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La peña aspira a monumento natural

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  • El pinsapar, único -
Un municipio que se precie de sus valores históricos, monumentales, naturales y culturales no puede faltar a una cita tan crucial en la promoción turística como la Feria Internacional del Turismo (Fitur). Es el caso de Arcos, una de las ciudades monumentales andaluzas por antonomasia en la que destaca una incipiente oferta que no ha hecho más que poner en valor los recursos endógenos de una localidad referente del turismo gaditano.


El aprovechamiento del río Guadalete como lugar de paseo y contemplación de la naturaleza, el novedoso observatorio de aves en la cola del embalse y, sobre todo, la apuesta museística que realiza el Ayuntamiento colocan a Arcos en un lugar privilegiado para la visita turística dado el interés que despierta por su diversificación, a lo que se suma la sobradamente conocida oferta de restauración y hospedaje que brinda al visitante.

Además, Arcos es un referente en el deporte del golf, contando con uno de los principales campos para su práctica, el situado en el complejo turístico Arcos Gardens. La firma turística encuentra en Fitur una cita obligada para promocionar los tan en auge campos de golf de interior, entre los que Arcos Gardens juega un papel preeminente, como así lo demuestra la presencia en las instalaciones de jugadores y equipos de primera línea.

Sin embargo, la primera y más destacada novedad que aportará el Ayuntamiento este año a Fitur será la declaración de la imponente peña de Arcos como monumento natural, en cuyo proceso viene trabajándose desde hace unas semanas. Para los arcenses y visitantes que alguna vez hayan admirado el tajo de la peña, este nombramiento no ha de ser una extravagancia, sino un hecho normal dada su inconmensurable belleza. Si bien Arcos es conocido por el laberinto de su arquitectura popular, entre otros valores ancestrales, se podría decir que la peña es su tarjeta de presentación, el lugar encaramado en el horizonte desde el que bien custodiar la seguridad de un pueblo. Hoy en día, como también lo fue antaño, es el lugar donde descansa el amplísimo conjunto histórico monumental, su casco antiguo.
De la peña arcense se han dicho cosas tan subjetivas como hermosas, como que parece “un bergantín varado a orillas del Guadalete”. No, no es raro que se pretenda declarar “oficialmente” monumento natural. Naturalmente.

El río Guadalete, un motivo más
Pero, hablando del río…, cuando suena es que lleva agua. La contemplación del Guadalete a su paso por Arcos de la Frontera dispone de un moderno y perfectamente integrado en el paisaje sendero de paseo. Sus casi siete kilómetros de longitud lo convierte en un camino fácil de transitar, a excepción de determinados días de invierno en los que se hace necesario el desembalse del pantano, quedando las cotas más bajas del sendero cubiertas por las aguas. Todo forma parte del espectáculo de la naturaleza.

Para realizar el camino -es lo más recomendable- se puede partir del legendario camino de San Antón, cuyo carril de acceso se encuentra junto a la Venta Calderón, aunque también se podrá partir del parque Juan Candil.
Desde ahí comenzaremos a subir una pequeña cuesta desde donde se divisa una inédita vista de la peña vieja, para descender hasta el puente de Angorrilla que cruza el río con una estética pasarela. Vencida la carretera que divide el acceso de Angorrilla, apreciamos un paisaje donde nuevamente abundan las huertas y los pequeños establos de animales. Aquí, el camino de paseo debe convivir con el camino de servidumbre de las parcelas agrícolas colindantes.

Poco a poco el camino se va haciendo más frondoso en su masa forestal que custodia los márgenes del río. Merece la pena caminar en riguroso silencio para escuchar el sonido de las gallinetas y otras aves acuáticas que anidan con gran facilidad en la zona: un remanso de tranquilidad, música casi espiritual que interpreta la naturaleza en una perfecta sinfonía.

Así, alcanzamos el parque forestal dotado de mobiliario infantil de juego. Cruzamos ya la carretera de Debajo de la Peña tras haber descansado un rato en los bancos que se asoman al río desde las viviendas de Algarrobo. Un sitio relajante para mirar al Guadalete y escuchar su murmullo.

Después de pasear por la zona, nos dirigimos al molino de San Félix, no sin mirar con cierto recelo a la Cuesta de Noriega por la que, por ésta vez, hemos decidido no tomar, pues nuestra intención es terminar el camino junto al recinto ferial. Al llegar la última pasarela del río, y una vez que hemos cruzado la carretera de Debajo de la Peña sobrecogidos por la vista del coloso que parece caer sobre nosotros, observamos a gente pescando, algún niño haciendo cabriolas sobre las piedras y a un prudente ciclista que da prioridad, como debe ser, a las personas.
Hemos finalizado el recorrido, con la ilusión puesta en que dentro de poco, cuando repitamos la experiencia, visitemos el centro de interpretación del río. Subimos la falda de La Verbena para regresar después de dos horas y media de camino que bien merece la pena repetir mil veces.

