Las políticas sociales, el proteccionismo del Estado, la defensa de los Derechos Humanos, el progresismo cultural y la protección de los derechos no solo de la sociedad sino del individuo, son transversales a los regionalismos. Los atraviesan. Si eres progresista, lo eres desde cualquier parte y lo defiendes en cualquier parte y no te sientes superior ni inferior a un progresista de Ontario, Chiapas o, por poner un ejemplo cercano, Murcia.
El 15M es transversal a los regionalismos. Las marchas de la dignidad lo fueron y las mareas en protección de la Sanidad Pública. El día del orgullo atraviesa todas las regiones de España, Europa y el Globo, como las atraviesa el llanto de un niño desnutrido, que es el mismo en un poblado chabolista en las afueras de Madrid y en un CIE.
Sin embargo, el regionalismo político es transversal al modo de ver el mundo de las personas, a sus ideales, a su ideología si me apuras. El regionalismo político, cuando está vacío, une por fidelidad a la bandera a las personas que quieren acoger a los inmigrantes y a quienes los quieren fuera. Todo el mundo en Andalucía se envuelve en la bandera andaluza cuando llega la campaña electoral. Todos son más andaluces que nadie (excepto Albert Rivera, que dice el ioputa que nos va a enseñar a pescar). Aquí en Andalucía, precisamente, no podemos olvidarnos del daño que ha hecho el Partido Andalucista; no es cuestión de disputarle la blanca y verde a nadie, es cuestión de que la blanca y verde no le va a salvar la vida a nadie.
El andalucismo vacío, igual que el catalanismo vacío, es transversal, porque atraviesa, a los de los recortes en Sanidad y a los que quieren la Sanidad Pública. Es imposible distinguir a liberales de socialistas en la grada de un partido del Betis, ¿verdad? Pues eso. Un verdadero progresista, alguien que quiere lo mejor para la gente y no solo para su gente, no tiene miedo de Madrid ni de Barcelona ni de Vizcaya. No tiene miedo ni mucho menos asco, pero si ahondamos en ese chovinismo vacío y propio de hermanos pequeños celosos, lo que conseguiremos no es un bloque del cambio, lo que conseguiremos es un bloque de gente desconfiada, cerrada, chovinista y que, además, se verá obligada a aceptar todo lo que se diga que es andaluz, aunque vaya en contra del progreso, de la libertad individual y colectiva, el respeto a los animales y al medioambiente, el fenimismo y la separación de poderes.
Y si basamos ese bloque político en una cuestión de andalucismo y, además, ese andalucismo se demuestra con la adscripción a una lideresa y no a un programa concreto, lo que conseguiremos es, simple y llanamente, un ejército de fanáticos con bandera. La mía. Y eso duele mucho.
¿De qué busca exactamente la independencia Teresa Rodríguez, teniendo en cuenta todo esto? ¿Busca la independencia de la organización estatal o del ideario de Podemos? ¿Busca la independencia de Madrid o de los inscritos andaluces? ¿Busca la independencia de la bandera española o de las banderas de Cádiz, Huelva, Granada, Almería, Córdoba, Málaga, Jaén y Sevilla? Porque una vez que empezamos a hablar de regionalismos, es difícil detenerse. ¿Acaso Cádiz no tiene una tasa de paro insostenible y se pueden sentir damnificada con respecto a Málaga? ¿Acaso los de Jaén deben aceptar el mandato de la organización de Sevilla y no lo que decida su propia organización?
¿Acaso un militante de Podemos que pase la mitad del año en Valencia y la otra mitad en Córdoba tiene que tener dos cabezas, dos corazones y dos almas cuando acuda a las asambleas de uno y otro sitio? ¿En una Comunidad Autónoma debe ser más dialogante y en otra más sectario? Un poco de altura de miras, por favor, un poco de respeto histórico y un poco de contenido, que sin contenido solo somos una bandera y todas las banderas tienen dos caras, pero están desprovistas de volumen.
