Un gol al machismo

Publicado: 27/08/2023
Autor

John Sullivan

John Sullivan es escritor, nacido en San Fernando. Debuta en 2021 con su primer libro, ‘Nombres de Mujer’

El cementerio de los ingleses

El autor mira a la realidad de frente para comprenderla y proponer un debate moderado

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Puede que Jenni Hermoso fallara un penalti en la final, pero no cabe duda: le ha metido un golazo por toda la escuadra al machismo
Apenas una semana después del gran hito del fútbol femenino español, la victoria deportiva quedó en un segundo plano. El beso forzado del presidente de la RFEF, Luis Rubiales, a la jugadora Jenni Hermoso ha formado un escándalo lo suficientemente grande para eclipsar nada menos que un campeonato del mundo. Tras las presiones a la futbolista para que acompañara al dirigente en su vídeo de disculpa, incluso con comunicados exculpatorios falsos atribuidos a la propia Hermoso, el jueves se anunciaba la dimisión de Rubiales. Sin embargo, como Leonardo Di Caprio en El Lobo de Wall Street, compareció para decir que no haría tal cosa, que el beso fue consentido, que «el falso feminismo es una gran lacra» y otra lluvia de sandeces y bravatas de taberna dieciochesca.

Viendo las imágenes de la Asamblea de la RFEF ayer, se me cayó el alma al suelo. Rubiales dijo que no dimitiría hasta en cinco ocasiones y fue aplaudido pese a la naturaleza de los actos por los que se esperaba que lo hiciera; sí, queda bastante machismo en la sociedad cuando un presunto agresor sexual pone los cojones en la mesa y se le aplaude. Continuaba el aún presidente diciendo que el beso fue consentido, pese al desmentido de Jenni Hermoso; él determina que lo fue porque lo dicen sus huevos morenos y punto. Él determina que el feminismo español es «falso» y «una gran lacra», partiendo de la misma fuente sita en su entrepierna. Y remata diciendo que irá a los juzgados para defenderse de Yolanda Díaz, Irene Montero, Ione Belarra y Pablo Echenique. Parece que, según este elemento, todo el mundo tiene la culpa de que él se creyera con derecho a besar a una futbolista sin consentimiento menos él mismo.

Los aplausos recibidos por Rubiales dan miedo si no fuera porque vienen de una minoría del fútbol español. Pesos pesados de nuestro fútbol como Iker Casillas han censurado la puesta en escena del dirigente: «vergüenza ajena», afirmaba en Twitter (ahora es X pero también llamamos Pryca a Carrefour) el ex guardameta. Borja Iglesias, jugador del Betis, renunciaba a la selección hasta que cambien los dirigentes federativos y se acabe esta impunidad. Y más de 80 jugadoras, entre ellas la totalidad de las campeonas, han dicho que tampoco volverán a jugar con La Roja mientras continúen así las cosas. Las declaraciones esta semana de Isco, Ancelotti, Rafa Benítez y otras personalidades del fútbol debilitan más aún a Rubiales, cuyo esperpento de ayer no es más que la brazada desesperada de quien sabe que va a morir en el mar.

El Consejo Superior de Deportes ha iniciado con los trámites pidiendo al TAD la inhabilitación del mandatario. La FIFA (siempre tienen que venir a arreglarnos las cosas desde fuera) ha suspendido a Rubiales durante noventa días. Y, visto lo visto, parece ser que la jugadora va a denunciarlo por agresión sexual, a pesar de que quería dejar el asunto en mera anécdota, tras el acto de chulería que se marcó Rubiales ayer en la Asamblea. La prensa internacional, jugadoras de todo el mundo, gran parte de la sociedad y un largo etcétera se ponen del lado de la jugadora. Algo impensable no hace tanto tiempo. Aún han pasado cinco años desde que tanta gente dudara del testimonio de la víctima de La Manada y meses desde que todo el machismo patrio se sintiera amenazado por la Ley de Libertad Sexual. Parece que esta Copa del Mundo era el escaparate necesario para hacer despertar a parte de nuestro país. Aunque aún quedan algunos primates negando el machismo, su violencia y defendiendo al presunto agresor.

Aún queda mucha gente que se acuerda ahora del precio del combustible o de la subida de precios que llevan a cabo muchas grandes empresas cuando el contexto se puede aprovechar para un nuevo atraco. Pero ayer hubo un clamor generalizado de personas de bien pidiendo una dimisión que se resiste o un cese que ya debería haber llegado de forma fulminante. Puede que Jenni Hermoso fallara un penalti en la final, pero no cabe duda: le ha metido un golazo por toda la escuadra al machismo. Este partido lo vamos a ganar.

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