Qué alivio! Además de la pared, el bar, la esquina de los encuentros, el autobús y la carnicería, ya contamos con una oficina donde recibirán nuestras quejas, cuando el turista del piso de al lado, o de arriba, o de abajo, o de la casa de junto, llegue cantando y bailando, muy contento el grupo, a la hora-que-sea de la madrugada. Un momento, no corran, que la susodicha abrirá cuando esté a punto la Agencia de Turismo, cuyo reglamento todavía se está discutiendo. Pero el derecho a la queja nadie lo va a negar, que para eso el Ayuntamiento está muy diligente estos días. Si los estatutos se retrasan, porque a sus redactores les cuesta ponerse de acuerdo -por ejemplo- el “-mire, los turistas llevan desde la una cantando y no me dejan dormir”, lo puede escribir en una página web, que el Ayuntamiento ha prometido poner en marcha. Como eso tarda “algunos días”, que no es tan fácil, que a nadie se le vaya a ocurrir ir a quejarse al mismo turista, que eso no está en las normas y siempre tendrá las de perder. Que a lo mejor se enfada “por llamarle la atención”. En el supuesto de que nos entienda, o finja no entendernos, algo muy fácil pues por algo viene “deporahí”.
El procedimiento es muy simple. Lo será en cuanto esté en funcionamiento. Recibida la queja, reclamación o sugerencia, la oficina recaba la información necesaria acerca de esas quejas o reclamaciones y orientará a los reclamantes para que se dirijan a la oficina y, una vez analizada la queja -si es procedente o caprichosa, por ejemplo- propone resolución, o hace recomendaciones (ya estamos) o sugerencias, para que la Administración adopte las medidas que considere pertinentes. Luego se notifica al interesado los trámites realizados, en un plazo ¡cuidado! “no” superior a veinte días. Ya puede el interesado dormir tranquilo, pero no por la agilidad de la oficina, sino porque ningún turista está veinte días en el mismo apartamento. Así que puede dormir tranquilo, salvo que el dichoso apartamento haya sido ocupado por otro turista menos molesto que el primero. O que el segundo. O que el tercero.
Para todo hay remedio. Bueno, remedio-remedio… vamos. Hay formas de quejarse que pueden resultar tan útiles como el bar o la “güé”. Pues, si la queja se refiere a servicios prestados por la administración, la oficina la derivará a la Comisión Especial de Sugerencias y Reclamaciones, esa que tiene un impreso único para responderlo todo. Es como pedir un informe positivo a los servicios sociales del Ayuntamiento, para poder solicitar una vivienda. Como las señoritas son jóvenes y no pueden acordarse de la que lió el Tamarguillo en 1961, no tanto por la violencia de la riada (también), como porque en cada piso vivían cuatro familias y en cada casa, un montón. Una por sala. Como ellas no han conocido el hacinamiento, pero sí la incapacidad por desinterés de las administraciones para resolver el problema, igual de incapacitadas y desinteresadas “sugieren” que alquiles una habitación. Que “sólo” cuesta unos trescientos euros de nada. Buena solución para el propietario, al que se asegura un sueldo sin tener que salir de su casa y libre de impuestos, que Hacienda en esto es más sorda que una estatua.