Sin embargo, Gil señala que el peor dato es que, tradicionalmente, “los incendios en el Campo de Gibraltar casi siempre se han dado entre finales de agosto y principios de septiembre. Todavía queda lo peor climatológicamente hablando. Esto no quiere decir que haya fuegos pero sí hace más calor, el campo está más seco y las estadísticas pasadas recogen numerosos incendios” en estas fechas.
Desde Agaden se recuerdan los casos ya acumulados en la primera etapa de la temporada estival en Sierra Plata, Chorrosquina, Punta Carnero, El Cobre o los de Sierra Carbonera, con lo que “el balance es negativo”.
Extinción y equipos
En cuanto a la extinción de los focos, el colectivo ecologista felicitó a los equipos por su “rapidez de intervención. Hay que tener en cuenta que las zonas que han ardido son de difícil acceso, muy abruptas y de vegetación densa. Por ello, no hay quejas en cuanto al dispositivo de extinción”.
En estas actuaciones participan Protección Civil, Policía Local y todo el operativo del Infoca con Guardia Civil, Policía Autonómica, retenes y equipo aéreo. Con todo, Gil señala que los propios retenes les han trasladado que, con respecto a otros años, “se ha notado que hay menos medios terrestres disponibles. Antes en la comarca había unos ocho retenes móviles, compuestos por cuatro personas cada uno de ellos, que ahora han desaparecido”.
Estos retenes móviles “se desplazaban en un todoterreno recorriendo todos los espacios naturales de la zona. Con ello se cubrían dos objetivos: el primero es que servían de prevención ante cualquier pirómano, por la vigilancia que desarrollaban. En segundo lugar, su disponibilidad permitía una rápida actuación cuando se iniciaba un incendio”.
Y es que, según los ecologistas, “los fuegos hay que apagarlos en los diez o quince primeros minutos tras su inicio. Pasado ese momento se corre el riesgo de que se descontrole”.
Además de estos equipos móviles, desde Agaden se lamenta la carencia de “vigilantes en carriles de acceso a El Bujeo y otras zonas naturales, que requerían información a los vehículos que entraban en estas zonas”.
En total el personal que integra los 23 retenes comarcales asciende a 80 personas. Estos retenes fijos están compuestos por un conductor al que se suman seis o siete integrantes más.
Reforestación
En cuanto a las labores de reforestación, Agaden ha mostrado su más profundo descontento con respecto a la política que lleva a cabo la administración.
Según Gil, “siempre que hay un incendio la administración promete que las zonas se van a regenerar y a recuperar. Luego, pasan los años y no cumple con su palabra. Así quedan al descubierto la administración y sus promesas, que permanecen siempre en el aire”.
Los ecologistas declaran que “ejemplos de estas políticas los tenemos en Tarifa, donde ardieron terrenos hace tres años y todavía no se ha hecho absolutamente nada. En estas zonas de sierra, donde la configuración del terreno es muy inclinada, cuando llueve la erosión se lleva la poca tierra que hay”.
A esta erosión natural se suma también “la presencia de cierto ganado en estas zonas. Así, la poca regeneración natural que se vaya a dar queda en nada ya que los animales prefieren los brotes verdes a algo seco y duro”.
Terroristas ecológicos
Desde Agaden su subraya que “el carácter intencionado en los incendios es claro. Muchos de estos fuegos se han ocasionado en zonas de difícil acceso. Parce que este año hay un interés en la comarca por meterle fuego al monte”.
Un dato interesante que manejan los ecologistas es las horas a las que se inician los focos. “El último gran fuego en Tarifa comenzó por la tarde, justo con un cambio de viento”, señala el portavoz del grupo conservacionista.
En esta línea, el colectivo ecologista indica que “los pirómanos esperan a última hora de la tarde, cuando los medios aéreos de extinción ya no pueden actuar. Las investigaciones de los técnicos apuntan a que cuando se originan fuegos a estas horas, normalmente hay una actuación del hombre detrás”.
Esto lleva a Gil a requerir que “se trabajen las líneas de investigación y prevención para que el peso de la ley caiga sobre los pirómanos. Deben tener una sanción ejemplar para que esta dañina costumbre desaparezca”.
Y es que, las preocupaciones de los ecologistas no sólo se centran en la vegetación ya que, “cuando hay un incendio, las personas que participan en las labores de extinción están expuestas a un riesgo por culpa de un terrorista ecológico y ambiental. Aquí debemos pedir la colaboración ciudadana ya que el monte público es de todos”.
Tarifa
Cuatro retenes, compuestos por siete especialistas en extinción cada uno, permanecían ayer en la Sierra del Cabrito (Tarifa) después de que la madrugada del sábado se lograra estabilizar un incendio de matorral y acebuche que ha afectado a unas 15 hectáreas de monte bajo. En principio se esperaba que el fuego pudiera quedar controlado.
Según informó la Consejería de Medio Ambiente, en la zona “están trabajando cuatro vehículos autobomba con más de 4.000 litros de capacidad, un helicóptero, la Unidad de Meteorología y Transmisiones, un agente de Medio Ambiente, dos técnicos de extinción y el director del COP”. La principal dificultad en la extinción “es el fuerte viento, por lo que los efectivos se encuentran intentando controlar el perímetro y los focos activos”.
El fuego se originó el viernes noche, y requirió la colaboración del parque de bomberos de Tarifa, que desplazó hasta el lugar a diez efectivos con tres vehículos que actuaron en los flancos indicados empleados unos 62.000 litros de agua.