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Hablillas

Después de los Reyes

Sin embargo, el proceso se complica con el espacio que parece haber encogido

Publicado: 12/01/2025 ·
14:15
· Actualizado: 12/01/2025 · 14:15
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Autor

Adelaida Bordés Benítez

Adelaida Bordés es académica de San Romualdo. Miembro de las tertulias Río Arillo y Rayuela. Escribe en Pléyade y Speculum

Hablillas

Hablillas, según palabras de la propia autora,

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El árbol envuelto en plástico y los adornos guardados en las cajas descansan en la oscuridad quieta del altillo. Disfrutan del silencio fresco con el espumillón apagado y del olor con que se perfuma la espera hasta el próximo diciembre, cuando el aire los acaricie de nuevo mientras recorren la distancia hasta su lugar habitual de exposición la mañana de la festividad de la Inmaculada.

Pasado el bullicio de compras y reencuentros, la casa se reordena. Aunque suponga un trabajo rutinario y un tanto cansino gusta disfrutarlo, porque el orden nos transmite tranquilidad a la vista y al estado de ánimo. Sin embargo, el proceso se complica con el espacio que parece haber encogido. Entonces tomamos conciencia del deber y la necesidad de deshacernos de esos elementos que llevan años sin moverse de los armarios, sin dejar hueco los cajones ni en las estanterías. Y da pena porque cada adorno, cada arruga de una prenda o la pelusa de un jersey son recuerdos que nos hablan, momentos que justifican porqué han reinado sobre un mueble, se han dejado colgar en una percha o se han rendido a los encantos de un pelo y unas fibras muertas para crecer en la lana. Estos detalles, estas cosas se nos quedan en la memoria, pero no podemos evitar cierta amargura al encerrarlos en una caja con ruedas de plástico rígido o amontonarlos en una bolsa para ocupar un lugar bajo la cama o dentro del canapé.

Menos mal que existe la donación, el acto que nos da la certeza de que en otro lugar o en otro cuerpo nuestras cosas estarán igual de bien que con nosotros. Por eso los embalamos con mimo para que al llegar la hora del reparto, las manos que los cojan y los coloquen o el palmito que los lleve sepan cómo se les han tratado. Es una decisión razonada y, como casi todas, nos deja un velillo de duda destinado a desaparecer en cuanto se reubica lo traído por los Reyes. La marcha de los magos deja un aire nuevo, agradable y nostálgico por la casa, disfrutando de la ilusión, de la emoción de los nuestros al desenvolver los regalos, viendo en sus caras la ilusión cumplida.

Son las imágenes que estos días nos acurrucan cuando nos vamos a dormir, las que no acaban de irse porque las vemos al abrir un cajón o al mirar un mueble, ocupando el lugar de las que ahora son recuerdos. De alguna manera, el pasado y el presente se alían para contarse y contarnos. No hay magia que iguale esta conjunción.

La hablilla quiere desearle, dilecto lector, lo mejor para este año que comienza. La mano que la escribe agradece el tiempo que usted le regala.

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