Pacma hace campaña contra el servicio de burro-taxi de Mijas, que se ha convertido en todo un emblema turístico de la localidad malagueña. Bajo el lema ‘Corta su cuerda’, el partido animalista denuncia “toda una vida de explotación”, donde los animales pasan la noche “hacinados en cuadras, atados y sin poder moverse o tumbarse” y sufren la jornada diurna “de pie, con una cuerda que no les permite moverse y de cara a la pared”. Una realidad que han plasmado en un vídeo donde critican que los animales pasen diez horas al día paseando a turistas, algo que a su juicio provoca “dolorosas lesiones físicas y enfermedades”.
El colectivo organiza para el mes de mayo una gran movilización política y social para forzar al Ayuntamiento a acabar con este reclamo turístico y conseguir una “vida digna” para los burros. Este fin de semana comenzaron su ofensiva en la calle con mesas informativas en la capital, que se repetirán el 18 de febrero, 18 de marzo y 22 de abril. El colectivo asegura que hace un año constataron en la localidad las “pésimas condiciones” de estos animales. “Un año después, ninguna institución pública ha hecho nada por ellos”, reiteran.
Un emblema turístico, ¿para una ciudad del siglo XXI?
“Es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos”, decía Juan Ramón Jiménez en su famoso ‘Platero y yo’, donde desde hace más de un centenar de años el burrito blanco es protagonista. En Mijas han hecho de este animal todo un emblema turístico desde que hace más de 50 años al mijeño Julián Nuñez se le encendiera la bombilla sobre cómo podía, una vez concluida la jornada laboral en el campo, sacar más rendimiento al eterno animal de una España agricultora y ganadora de otra época. Los turistas, atraídos por el exotismo de nuestra cultura, querían fotografiarse por todos los rincones del pueblo subidos al animal. Hoy en día tienen hasta matrícula que los identifica y compiten con medios de transporte como el ‘tuk tuk’ como método para recorrar las empinadas cuestas mijeñas. En la actualidad hay 52 burro-taxi y 17 burro-carros convertidos en un “servicio turístico”. Protagonistas incluso en la Vuelta Ciclista, el Ayuntamiento los usa hasta para fomentar las compras, entregando bonos para pasear si nos dejamos más de 50 euros. Para contrarrestar las críticas, firmaron un acuerdo con el Refugio del Burrito, para que el colectivo informe a los arrieros sobre los cuidados del animal para mejorar su bienestar. Algo que no ha calmado los ánimos a Pacma, que ha reabierto el debate sobre si una ciudad del siglo XXI debe seguir haciendo uso de un animal así.