Un centro para interpretar la ciudad
La segunda gran novedad que aporta el Ayuntamiento a Fitur es el Centro de Interpretación de la Ciudad de Arcos (CICA), un equipamiento cultural y turístico de primer orden enclavado en la Cuesta de Belén, entrada tradicional al casco antiguo arcense. Su reciente apertura responde a una necesidad cubierta satisfactoriamente que no sólo aplacará las ansias informativas del visitante, sino del propio ciudadano, que ya que encuentran en este museo una fuente documental y testimonial para conocer el pasado de la ciudad.

Con alrededor de 700 metros cuadrados de exposición, el CICA se proyecta como centro dinamizador y motor cultural de la ciudad, punto de encuentro para la planificación de visitas, actividades y servicios para la puesta en valor e interpretación del legado natural y cultural de Arcos. Sus contenidos son atractivos y contribuyen a incrementar el deseo de los visitantes de profundizar en el conocimiento de la ciudad, consolidándose Arcos como destino turístico y creando una imagen de turismo de calidad y diferenciado, que redunde en la difusión y conocimiento de sus posibilidades.

El centro de interpretación aspira a espacio museográfico donde conviven la información turística y etnográfica con un inventario de piezas que, por su valor arqueológico e histórico, han sido musealizadas por primera vez desde su custodia en el Ayuntamiento.
Siguiendo las tendencias actuales en el mundo de los museos, estos diseñadores han concebido un espacio multidisciplinar que puede ser continuamente ampliado y renovado.

Para observar las aves
Dentro de los nuevos equipamientos municipales vinculados en este caso al medio ambiente, destacan los observatorios de aves creados en la cola del embalse.
La infraestructura, situada al final de la avenida Príncipe de España en la barriada El Santiscal, sirve para facilitar el trabajo a los numerosos ornitólogos y aficionados al mundo de las aves que se dan cita en este paraje natural. Al mismo tiempo, se trata de favorecer la concienciación medioambiental de los ciudadanos, especialmente de los niños a través de actividades escolares.

Los aficionados a la ornitología, fotografía, turistas de naturaleza o grupos de escolares que pretendan hacer uso de estas infraestructuras, deberán concertar la visita a través de la Delegación Municipal del Santiscal, cumpliendo escrupulosamente las normas para favorecer la conservación de estos equipamientos.
Principalmente se pueden observar ejemplares de garza real e imperial, gallineta, calamón y diferentes tipos de patos. Es por ello que este espacio natural está catalogado como Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA).

La Sierra, un ‘mundo’ por descubrir
Arcos es uno de los 19 municipios que conforman la Sierra de Cádiz y la Ruta de los Pueblos Blancos. La comarca y la ciudad comparten valores ambientales de primer orden, así como una serie de espacios que bien merece la pena cuidar para las generaciones venideras.

Tesoro de la Sierra es, en este sentido, el pinsapar del parque natural Sierra de Grazalema, al que se puede acceder desde las localidades próximas: Grazalema, Zahara de la Sierra y la pedanía de Benamahoma. Otros parajes de ineludible visita son El Salto del Cabrero, junto a Benaocaz; las sierras de El Caíllo y El Endrinal, Los Llanos de Líbar... a los que se puede acceder desde distintas localidades. Debido a la proliferación de las empresas dedicadas de lleno al turismo rural, no resulta difícil en algunos casos realizar estas rutas a caballo.

También los amantes de la espeleología tienen un amplio catálogo de cuevas y lugares de interés que visitar, como también los aficionados a la mejor gastronomía encuentran en la Sierra de Cádiz un remanso de sabor. Junto a las conocidas chacinas producidas en localidades como El Bosque, si hay una industria que viene destacando en los últimos años es sin duda la quesera. Los premios de los que hacen acopio distintas empresas acreditan que es una industria en auge y que dice mucho en favor de la comarca. Los quesos de las firmas Payoyo, Pajarete o El Bosqueño son un referente en este sentido. También merece la pena probar una trucha del Majaceite, afluente del río Guadalete; los dulces que producen Villamartín, Algodonales o Grazalema, o disfrutar de las carnes de caza que tan bien saben en localidades como Algar, a las puertas del parque natural de Los Alcornocales.

La Sierra también ofrece la cuna de la marroquinería, en Ubrique, cuyos productos están presentes en todo el mundo por su calidad y diseño. Para la práctica deportiva, habrá que pasar por Algodonales, capital del parapente y otras disciplinas aéreas que encuentran en los riscos de sus montañas un lugar ideal. En Bornos podremos disfrutar del piragüismo, al igual que en Arcos, donde existe un moderno equipamiento deportivo a orillas del lago de la ciudad.

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