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Benedictus

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Hoy me he impresionado profundamente al escuchar en Radio Clásica el Benedictus, y hasta se me han saltado las lágrimas. No se alarme el lector: no se trata de una muestra más de la labilidad emocional del viejo, sino expresión del estado de ánimo que me embarga ante esta bellísima pieza musical.


El Benedictus forma parte de una composición de música sacra. Es una “Misa para la paz”, que lleva el subtítulo de “El hombre armado”. Acaso lo más sorprendente es que, pese a su apariencia clásica, es reciente: fue estrenada en el año 2000, en el Royal Albert Hall londinense.
Su autor es el galés Karl Jenkins, cuya trayectoria musical ha resultado relevante. En su infancia aprendió a tocar el oboe y más tarde destacó como intérprete de jazz y rock. Compuso melodías para anuncios publicitarios. Y en su faceta de creación, el Proyecto Adiemus representa un todo un hito. En él se inscribe esta original y atractiva misa por la paz, que fue encargada a Jenkins por el Museo Británico de Armas y Artículos de Guerra; como su nombre indica, resulta paradójicamente todo un alegato en contra de los conflictos bélicos y, más en concreto, de la guerra de Kosovo, apoyada por cierto por la OTAN pero no por Naciones Unidas.


Pronto se difundió “The armed man”, especialmente por la belleza de su Benedictus y Agnus Dei. Personalmente, conocí el Benedictus en un concurso musical promovido por Fernando Argenta en el espacio de Radio Nacional de España “Clásicos Populares”, en el que se proclamó vencedor absoluto. Desde entonces, goza de mis preferencias, me inspira y me procura un eco anímico especial. Tanto la melodía como el coro que la secunda, son admirables.
Es de justicia señalar un antecedente lejano, nada menos que del siglo XV: el compositor (y también poeta) Antoine Busnois, de la escuela borgoñona, escribió una obra titulada “L’homme armé”, inspiradora de la misa objeto de mi comentario.


Se dice tópicamente que la música amansa las fieras. El lobo que quizá se esconde en el fondo de mi personalidad, les aseguro que se convierte con ella en manso corderito. En este momento crítico, en el que los aires de guerra se ciernen sobre Siria, amén de otros conflictos y amenazas terroristas, resulta especialmente indicado difundir en las ondas este mensaje de concordia que sublima las conciencias.


Por extensión, propongo que esta y otras composiciones de similar corte sean sintonía de los espacios informativos en los que se encierra tanta noticia sobre maldades y desgracias. Dos minutos de estos maravillosos ejemplos de bondad que puede albergar el alma humana, serían un contraste y testimonio lenitivo frente a las numerosas tropelías que a diario debemos soportar.

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