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Sal de Sanlúcar para el deshielo

El cloruro sódico es el agente de deshielo más utilizado / En Sanlúcar, la empresa ProaSal destina el 10% de su producción a estos fines / Sus clientes llegan desde Andalucía y el centro de España pero también desde Inglaterra y Francia.

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  • La empresa salinera ProaSal ha enviado en las últimas semanas alrededor de 8 mil toneladas a distintas zonas de Andalucía. -
Las intensas nevadas de los últimos días han llevado a los ayuntamientos y empresas encargadas del mantenimiento de las redes viarias a demandar sal para romper las placas de hielo que la nieve deja en las carreteras y aceras de los municipios. La empresa ProaSal, en Sanlúcar, es una de las salineras que exporta la sal necesaria para combatir estas placas de hielo. En concreto, del total de su producción, estimada en unas 200.000 toneladas anuales, la salinera sanluqueña reserva un 10 por ciento para el deshielo, lo que representa 20.000 toneladas, según los datos ofrecidos por el director comercial de la salinera, Manuel García, quien, no obstante, añade “en caso de necesidad podríamos ampliar esta cantidad”.

La demanda de sal de Sanlúcar llega en los últimos días sobre todo de la sierra de Grazalema y Córdoba, lugares afectados por las nevadas a los que se han enviado unas 3.000 toneladas de sal. A Ronda, Málaga y la zona centro de Andalucía se han enviado 5.000 toneladas. Andalucía y la zona centro del país son las zonas a las que normalmente ProaSal sirve sus pedidos de sal para deshielo pero también las peticiones llegan desde el extranjero. Inglaterra, Francia y Holanda se encuentran entre los países demandantes de este producto, considerado por el Instituto de la Sal como “el agente de deshielo más utilizado en Europa y en el mundo debido a sus grandes ventajas con respecto a otras alternativas”. De hecho, el director de ProaSal, Juan Manuel Díaz, recibía esta semana una petición de información por parte de Holanda, interesándose por la capacidad de suministro diario que la salinera instalada frente a Doñana es capaz de servir con el objetivo de “garantizar las reservas en previsión de nuevas nevadas”.

En la mayoría de los casos son los ayuntamientos o las empresas encargadas del mantenimiento de las carreteras las que realizan estos pedidos. En el caso de Holanda, por ejemplo, la petición de información proviene del Ministerio de Transportes holandés.

Las nevadas han sorprendido a muchas zonas y la posibilidad de almacenamiento del producto es inexistente, ya que la mayoría de municipios no tienen capacidad para almacenar la sal, por lo que, con estas inclemencias meteorológicas, los clientes no reparan en el precio de una sal que normalmente se destina al consumo, frente a la extraída en las canteras de sal, con un precio más bajo y más residuos, utilizada para provocar el deshielo en las carreteras.

La sal, compuesta como mínimo por un 97 por ciento de cloruro sódico, puede obtenerse por tres vías. La obtenida a través de los procesos naturales de evaporación, que dan origen a la sal marina; de manantiales salados, ubicados, por ejemplo, en localidades gaditanas como Arcos; y, la obtenida de canteras, denominada sal de roca. Esta última es la que más se utiliza para el deshielo, según explica el responsable de ProaSal, debido a que “no es apta para el consumo”. No obstante, cuando la demanda supera a la oferta o a la capacidad de extracción de las salineras - como ha sucedido estas semanas - la sal marina también se destina a estos fines y las demandas de producto llegan por ‘efecto rebote’ a empresas como ProaSal, la segunda empresa salinera en tamaño de los dieciocho grupo productores que forman parte del Instituto de la Sal.
La capacidad de las dos salineras existentes en Sanlúcar y propiedad de ProaSal es superior a las 170.000 toneladas. Las ventas anuales de la salinera rondan las 100.000 toneladas, por lo que “ese sobrante se puede destinar a las demandas de sal que tengamos ahora”, especifica Díaz.

LOGÍSTICA

Trasladar la sal desde Sanlúcar hasta los lugares afectados por los temporales de nieve es otro de los retos a los que se enfrentan las salineras. En el caso de Proasal, los envíos se realizan generalmente a través de transporte terrestre, a granel, envasada en big bags y también en sacos de 25 kilos, que luego son utilizados directamente por los operarios para esparcir la sal sobre los viales o las aceras, con el objeto de romper las placas de hielo.

La salinera tiene capacidad para servir alrededor de 500 toneladas de sal diarias en el caso de que fuera necesario, para lo que destinaría 20 camiones de su flota a estos fines, manteniendo además la actividad cotidiana de distribución de la sal destinada al consumo.

Cuando se disuelve en el agua, la sal baja la temperatura a la cual aquella se congelaría, aunque su efecto depende del nivel de concentración, según recoge un informe elaborado por el Instituto de la Sal. En la teoría, la sal puede trabajar a temperaturas inferiores, pero normalmente es utilizada a temperaturas de hasta -15º C. Alcanza un mayor grado de eficacia como descongelante cuando es esparcida antes de que el hielo se forme, pero estas circunstancias dependen de la capacidad de previsión de los distintos países.
Las condiciones climatológicas son impredecibles y en los distintos países del continente europeo, así como en la Península Ibérica, el tiempo puede ser diferente dependiendo de los distintos lugares. A pesar de estas dificultades para gestionar lo impredecible, desde el Instituto de la Sal señalan que “cada invierno los países europeos y la Península Ibérica en particular lo hacen”.

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