha dado un lugar reciente en el once tipo, asumió otra vez un papel transcendente para abrir el marcador en el minuto 13.
En un nuevo reto ofensivo para el conjunto rojiblanco sin Diego Costa, su máximo goleador y sin esa constante movilidad y esos desmarques en carrera del atacante hispano-brasileño en los que tanto se basa el juego de ataque del Atlético, la estrategia en un córner le dio ventaja. Asistió Koke; cabeceó Raúl García (1-0).
Un gol con polémica, por el empujón a un defensa con el que el goleador se hizo un sitio en el área para remachar, encarriló el duelo para un Atlético sin apenas ocasiones y enredado en un choque de tanto rigor táctico en ambos equipos que apenas hubo movimientos en las áreas en el primer tiempo. Ni en el local ni en el visitante.
No tuvo apenas actividad Courtois antes del descanso, porque al Villarreal le faltó remate y último pase. También muy mermado por las bajas en defensa y en ataque para la visita al Vicente Calderón, agarrado a un 4-1-4-1 con las líneas muy juntas para defender y preciso en las transiciones, merodeó por su área pero sin pegada.
Una cualidad indispensable para ganar hoy por hoy en el Calderón. Lo echó de menos el Villarreal tanto en la primera como segunda parte. Movió bien la pelota, lanzó buenos desmarques y lo hizo todo con velocidad, la mejor forma de proponer ataques ante un oponente de la firmeza y contundencia defensiva del Atlético, pero sin gol.
Ya en la reanudación, el equipo rojiblanco había perdido el medio campo, se sentía cada vez más exigido en su campo, jugaba al filo de que alguna acción de Cani, Trigueros o Perbet pusiera en discusión el 1-0 a su favor. Movió entonces el banquillo Simeone. Primero metió a Tiago y después reemplazó a Villa por Adrián.
El paso del tiempo aumentó la inquietud del Atlético en la misma medida que crecían el dominio y los acercamientos del Villarreal. Fue entonces cuando Simeone, desde el banquillo, levantó los brazos con insistencia para pedir el aliento del público, para reactivar al aficionado y al equipo en un encuentro de enorme transcendencia.
Sobrevivió el Atlético a ese momento delicado, con un intento de Perbet como momento de más apuro, pero aún le quedaron más de 15 minutos de sufrimiento, aumentado con un despeje de Alderweireld que se paseó por su portería en los instantes finales y concluido con un triunfo que vale su continuidad en la cima de la clasificación.