El Camino de Santiago se suele recorrer a pie o incluso en bicicleta, pero más raro es lo que se han propuesto tres hombres, de entre 50 y 62 años, que van a hacer más de mil kilómetros de peregrinaje en sus vespinos.
Dos santanderinos y un madrileño, con la mente puesta en un viaje de amigos, decidieron emprender esta aventura tras la clásica frase "¿A qué no hay narices?". Ese reto de uno de ellos era hacer el Camino de Santiago en vespino, como explica a Efe Armand Comín, uno de los participantes.
Este camino, que ellos han denominado "Ruta de los Jubileos", pasará por Santiago de Compostela y de regreso también por el monasterio de Santo Toribio de Liébana (Cantabria).
Son dos lugares santos: uno por albergar la tumba del Apóstol, y otro por poseer el mayor trozo de la cruz de Cristo.
Formado también por Vicente Olivares y Javier Cuesta, este singular trío partirá de Santander el 20 de septiembre para, siete días más tarde, volver al punto de partida.
La idea surgió después de que uno de ellos restaurara recientemente su ciclomotor.
Comand fue el único que tuvo que comprar la vespino, puesto que sus dos compañeros ya la tenían. El precio de estos vehículos ronda los 900 euros en el mercado de segunda mano.
Por las características del ciclomotor, la ruta transcurrirá por carreteras -que no sean autovías- cercanas a la costa hasta Lugo, donde tomarán la dirección al sur para ir hasta Santiago.
El camino de vuelta será a través de Orense y León para ascender al puerto de San Glorio y, posteriormente, descender a Santo Toribio de Liébana y regresar a la capital de Cantabria.
"Es un proyecto muy especial que trata de aunar diferentes motivaciones: una ilusión en tiempos de pandemia que prometimos hacer, un viaje de amigos disfrutando de la carretera, de los paisajes y de las gentes a un ritmo mucho más tranquilo que el que el día a día actual nos impone", señalan.
Pero, sobre todo, un recuerdo a sus "años jóvenes cuando un simple ciclomotor, una moto con pedales, era la mayor ilusión" que podían tener. Y, ya de paso, aunar los caminos de Santiago y Santo Toribio en un único periplo.
Estos hombres son conscientes de que no va a ser un camino de rosas, puesto que una vespino está muy bien para dar un paseo, pero no tanto para viajes largos.
Lo primero porque, como la define Comand, es "el 600 de las dos ruedas", así que no se le puede pedir una gran velocidad a una máquina humilde. Y lo segundo por el dolor de trasero. "No es lo más cómodo del mundo", reconoce.
Tras haberse hecho con unas forjas, ya han hecho un simulacro de viaje con el ciclomotor subiendo "sin problemas" al puerto cántabro de Alisas, a pesar de que son hombres corpulentos, como señala Comand.
El objetivo de esta prueba era saber cómo sería el paso por el puerto que une Cantabria con León, San Glorio, durante la ruta. "Cuando lo contamos, hay gente que se echa las manos a la cabeza", apostilla.
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Un peregrinaje a vespino
Ttres hombres, de entre 50 y 62 años, van a hacer más de mil kilómetros de peregrinaje en sus vespinos. Son dos santanderinos y un madrileño
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