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Tener conciencia de la Defensa y vivirla

Hace muy pocos días, con motivo de la celebración del Día de las Fuerzas Armadas, tuvo Santander la oportunidad de presenciar unos ejercicios en los que se mostraba la calidad de unas fuerzas en el cumplimiento de una determinada misión...

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Hace muy pocos días, con motivo de la celebración del Día de las Fuerzas Armadas, tuvo Santander la oportunidad de presenciar unos ejercicios en los que se mostraba la calidad de unas fuerzas en el cumplimiento de una determinada misión en la que la coordinación y la precisión eran piezas fundamentales.

Era el producto de mucho tiempo dedicado al estudio de la situación (en el mundo) y sus exigencias para hacer segura la vida y el desarrollo de una nación o de un conjunto de ellas. Lo visto en Santander es una mínima parte de todo aquello que la Defensa debe conocer y estar preparada para actuar cuando sea necesario.

Para muchos lo que vieron en Santander les basta y no profundizan en la cuestión; tal vez se fijaron en algún que otro detalle y eso es bueno, aunque anecdótico. No calan en busca del por qué y el para qué de la Defensa, tal vez porque no ha habido la necesaria dedicación a dar a conocer esa cuestión tal como es en la realidad y con las obligaciones que a unos y a otros impone. Hay quienes no aciertan a entender que la Defensa es cosa de todos y en grado de suma importancia y que hay que tener conciencia viva y clara de lo que eso supone.
La nación se configura en base a unas obligaciones que a todos afecta de forma directa. La Defensa es una de ellas y hay que mostrarla tal y como debe ser tratada; con sus muchas exigencias, que sin duda las tiene pero que deben ser reconocidas como algo muy por encima de lo caprichoso o de la ostentación.

La Defensa pasaría a ser algo muy alejado de lo que se necesita si sólo se contemplan unos actos externos de sus Fuerzas Armadas, por muy brillantes y atractivos que resulten para un público ocasional. Dice un amigo mío que la sociedad tiene que tener conciencia de la Defensa.

Tener conciencia es algo más, mucho más, que un barniz; por muy buena que sea la calidad de éste. No basta que ese barniz consista en conocer que hay unas Fuerzas Armadas –que ya es importante– sino apoyarlas, lograr que estén acordes con la sociedad y sentirse parte de ellas.

La sociedad debe sentir el mismo latido de sus Fuerzas Armadas, formar parte importante de ese impulso de vida en cualquier momento, desde los más ligeros a los más duros y exigentes, desde aquellos en los que se lucen las medallas a los que hay que sufrir, todo lo que sea necesario, para ganarlas en lucha contra toda clase de adversidades.

No basta con asomarse, de vez en cuando, al balcón desde el que se ve una imagen bien cuidada de las Fuerzas Armadas. Hay que bajar a la calle para sentir con toda claridad la respiración de sus componentes y ese sentir es formación seria y profunda, tal como lo merece la importancia de la razón de ser de esas Fuerzas Armadas.
Hay que estar al día del esfuerzo que es necesario realizar para conocer, completamente a fondo, la evolución de los sistemas de armas y de los planteamientos estratégicos. No es cuestión pequeña, ni mucho menos. A él, a ese amigo mío que aprendió y vive lo que es la defensa en contacto directo con lo que ofrece y exige la mar, le parece que es más adecuado hablar de conciencia de la defensa en lugar de cultura de la misma.

Creo que tiene razón; la Defensa es muy importante para todos, para la nación en su totalidad, y todos debemos sentir su llamada en lo más íntimo de nuestro ser, en nuestra conciencia. Cuando en lo hondo del ser se acoge algo con verdadero amor y conocimiento de causa, todo sacrificio que haya que hacer por ello se hará con ilusión y entrega, como algo que llena de felicidad. Esto es lo que quiere decir y representa conciencia de la Defensa. Tal vez pueda parecer exagerada esa definición, demasiado ambiciosa o fuera de la realidad; pero no lo es. Lo mejor para comprenderla es intentar vivirla, no sólo asomarse para dar una ojeada.

La Defensa nos espera a todos, cualquiera que sea nuestra edad, condición u ocupación. Todos tenemos nuestro sitio reservado en ella; ocuparlo es un deber de conciencia.

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