Al próximo que me diga que el trabajo bien hecho siempre da frutos, me lo llevo por delante, sin reparos. No va a servir para que quienes se apoyan en la simpleza de una mente que no da para más que tópicos, frases hechas y refranes sean por fin sometidos y desterrados, pero al menos, valdrá para desahogarse. Suerte al final, que no sea uno violento, por otra parte. Porque realmente, mientras que haya extensas playas, puestas de sol infinitas, esa luz que cede a las noches sin despeinarse porque sabe que es poco lo que está sin reinar, los pasos vuelven a conocer el camino, a no extraviarse, los pulmones se llenan, casi como si fuera a doler de tanto aire (esto mejor no intentarlo sino metafóricamente en zonas como la avenida de Francisco Montenegro), y desde luego, es evidente, no se recupera la credibilidad en la raza humana local, regional y nacional, pero sí que se soporta la continuidad de un día a día de decepciones, desesperaciones, tropezones, coscorrones y tontorrones.
Son estos buenos tiempos para quienes gustan de sufrir, de tragar sin rechistar, de quedarse con lo malo porque piensan que en frente está lo peor (evidentemente sin conocerlo, y desde luego,siempre sin dar una oportunidad a los cambios, no vaya a ser que...); para quienes gustan de mortificarse en anhelo de no sabemos qué salvación sobrenatural y eterna; tiempos para estar feliz en una cabaña, como si no hubiéramos avanzado y hecho méritos suficientes para habitar un hogar más seguro, mas confortable. Y parecía tan lejano aquello del valle de lágrimas. Lo jodido es que por mor de quienes lo profesan y lo ponen en práctica, lo padecemos todos, estemos o no estemos en esa cuerda. Grandeza, eso es grandeza, mucha grandeza.
Es evidente que todo está apuntalado, y que no hay nada como las estructuras, aunque sea con más agujeros en el alma que en los bolsillos de la cola del paro, y que no hay otra que esperar a los indecentes, a los infames, a los mamarrachos, a los ladrones, a los sátrapas, a los que rebuznan mientras mediocres les ríen las gracias, y ahí paro, que si uno se calienta es peor...
Vaya, hoy era un buen día para hablar de los resultados electorales, me han dicho, pero yo me quedo con una sensación (de esas que se clavan y regresan, regresan, regresan) de que solo vale hacerse a la mar solos, como decía aquella canción: “Me he marchado/Y he dejado en tierra todos mis problemas/Ahora voy navegando solo; solo con el viento/¡Él no dice nada! ¡Él no dice nada!,/escucha mi lamento. Me he marchado,/Y he dejado en tierra, todo lo que quiero/No. No soy un valiente, enseguida vuelvo/He de abrir mis velas. He de abrir mis velas/Y encontrarte amigo viento...”
He de abrir mis velas
Son estos buenos tiempos para quienes gustan de sufrir, de tragar sin rechistar, de quedarse con lo malo porque piensan que en frente está lo peor
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