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El Puerto

De la Encina dispuesto a ponerse serio para reconducir el desastre

La gota que ha colmado el vaso, la polémica de las Banderas Azules y la depuradora. Quintana pudiera convertirse en la primera víctima política del tripartito

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  • Poner freno a las polémicas -

 Así no. El cambio y las bondades aventuradas no han obtenido el esperanzador escenario que se vislumbraba tras la celebración de las pasadas elecciones municipales. El devenir de los acontecimientos, el descrédito del Gobierno portuense que ha ido firmando en cada actuación y en parcelas concretas, ha ido dilapidando a marchas forzadas la garantía de los primeros meses.

El desgaste sufrido ante el aluvión de críticas está dispuesto a cobrarse a menos de un año a su primera “víctima política”. Hay que tomar decisiones firmes y que éstas estén a la altura de las circunstancias para reconducir el descontrol y la imagen de falta de liderazgo achacada a un alcalde nublado por el conjunto del tripartito.

Hace falta un gesto, una acción que frene la dinámica polémica y negativa que ha venido acompañando al equipo de Gobierno. El discurso excusatorio de culpabilizar de todo al anterior gobierno ha servido para ganar tiempo, sólo eso.  En las primeras actuaciones de envergadura, el resultado ha sido evidente y nefasto.

Pocas o ninguna medida real para incentivar el empleo (prometió en campaña hasta dedicar 1 millón de euros), solucionar de manera temporal la Zona Naranja, las estériles negociaciones en paralización de los aparcamientos subterráneos dará con la construcción de al menos el de Pozos Dulces.

La demora de las obras de la Plaza de Toros, la construcción y paralización del Centro de Protección Animal con 120.000 euros tirados a la basura o la no concesión de las Banderas Azules, entre otros, han debido valer para decir basta.

En el ojo del huracán, Ángel Quintana, concejal de Turismo, Playas, Comercio y Plazas de Toros y en las que en todas ha tenido su ración de polémica. Ni que decir tiene las disculpas públicas y obligadas tras reconocer no haber dicho la verdad en la reunión mantenida con los comerciantes de Valdelagrana.

“O cambiamos o nos cambian” se ha debido empezar a escuchar en los pasillos de Peral, que notan ya en primera persona la presión que se ejerce ante un deterioro evidente.

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El gesto que estaría ya sopensando realizar el alcalde, David De la Encina, que vendría a servir como una señal para los demás miembros de la Corporación y un guiño de asumir, en parte, su parte de culpa y su responsabilidad política ante un desastre al que hay que poner freno.

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