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Moción de censura: Martes y 13

La fecha elegida, martes y 13, no auguraba nada bueno, aunque todavía queda el segundo asalto

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  • Moción de censura -

El Congreso no ha sido nunca el ágora de la palabra breve, del verbo contenido o de la frase corta, pero los primeros compases de la moción de censura de Unidos Podemos contra Mariano Rajoy han superado todos límites del parlamentarismo contemporáneo.

Ni los más antiguos del lugar recuerdan un discurso en la tribuna de cerca de tres horas que es, minuto arriba o minuto abajo, lo que ha durado la primera intervención del candidato a presidente del Gobierno, Pablo Iglesias.

Iglesias ha superado incluso por la mano a la portavoz de su grupo, Irene Montero, que ya se había despachado con un discurso de dos horas y diez minutos, rompiendo también todos los récords conocidos en el Congreso, al menos de la era moderna.


Los mal pensados aseguran que Montero e Iglesias habían engordado artificialmente sus discursos para intentar, sin éxito, que nadie más saliera a la palestra hasta los telediarios del mediodía.

No parecían contar con la baza del Gobierno, que puede intervenir siempre que lo pida, como así ha sido.

En los últimos días, dirigentes de Podemos daban por hecho que a Irene Montero la replicaría la vicepresidenta del Ejecutivo, Soraya Sáenz de Santamaría, pero al final ha sido Rajoy el que ha subido a la tribuna para contestar a la portavoz parlamentaria de Podemos.

Iglesias, con la ventaja de haber escuchado los argumentos de Rajoy, tampoco se ha movido en exceso del guión que se había escrito y ha permanecido impasible en la tribuna cerca de tres horas.

"Menos mal que Iglesias le dijo a Ana Pastor que no iba a ser exhaustivo en su discurso", ha ironizado en el pasillo un veterano funcionario del Congreso, incapaz ya de escuchar un minuto más sin desplomarse.

De todos modos, Rajoy tampoco se ha arredrado mucho a la hora de responder, primero a Montero y después de Iglesias, en un rifirrafe que se ha prologando durante cerca de ocho horas en un "tuya-mía" que ha terminado por cortar la presidenta del Congreso, Ana Pastor, dando la última palabra del "cara a cara" al presidente del Gobierno.

Así las cosas, y si alguno tenía esperanzas en que el debate de la moción de censura durase un único día dado la temprana hora a la que empezaba la sesión -las nueve de la mañana- la ilusión les ha durado poco y los rostros se han ido tornando sombríos y hasta melancólicos conforme iba avanzando una discusión sin fin.

"¡Esto es cosa del martes y 13! ¡Esto no está pagado!" se lamentaba también un periodista con trienios en la crónica parlamentaria, con los ojos enrojecidos por las muchas horas ante la pantalla del ordenador.

Iban pasando los minutos y las horas y se aproximaban los informativos de televisión del mediodía, el espejo en el que se miran cada día los dirigentes políticos.

Enterrados por horas y horas de sesión ininterrumpida, los portavoces se han visto obligados a salir al pasillo para hacer un primer comentario del debate o corrían el riesgo de perder su minuto de gloria en el telediario.

Y es que lo previsible era que el preceptivo receso que establece el Reglamento para este tipo de debates fuera "hacia el mediodía" pero al final, Pastor lo ha decretado casi a las cinco de la tarde.

Una hora muy taurina y hasta parlamentaria, pero que más que para comer ha sido, casi, casi, para merendar.

"Y todo para nada", comentaba sarcástico un diputado de uno de los partidos que no apoyarán la moción de censura, recordando que no hay ninguna posibilidad de que la iniciativa salga adelante.

"Era un imperativo moral y una obligación contra un Gobierno corrupto", justificaba un diputado de Podemos, rechazando de plano la idea de que la moción era de todo punto inútil.

La fecha elegida, martes y 13, no auguraba nada bueno, aunque todavía queda el segundo asalto de mañana.

Salvo hecatombe, el final del pleno y la votación final será el miércoles 14, alejado ya de malos presagios, aunque eso sí, depende de para quién.

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