Según el seminarista y monitor del cursillo, Juan Antonio Casas, el objetivo primordial es que “los chicos se lo pasen bien, que aprendan a ser buenos monaguillos y cómo deben comportarse en la eucaristía”.
Aseguran que buscan que los niños se ejerciten físicamente, además, del motivo vocacional. “Queremos invitarles a pensar y que le pregunten al Señor qué quiere de ellos”, continuaba.
Y es que en los días de la convivencia intentan que los niños piensen si el Señor les está llamando a algo especial.
En la XXX edición del cursillo han participado niños de Baeza, Jimena, Jaén, Pegalajar, Sabiote, Manzanares y Linares. A lo largo de cuatro días los chicos han podido conocer más a fondo la vida del Seminario.
Entre las actividades programadas se han celebrado misas, oraciones, catequesis, y numerosos actos lúdicos y deportivos. Este tipo de encuentros pretende inculcar valores como el compañerismo, la solidaridad o la fraternidad. “Lo más importante de un monaguillo es su comportamiento”, terminó.