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?Expresivo? y ?Quitapajas? dejan una veintena de heridos

El popular Toro del Aleluya provocó una avalancha humana que acabó en fiesta total

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  • Cinco de ellos, por asta de toro, tuvieron que ser atendidos en Jerez y en Villamartín
El Domingo de Resurrección volvió a ser un día de esplendor en las calles de Arcos. La ciudad, para celebrar el retorno de Cristo al mundo de los vivos, puso en la calle dos toros de la ganadería de María del Carmen Camacho, que contaron con miles de corredores ávidos de nuevas emociones y de rozar el peligro que supone una res encajonada en determinados tramos del recorrido donde las calles más estrechas se convierten en un embudo en que las embestidas pueden resultar incluso mortales.
Al cierre de la fiesta, el número de personas atendidas fue de cinco heridos por asta de toro, dos de ellos trasladados al hospital de Jerez de la Frontera y uno al hospital de Villamartín, más dos heridos por caída que fueron trasladados al hospital de Jerez y a Villamartín, respectivamente, más 15 heridos leves.
Afortunadamente, y según los últimos datos de Cruz Roja, no hay que lamentar heridos graves como en otras ediciones, aunque el primero de los toros avisó de su peligro al embestir contra los barrotes de seguridad, hiriendo a una persona en el muslo que tuvo que ser evacuada al hospital de campaña. Al parecer, se trata de uno de los novilleros del equipo de seguridad, según las últimas noticias, aunque está fuera de peligro.
El primero de los toros, de nombre Expresivo, con un peso de 560 kilos y de color negro bragado, salió puntualmente a las doce del mediodía desde el cajón situado en la calle Gomeles, una vez que la alcaldesa de la ciudad, Josefa Caro, ondeó el pañuelo como símbolo inequívoco de inicio de la fiesta.
Expresivo salió como una exhalación, aunque su bravura fue mermando a medida que fue pisando el atípico suelo que supone el empedrado de las calles arcenses. Pocos fueron los corredores que durante los primeros minutos se le acercaron, al tratarse de un animal fresco capaz de embestir en cualquier momento. Así, el toro decidió permanecer un rato en el Gallo Azul sin que las invitaciones del equipo de seguridad sirvieran para algo. No obstante, en apenas ocho minutos, el toro logró realizar el recorrido íntegramente, es decir, desde la calle Gomeles hasta el final de Corredera.
En torno a las 13.00 horas comenzaron las tareas para ensogar a la res y devolverla a su cajón, lo cual supone un trabajo ciertamente dificultoso teniendo en cuenta que el animal estaba aún en condiciones de arremeter contra cualquiera que se le acercara. Sin embargo, era de obligación ante la normativa del Gobierno no mantener el toro más de una hora en el recinto, lo cual se cumplió a rajatabla.
Ya a las 15.00 horas tuvo lugar la salida del segundo toro, de nombre Quitapajas, de pelo colorado chorreado en verdugo, el cual sufrió, como el primero, alguna caída derivada de la acumulación de cera de las procesiones de Semana Santa. Con el toro en la calle, la Policía intervino para retirar del recorrido algún que otro corredor con signos de embriagadez, evitando así algún hecho desgraciado. El toro, más avispado que su predecesor, provocó más de un susto y una cogida de la que, al cierre de esta edición, se desconocía su gravedad. El percance se produjo a la altura del número siete de la calle Alta, donde la estrechez de la calle supone un peligro.
En las calles aledañas todo fue buen ambiente, incluso con novedades como el bar instalado por la hermandad del Santísimo Cristo de la Vera Cruz en la calle Corredera para ayudar a los gastos de la cofradía, que este año han sido importantes con la refundación de su onzuria de armaos.
Los vecinos más privilegiados, que hicieron de sus azoteas balcones abiertos al espectáculo, aprovecharon para hacer las barbacoas características del día y lugar de reunión familiar. Los barrancos, tanto de la calle Gomeles como el de San Miguel, en Corredera, fueron las mejoras atalayas para ver el espectáculo. A esas horas, el toro fue entregado a su cajón, para que el público se dispersara por los bares de la zona y, sobre todo, por las jaimas instaladas en el Paseo de Andalucía. Dos horas de descanso para reponer fuerzas pero también para tomar una copa de más, lo cual provocaría más peligro, si cabe, para el segundo encierro del día.
La falta de aparcamiento fue un año más una característica difícil de salvar, aunque en este sentido hay que destacar el papel que desempeñaron las grandes superficies comerciales y, en particular, el colegio La Salle y el grupo joven Proyde a la hora de proporcionar cientos de plazas en el campo de fútbol del centro educativo.
En el enorme dispositivo de seguridad, hay que destacar la labor de coordinación realizada por Cruz Roja, que instaló un impresionante hospital de campaña en Pozo Hondón, amén de mantener alerta varios equipos en distintos puntos del recorrido.
Sólo la Policía Local mantuvo trabajando a 18 agentes en dos turnos con dos cabos. A ellos se sumó entre 30 y 40 agentes de la Guardia Civil más un número indeterminado de antidisturbios, los efectivos del cuerpo provincial de bomberos, los voluntarios de Protección Civil con un coordinador al frente, y los efectivos sanitarios adscritos al centro de salud de la localidad.
El dispositivo central de Cruz Roja contó con el citado hospital de campaña, tres ambulancias de soporte vital avanzado, seis ambulancias de soporte vital básico, un camión de comunicaciones y tres vehículos de apoyo. En cuanto al personal, dispuso de un cirujano, un traumatólogo, un anestesista, tres médicos generales, cinco DUES y 90 voluntarios entre conductores, auxiliares de transporte sanitario y socorristas, lo cual da una idea del impresionante dispositivo que la entidad humanitaria puso en marcha.
Desde Cruz Roja se ha querido agradecer la labor de todo el personal que ha intervenido en el dispositivo, tanto de la asamblea de Arcos como de otras de Andalucía que han trabajado de forma excelente y coordinada para evitar alguna desgracia.
Igualmente, se ha querido agradecer la coordinación mantenida con otras fuerzas de seguridad, como Policía Local, Protección Civil, bomberos, Guardia Civil y el propio Ayuntamiento de Arcos.
Al finalizar los encierros, el ambiente se concentró en el Paseo de Andalucía, donde un año más se instalaron las jaimas, calibradas especialmente para la juventud. Allí, la fiesta se desmadró, provocando una enorme concentración de personas al ritmo de la música de moda y de la bebida desmedida, lo cual no ha de extrañar porque siempre ha sido así.
Para esta semana se esperan las valoraciones oficiales de la fiesta, aunque todo apunta a que ha sido una de las ediciones más tranquilas a nivel de incidencias y de accidentes, según el número de personas atendidas, aunque, no obstante, se desconoce la suerte que corren los atendidos en los distintos centros hospitalarios. A priori es un dato positivo, pues el Toro del Aleluya de Arcos se ha cobrado incluso alguna víctima mortal en alguna edición.
El hecho de la fiesta no privó, por otra parte, que numerosos arcenses decidieran no salir de casa o vivir el Domingo de Resurrección en el campo al ambiente de las barbacoas y de la reunión familiar, dejando así a un lado el agobio que supone la presencia de miles de personas de juerga en las calles de la ciudad.

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