El instrumental, patrimonio de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), retrata la transformación de los aparatos que han servido y sirven para la obtención de datos relativos a la temperatura, la humedad, la presión atmosférica, el viento o la radiación.
El elemento más antiguo de la exposición es un derivómetro de finales del siglo XIX, un artefacto que se utilizaba en las aeronaves para medir la deriva, es decir, cuál era su posición real respecto al rumbo a seguir.
El más moderno es una estación de medición automática de la temperatura y la humedad de la atmósfera, alimentada a través de unas placas solares, y que no necesita intervención del hombre para la captura y el envío de los datos que detecta.
El coordinador de la exposición, Manuel Mora, explicó ayer a Efe que la tecnología y la informática han jugado un papel clave en el desarrollo de las técnicas de medición de las variables meteorológicas.
“Gracias a la capacidad de los ordenadores y a la mejora en la observación de la atmósfera, cada vez los modelos numéricos son más precisos”, relató Mora, quien no obstante ha reconocido que “todavía hace falta la intervención del hombre en la mayoría de los procesos”.
En la actualidad, los diferentes modos de medición de las variables atmosféricas proveen de cerca de cinco millones de datos diarios a los meteorólogos españoles para su interpretación, ha indicado.
Estas predicciones son de especial importancia en instalaciones como los aeropuertos, en los que es “imprescindible” el conocimiento de las condiciones meteorológicas para garantizar su correcto funcionamiento, ha destacado Mora.
En la exposición hay también un transmisómetro, que es un instrumento utilizado en los aeródromos que proporciona información sobre la nitidez o turbiedad de la atmósfera y determina el alcance visual en las pistas.