Tirar de la ORA para esto. La primera obligación moral, social y legal de toda Administración -de ahí su nombre- es administrar bien. El primer deber es con el sufrido ciudadano del que salen todos los impuestos y sanciones que permiten a las administraciones decidir en qué gastan su dinero, no el de las administraciones, porque no es suyo: el de la ciudadanía. Por eso sobran todas las obras caprichosas, erostráticas, megalómanas, que más que rótulos en calles o avenidas, merecen un tachón en su expediente. No satisfechos con los destrozos de la veladorización-tranviación-bicicletación (nunca peatonalización) que enterró partes muy importantes de la historia artística, documental y patrimonial de Sevilla, para “asemejarla” a ciudades cuya estructura urbana no tiene nada que ver con la propia, lo ampliaron ¡venga millones, ¡“que no pasa ná”!, para justificar un recorrido paralelo… con el metro, por tanto innecesario. No quedaron conformes y lo de ahora es peor. Como Sevilla por lo visto “no necesita” una red de transporte rápido y eficaz, más millones para un transporte lento, y en superficie con el que dejar la ciudad sin árboles y crear caos de tráfico. Muy (in)coherente. Injustificable. Escandaloso. El problema del tráfico no se resuelve poniendo barreras al vehículo privado. Eso sirve para exaltar nervios. Nada más. Sólo se convence de dejar el coche en casa si previamente existe un sistema de transporte público eficaz. Pero eficaz no es dar paseítos para observar el paisaje. Es acercar todos los puntos clave para hacer posible llegar puntualmente de uno a otro.
Diez organizaciones sociales-culturales, a las que se unen otras, hasta sumar quince, de momento, han mostrado su oposición a la ampliación del tranvía (por favor, no mientan más, que ni es “centro” en Nervión, ni metro en ningún sitio) hasta Santa Justa. En esta ocasión en recorrido paralelo en la mitad del trayecto, porque ahora se trata de ahorrar su inversión al Gobierno y a la Junta ¡pobrecitos!, que ya invierten “de sobra” (?) en esta ciudad abandonada de la mano de sus gestores y de los jefones de sus gestores; de quienes realmente llevan su gobierno por encima del Consistorio. De quienes llevan siglos hundiendo esta ciudad en su ignominia. La de los gestores. Lamentable porque los únicos de acuerdo con esa ampliación que perjudicará de forma notoria al eje San Francisco Javier-Luis de Morales-José Laguillo y a la Avenida de Kansas City, y a los tres cruces intermedios, como si no tuvieran ya bastante problema en su propio enrevesado trazado, los únicos favorables son los técnicos pagados por el Ayuntamiento (con el dinero de la ciudadanía, conviene recordar) y cierta organización pseudo ecologista, egoístas en su compromiso con el partido más responsable que regidor de los dineros y las necesidades de Sevilla.
Modernizar una ciudad es lo contrario de destruirla. Y comunicar sus barrios lo contrario de encender faroles incapaces de alumbrar por inexistentes. El transporte rápido, eficaz y menos contaminante, no va en superficie. Este lo mueve otros intereses cuya comprensión es bastante fácil aunque nunca sean reconocidos.