Once internos del centro penitenciario Sevilla-I están confeccionando batas sanitarias en el taller ocupacional que se ha puesto en funcionamiento a raíz de las medidas tomadas para evitar el contagio y propagación del coronavirus en las prisiones y gracias a la colaboración de la Fundación SAMU.
Esta entidad, que viene trabajando en la prisión sevillana desde hace casi un año, ha suministrado 500 metros de tela para fabricación de batas que se van a usar en los hospitales de campaña que están siendo gestionados por SAMU para atender a personas infectadas por el COVID-19. Estos centros, puestos en marcha recientemente en San Juan de Aznalfarache y La Línea de la Concepción, atienden principalmente a ancianos infectados de distintas residencias de la comunidad autónoma andaluza.
La tela suministrada es el material conocido como TNT 100% propileno. Con un peso de 55gr/m2, es un tejido opaco, semirrígido, fino, muy suave pero de gran resistencia y repelente a líquidos especialmente diseñado para ropas desechables.
Los 11 internos, voluntarios escogidos entre los numerosos ofrecimientos para poner su granito de arena en la lucha contra la pandemia, van a fabricar aproximadamente 275 unidades en un plazo de entre 6 y 8 días. El número de participantes ha tenido que ser limitado para que en el espacio donde tiene lugar el taller se respete la distancia de seguridad recomendada por las autoridades sanitarias.
La Fundación SAMU, a través de su proyecto ‘San Dimas. Hogar, oportunidad y esperanza’, lleva trabajando en la prisión de Sevilla I desde hace casi un año. Sus especialistas sanitarios han enseñado a los internos a realizar prácticas de primeros auxilios. Además, han dado formación específica a los internos de apoyo o conocidos como ‘presos sombra’ que participan en el Programa de Prevención de Suicidios.
En el marco de este proyecto, Fundación SAMU quiere seguir dando oportunidades a las personas privadas de libertad, a través de iniciativas como ofrecer pisos de acogida para que los internos que salgan de permiso o en libertad tengan un espacio al que acudir, recibir orientación y apoyo o la formación profesionalizada a través de la puesta en marcha de viveros de flor cortada o el tratamiento, la limpieza y distribución de ropa reciclada.