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Sevilla

Cogida con alfileres

Hubo pleno con las salidas y entradas, pero no puntualidad ni el minutaje de relojes que protagonizó toda la Cuaresma

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  • Nazarenos -

Pleno absoluto. Esta vez sí. Todas las cofradías han salido y entrado en sus templos, algo que hacía años que impedía la dichosa lluvia. Una Semana Santa pletórica en lo atmosférico, con días más propios del verano que de la primavera.

Afecta aunque no en demasía, suficiente para que todas las hermandades puedan hacer su Estación de Penitencia. Como alguien dice, “el calor nunca es el enemigo. La lluvia, sí”.

De lo poco, lo mejor

Para calor, el que recibió Su Majestad Felipe VI de la ciudad, en su visita el Lunes Santo. Es muy significativo cómo esta monarquía tiene otros aires y se aleja de la rectitud de las formas para mezclarse en la, nunca mejor dicho, soberana bulla, aunque ésta fuera sólo en la Campana. A Felipe VI no lo llevaron a la formalidad de los palcos del Ayuntamiento, sino a los sitios donde podía “codearse” con fiscales, capataces y devotos.

En Santa Genoveva le recibieron en plena calle, a su paso por el Parque de María Luisa, como a alguien más. En la Hermandad del Polígono aún no se creen que el monarca llamara a su palio. En la Redención no olvidarán la saeta de Manolo Cuevas y en Santa Marta, la Junta de Gobierno celebró un cabildo de oficiales extraordinario para “permitir” su entrada en el templo. También son ganas de rizar el rizo. La Monarquía es joven y está sana. Sólo le faltó cangrejear, algo que no hubiera estado del todo mal. Gracias, Majestad, por este regalo.

Y ya está, porque de bueno han tenido poco más estos días. Tras vivir una Cuaresma donde el verdadero protagonista ha sido el minutero de los relojes, se llega a la conclusión de que la Semana Santa está necesitada de una reforma integral en cada uno de sus días.

Los retrasos se han acumulado en la mayoría de las jornadas, para que el único sufridor de todo esto sea el nazareno que, paradójicamente, es el sostenedor de esta fiesta y de las propias corporaciones. A poco que un incidente se produzca, caso del varal de la Hiniesta el Domingo de Ramos, todo se complica. Por ello, la organización de la Semana Santa está cogida con alfileres en el mejor de los casos. Porque hay otros días que del hilván no pasa.

La mejor cofradía de todas vuelve a ser Lipassam, ese tercer o cuarto paso que deja las calles como si no hubiera sucedido nada, así como la Carrera Oficial, un estercolero al acabar el día. No es extraño que esta empresa reciba premios y distinciones. Merecido y ganado a pulso lo tienen.

Y en segundo lugar, la cofradía del CECOP. Si éste no existiera habría que inventarlo. La mesa de coordinación funciona para que funcione la ciudad. Y lo hace como un reloj, pero no como el del Consejo, que en lo único que se detiene es en los minutos de paso por la carrera oficial.

Las carreteritas
El fantasma del 2000 volvió a sobrevolar la ciudad. No nos engañemos ni miremos para otro lado: lo que pasó, pasó. Tendrá sus motivos, pero ocultar la realidad es hacerle un flaco favor a la Semana Santa. Por ver la parte positiva, gran parte de público ha aprendido ya y pide calma en los momentos de tensión. Pero lo cierto es que esa noche necesita un arreglo, que debe venir desde todas las partes: autoridades y hermandades, si éstas últimas son capaces, por un momento, de olvidar las dichositas peleas de los minutos.

Existen dos ejes en la ciudad que necesitan esta solución y que ambos confluyen en la Campana: desde el Puente de Triana y desde la Encarnación, sin olvidar el punto Alfalfa, en el que algún día -el Martes Santo tiene todas las papeletas- va a suceder algo que vamos a lamentar.
Tampoco es de recibo conocer a través de un vídeo que circula por la red, el tropel de nazarenos de la Macarena por la calle Cuna. Una Hermandad que durante la Cuaresma ha adoptado posturas no a la altura de lo que se esperaba, así como “exigió”, a bombo y platillo, medidas de seguridad en esa zona, solicitando al CECOP garantías de la misma.

Y ahora resulta que un simple vídeo desmonta estos argumentos y muestra que quien debe cuidar a sus nazarenos son ellos mismos. Alguien debe ser el responsable de esto, llámese Hermano Mayor o Diputado Mayor de Gobierno. Pero si el año que viene algunos nazarenos recuerdan este episodio, es posible que decidan ver a la Macarena en la televisión.

No tiene, además, ninguna lógica que ambas Esperanzas entraran en sus iglesias al filo de las 3 de la tarde. Canal Sur Televisión lo mostró al unísono, sin margen de duda. Ahí están las imágenes y la voz de Guillermo Sánchez contándolo, que por cierto, lo hizo mejor que nunca.

Y ahora ¿qué?
Pues a pensar en la del año 2016. Aprender de lo vivido este año sería un ejercicio de responsabilidad. Y hablar de todo lo sucedido. El debate de la Semana Santa no puede quedarse reducido al minutaje del paso por Campana. Es algo más, mucho más. Por el bien de la propia Semana Santa y por el bien de todos. 

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