n esta ocasión proponemos un atractivo recorrido por una de esas carreteras secundarias con encanto. Se trata de la CA-5102, que lleva desde San José del Valle al Puerto de las Palomas. Hasta 1997 apenas tenía asfaltados cuatro kilómetros, siendo remodelada como alternativa a los caminos que quedaron inundados tras la entrada en servicio de la presa de Guadalcacín II. La ruta sigue el trazado de una antigua vía pecuaria: un ramal de la Cañada de Albadalejo y Cuartillos conocido como Cañada Real del Boquete o Llanos del Valle.
La conocida Venta del Boquete es la puerta de entrada a estos apartados parajes de los Llanos del Valle. En sus primeros kilómetros la carretera discurre por un terreno quebrado a través de la angostura que ha labrado el Arroyo del Valle entre los Cerros del Boquete y Gurugú. Apenas hemos recorrido dos kilómetros cuando a la izquierda dejamos la entrada del hotel y restaurante El Acebuchal, donde se ha instalado también un campo de tiro. Se trata de nuevas actividades que van dando forma a la oferta de turismo rural a la que San José del Valle se está incorporando desde hace unos años.
Si hasta aquí el camino ha discurrido por entre lomas cubiertas de monte bajo, a partir del kilómetro 3 el paisaje se abre, especialmente en la margen derecha de la ruta, donde aparecen las suaves laderas de Sierra Labrada, topónimo que nos apunta el ya antiguo uso agrícola de estas tierras. Por estos parajes veremos diseminadas entre el monte adehesado casas de Dehesa Llanos del Vallelabor, rancho", pequeños cortijos... A la altura del kilómetro 4 llama nuestra atención a la derecha de la carretera la entrada a la finca de Los Llanos del Valle. En los pilares de la cancela, unos curiosos azulejos en los que puede leerse “Llanos del Valle, 1918”, dan pistas claras del origen de esta explotación agropecuaria, cuyo caserío se encuentra algo más alejado del camino, en las laderas de la Loma de los Poyales. Como dato significativo diremos que en el primer mapa topográfico de la zona editado en 1917 no figuran ni las casas ni el topónimo de esta finca que da nombre a todo el valle.
los llanos, en pleno esplendor
La carretera discurre ahora por un paisaje abierto, una gran llanada, que justifica el nombre de Los Llanos del Valle. En ambos lados, y en especial a la derecha, en las faldas de la Loma de los Poyales, crecen verdes prados sobre los que pasta el ganado. Entre los kilómetros 5 y 6 junto al camino, algunas casas de los colonos que tiempo atrás residían en estas tierras, resisten el natural deterioro del paso del tiempo y guardan el sabor propio de la arquitectura popular. Décadas atrás, el antiguo IRYDA realizó parcelaciones en Los Llanos para mejorar la explotación agrícola de estos terrazgos, como aún indican los carteles, ya oxidados y descoloridos que aún pueden verse junto a la carretera.
En los pequeños cerros que por este lugar salpican el paisaje no faltan algarrobos, acebuches, lentiscos o encinas, así como la vegetación propia del monte mediterráneo entre la que pueden verse también, criándose entre los prados y las arboledas, vacas, caballos, ovejas, cabras o toros de lidia. Estos últimos llamarán a buen seguro la atención del viajero al pasar junto a los campos de la Dehesa del Romero, (a la altura del kilómetro 7) donde un buen número de reses pastan entre acebuches y encinas entre las que se adivina también un tentadero.
Un cartel en la cuneta nos alerta del cruce de ganado y de animales silvestres. Y no es para menos ya que en la época de la berrea, estos escondidos rincones son el lugar ideal para sorprender a los ciervos que bajan desde las laderas arboladas de la Sierra de las Cabras, o desde la Loma de los Poyales, desde la Dehesa de Puerto Frontino y, algo más adelante, ya en las proximidades del Puerto de las Palomas, desde los cerros de Montifarti, en los Montes de Jerez.
En septiembre, a la caída de la tarde, nos gusta venir a estos solitarios parajes de Los Llanos para salir al encuentro de los venados en celo o, cuando menos, para escuchar sus berridos, que resuenan entre las faldas de Las Cabras dejando a las claras que estos grandes ciervos son, por si quedara duda, los reyes del bosque.
por la sierra de la sal
A la altura del kilómetro 8 reclama nuestra mirada, a la izquierda de la carretera, una estrecha garganta que se forma entre las faldas de la Sierra de la Sal y la de Las Cabras. Se trata de dos formaciones calizas de edad jurásica cuya línea de cumbres es prácticamente horizontal debido a la peculiar disposición de los estratos rocosos que las constituyen. La Sierra de la Sal nos ha venido acompañando a la izquierda desde los inicios de nuestro recorrido, mientras que la de La Cabras nos escoltará a partir de este punto hasta las cercanías del Puerto de Las Palomas.
La garganta se conoce con el nombre Boca de la Foz (o de la Fox), angosto desfiladero labrado por el Arroyo Bogás entre los estratos calizos de este gran lomo rocoso en forma de arco, que ha sido cortado a pico por el arroyo. Desde la carretera, si nos paramos frente a él, podremos apreciar los farallones pétreos que se alzan en las paredes de la Boca de la Foz, donde no es extraño observar grandes rapaces. Volveremos otro día para recorrerla hasta su salida, en las proximidades de El Taramal, recordando las visitas que hicieron por estos parajes, hace más de cien años, los naturalistas ingleses Buck y Cahpman en busca del quebrantahuesos.
