Andalucía está formada por ciudades -villas, aldeas, lugares, barriadas-. Municipios. Localidades. Las ciudades, no las capitales, forman Andalucía. Ni las provincias, siempre prestas a ocultar las ciudades. Y cuanto acontece en cada una de ellas, es Andalucía. Patria de artistas, pensadores, filósofos, científicos, emprendedores, poetas, músicos, escritores, escultores, pintores. Velázquez, Columela, Averroes, Picasso, Herrera, Taillefer, Pumar, Ybarra, Heredia, Arcos, Moctezuma, de la Rosa, Valdés, Cernuda, Alonso Cano, Rodríguez-Acosta, Grosso, Murillo.
Y Murillo. Sevilla y Córdoba celebran el IV Centenario del nacimiento del genial pintor, pero Murillo es un valor de Andalucía, como los anteriores. Destacó y destaca a nivel mundial y eso es orgullo de Andalucía, por eso y por creador de una Escuela de pintura que trascendió ampliamente el extenso término municipal con que contaba la ciudad en aquel momento.
El Año Murillo va a cruzar el ecuador, con una programación de altísimo nivel por su calidad, dirigida a todos los públicos, a todos los barrios, a todos los escenarios y a todos los visitantes. Si es lógico que la ciudad donde nació recuerde su obra y, por añadidura, obtenga repercusión y notoriedad, también sería lógico que otras muchas acompañaran en este homenaje merecido por su calidad, por su capacidad innovadora. Por su actualidad. En esta y otras muchas actividades que se dan aisladas en muchos sitios, se podría construir Andalucía. Sólo es necesario darles carácter común, y hacer una Andalucía más solidaria consigo misma. Cohesionada. Vertebrada. La vertebración también es labor de los ayuntamientos. Encerrarse cada cual en su cascarón, no beneficia ni siquiera a los más fuertes. Los municipios deben ser autónomos, pero se encuentran en una superficie común. Y eso es más que el territorio. No deben ni pueden constituirse en “reinos independientes”, porque entre ellos hay una interdependencia natural. La frecuente coincidencia entre un exacerbado sentimiento españolista y un acendrado acento localista, es incoherencia, inconsecuencia. Inconsciencia.
El localismo, ese localismo torpe, protagonista y egoísta, que torpedea las áreas metropolitanas y las mancomunidades, debe dar paso a la cooperación. Unidos somos más, y más fuertes. Las ciudades andaluzas deberían dejar de lado el cateto protagonismo, salir del cascarón de su estrechez mental y darse cuenta que el bienestar del vecino puede ser bienestar para todos. Que colaborar, cooperar es beneficio mutuo. Nadie perderá su idiosincrasia tan similar a la del pueblo de al lado. Menos “globalización” para justificar todos los desmanes del capitalismo, mientras cada cual se encierra y aísla en su personal burbuja.
No se pueden seguir justificando, en economía, todos los abusos del capitalismo monopolista y salvaje, en una supuesta “globalización” que sólo es poder mundial de las grandes corporaciones económicas, y al mismo tiempo, en lo cultural, social y humano, presumir de “internacionalismo” encerrados en una frontera pirenaica o en un término municipal capaces tan sólo de asfixiarnos en nuestro ego.