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Netanyahu no descarta un Gobierno de unidad nacional con el Campo Sionista

"Netanyahu entiende que la opción de un Gobierno con el Laborismo es la menos mala de las que tiene hoy a su alcance", dijeron las fuentes al diario bajo anonimato

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El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, no descarta la posibilidad de formar un Gobierno de unidad nacional con el Campo Sionista si las negociaciones con los partidos nacionalistas fracasan, informa hoy el diario Yediot Aharonot.

Las "demandas irracionales" de los pequeños partidos de derechas han convencido a Netanyahu de no descartar la opción de un Gobierno más amplio con la coalición que lideran el laborista Isaac Herzog y la centrista Tzipi Livni, dijeron fuentes del gobernante Likud, que ganó las elecciones del pasado día 17.

Según estas fuentes, el primer ministro preferiría un Gobierno únicamente con los 18 diputados del Partido Laborista, aunque es improbable que Herzog deshaga su pacto pre-electoral con la formación Hatnuá de Livni, que tiene 6 escaños.

"Netanyahu entiende que la opción de un Gobierno con el Laborismo es la menos mala de las que tiene hoy a su alcance", dijeron las fuentes al diario bajo anonimato.

Las negociaciones para la formación de gobierno comenzaron esta semana con los dos partidos nacionalistas Israel Beitenu y Hogar Judío, los ultraortodoxos del Shas y el Judaísmo Unido de la Torá y el centroderecha Kulanu.

Las primeras conversaciones, según los medios locales, han sido más duras de lo esperado por los negociadores del Likud, que han denunciado unas demandas "irracionales".

"Netanyahu tiene que lidiar con pequeños y medianos partidos de derechas que han presentado demandas irracionales tanto en lo que tiene que ver con los ministerios que exigen como con las líneas del Gobierno", explicaron las fuentes.

Y aseguran que ni siquiera Netanyahu, que salió de los comicios con una popularidad sin precedentes en los últimos dos o tres años, "puede aceptar estas demandas".

Las principales divergencias han surgido con el dirigente de Kulanu, Moshé Kahlon, que boicoteó la primera sesión porque el primer ministro entregó a los ultraortodoxos dos carteras no ministeriales que son cruciales a su entender para las reformas que ha prometido en materia de vivienda y carestía de la vida.

También con Israel Beitenu han surgido divergencias en torno a la demanda de su presidente, Avigdor Lieberman, de seguir como ministro de Exteriores y se baraja la posibilidad de una rotación de dos años con algún dirigente del Likud.

Los avances más concretos se han producido en las negociaciones con las formaciones ortodoxas, ausentes del Gobierno estos dos últimos años.

Aunque por el momento los comentaristas interpretan las amenazas del Likud como una táctica para persuadir a estos partidos de que cedan en sus demandas, lo cierto es que en los últimos días varios diputados de la formación han contactado con colegas laboristas para sondear posturas.

"En contra de toda impresión, hay no pocas voces dentro del laborismo que consideran apropiada la posibilidad del Gobierno de unidad nacional", indicaron las fuentes del Likud al Yediot Aharonot.

Este medio destaca que en la última semana tanto Netanyahu como Herzog han dejado de afirmar ante los periodistas que no sentarán juntos en un Ejecutivo de coalición, indicio de que sus promesas pre-electorales de no hacerlo pueden haberse diluido.

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