A partir de este punto, a la altura del kilómetro 8, la ruta va cambiando de orientación, para buscar el Puerto de las Palomas. En este lugar cruza la carretera la antigua Vereda de Alcalá de los Gazules, que viene a unirse a otra vía pecuaria, la Vereda de la Boca de la Fox, que atraviesa la garganta hacia las tierras de Tempul y de Algar: caminos centenarios que no pueden perderse. Frente a la Boca de La Foz, aún puede verse la vereda que discurre paralela al Arroyo de Bogás, entre las tierras del Rancho de Calvo (a su izquierda) y del Cortijo de Cortés (a su derecha).
En este lugar, donde podremos parar un rato para contemplar el paisaje circundante y los perfiles de la sierra y la garganta, veremos los primeros carteles que señalizan los límites del Parque Natural de Los Alcornocales, en cuyo territorio acabamos de entrar. Frente a nosotros, llaman también la atención en este lugar los vallados del Cortijo de Cortés Alta (Casa de la Cortés, figura ya en el mapa del IGN de 1917), cuyo renovado caserío se divisa en las laderas de la Loma de los Poyales.
en el parque de los alcornocales
Desde el Llano de Cortés, la carretera inicia ahora un suave descenso siguiendo el trazado de la antigua cañada, dejando a la izquierda, a lo lejos, las laderas de la Sierra de Las Cabras sobre los que crece un espeso monte arbolado. En las faldas se adivinan los caseríos de algunas fincas, perdidos entre el bosque y que pertenecen a las Dehesas de los Dornajos y de Los Caños. Junto a la carretera corre el arroyo Garganta de la Toma y, a juzgar por las barranqueras que se aprecian, debe bajar nutrido de aguas en época de lluvias.
Por muchos lugares veremos los carteles que nos indican los límites del Parque Natural, así como los que anuncian el paso de animales silvestres o ganados, ya que, a diferencia de las fincas que hemos dejado atrás en los Llanos del Valle, de clara vocación agrícola, las que ocupan las laderas de estos montes están dedicadas a la ganadería. A la altura del kilómetro 12 podemos ver a la derecha un gran cercado en el que, con frecuencia, pueden observarse de cerca los toros de lidia de la Dehesa de Los Caños. Tras los cercados destaca el llamativo perfil del Cerro de la Cuna , con dos cumbres gemelas separadas por un pequeño collado, a cuyos pies nace el río Fraja, afluente del Barbate.
A partir del kilómetro 14 el paisaje vuelve a cerrarse y la carretera inicia un suave ascenso entre cerros poblados de acebuches, algarrobos, encinas… En los lugares orientados a exposiciones de umbría y en las vaguadas más frescas no faltan tampoco los quejigos, los espinos, los madroños, muy abundantes en las laderas y hondonadas con más humedad. Un cartel nos indica que abandonamos el término municipal de San José del Valle para internarnos en el de Jerez, mientras la carretera asciende por una estrecha garganta.
A nuestra izquierda se aprecia ya el extremo sur de la Sierra de las Cabras, a cuyos pies la ruta cambia bruscamente de orientación para rodear las faldas de esta sierra. Apenas pasamos el kilómetro 15, en el horizonte se apunta la cima piramidal del Picacho, una de las más notables de las que conforman la cercana Sierra del Aljibe. Al poco, en un recodo a la izquierda de la carretera y al pie del extremo sur de la Sierra de las Cabras se encuentra la vieja Casa de las Palomas, ejemplo de arquitectura popular. Está enclavada en la finca de Montifarti, que forma parte de los Montes de Propios de Jerez y a la que pertenecen las tierras que se atraviesan en este tramo según indican varios monolitos que podremos ver junto al camino.
Al poco de pasar el kilómetro 16, a la derecha, junto a la cuneta, llamará nuestra atención la Fuente de los Pastores, cuyo caño alimenta un gran pilar, reformado en 1959, y donde podremos parar para refrescarnos y admirar el paisaje que se abre frente a nosotros.
La Sierra de las Cabras nos muestra aquí las faldas de su extremo meridional, en las que se encuentra la Cueva de las Palomas, gran cavidad en la que halló refugio el hombre prehistórico. En las proximidades de estos parajes próximos a la Fuente de los Pastores y la punta de Las Palomas, tuvimos ocasión de tropezarnos en 1997 con los escenarios de rodaje del primer documental que National Geographic realizó en España, dedicado integramente al Parque de los Alcornocales: El latido del bosque.
Dejamos la fuente para continuar subiendo las rampas que la carretera presenta en este tramo. Atravesamos por un pinar de repoblación y a la derecha dejamos la entrada de la finca Chaparro Dulce, siempre con la presencia de la silueta del Picacho. Algo más adelante, otra cancela conduce a la Dehesilla de Alba, para llegar, pasado el kilómetro 18 a un paraje abierto; el Puerto de las Palomas, fin de nuestro camino.
En el puerto se ha instalado un mirador en el que encontraremos también paneles informativos y desde el que podremos apreciar un soberbio paisaje que tiene como telón de fondo las cumbres de la Sierra de las Cabras, las más lejanas de los Montes de Jerez y de la Sierra de Grazalema y las más cercanas, a nuestra derecha, del Picacho.
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