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Calle Real, no confundir las churras con las merinas

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 NO son buenos los triunfalismos y muchos menos, por poco fiables, cuando llegan a través de las declaraciones de un político que defiende precisamente lo que le da razón de ser a un optimismo excesivo. No es pues bueno confundir churas y merinas en lo que atañe a la calle Real, sin que eso quiera decir que no se está produciendo, no sólo esa transformación que ya se presagiaba por los que defendieron el proyecto desde el principio -caso de este periódico- sino la adhesión cada más más numerosas de ciudadanos que estuvieron en contra.

Pero ahí quedan las cosas a la espera que de que el tiempo siga dando y quitando razones y así se deben interpretar las declaraciones del delegado de Comercio, Turismo y Deportes, entre otras cosas, del Ayuntamiento de San Fernando, Manuel Prado Fernández, cuando habla de la revaloración del precio de los alquileres en la calle Real y lo hace con esa frase de que se ha disparado por las nubes.

Llegados a ese punto, lo que sería bueno diferenciar y se diferenciará con el tiempo, es si realmente se ha producido una revalorización de la calle en sí gracias a la nueva concepción y al éxito que está teniendo -sólo hay que ver la cantidad de personas que la utilizan como lugar de esparcimiento-, o lo que se ha disparado es la avaricia de los dueños de locales, generalmente los que estaban en contra del proyecto porque esos locales perderían valor en una calle semipeatonal.

De todos es sabido que el propietario de un local susceptible de ser convertido en una tienda puede pedir la luna por alquilarlo, pero otra cosa es que se la den cuando lo más normal es que se quede con el letrero de “Se alquila” durante muchos meses y años si la cantidad solicitada es desmesurada. Sí es más factible creer -aunque ahora mismo sea un dogma de fe- en que las franquicias llegarán más pronto que tarde a la principal calle de la ciudad y a través de esas franquicias se revaloricen los locales que ahora han colgado los carteles con los precios por las nubes. Sería, como mínimo, un proceso más razonable que creerse lo que no se creen ni los que dicen creérselo y que por eso ponen precios que no aceptará nadie.

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