El tiempo en: Vélez-Málaga
Jueves 18/04/2024  

Artículo Primero

Oídos sordos para Hazte Oír

La continua presencia y manifestaciones de ese colectivo que se llama Hazte Oír en nuestra provincia no deja de preocuparnos a las personas progresistas.

Publicado: 30/09/2018 ·
12:36
· Actualizado: 30/09/2018 · 12:36
Publicidad AiPublicidad Ai
Autor

Rafael Lara

Rafael Lara está en la Asociación Pro Derechos Humanos, antes por las libertades... o donde fuere por los derechos de las personas

Artículo Primero

Modestas reflexiones con aquel articulo primero de la Declaración Universal de los Derechos Humanos

VISITAR BLOG

La continua presencia y manifestaciones de ese colectivo que se llama Hazte Oír en nuestra provincia no deja de preocuparnos a las personas progresistas, que creemos en la igualdad, la justicia y la no discriminación de las personas

Su aparición es un síntoma de la radicalización social e ideológica de una parte de la derecha en este país. Un reflejo de lo que en ámbito político representan aceleradamente Casado y Rivera en su intento de conquistar el espacio que la ultraderecha más racista y xenófoba ocupa en Europa. 

No es preciso creo que señalemos lo retrógrado que nos parece el discurso de odio e intolerancia hacia las mujeres, las personas LGTBI e incluso los menores. Su reivindicación de una supuesta “familia natural” no existe ni siquiera en su referente religioso: la “Sagrada Familia”. Como escribe irónicamente un amigo profesor de filosofía, la “Sagrada Familia” que toman como ejemplo tenía un padre espiritual y otro padre putativo, una madre con una concepción sobrenatural y un hijo con naturaleza humana y divina. Una familia “diversa”, como muchas familias totalmente respetables del presente”.

Sin duda es posible que exista un reducido sector convencido y sensible a ese discurso. Por ello pienso que es necesario establecer mecanismos para su aislamiento social y no reproducción de discursos contrarios a los derechos humanos. La APDHA, por ejemplo, hemos defendido siempre la necesidad de la sensibilización y de la educación para la ciudadanía, para proporcionar herramientas suficientes para que sea ella misma la que no se deje manipular con estos mensajes falsos. En este terreno es donde las administraciones deben hacer un esfuerzo y articular recursos suficientes para ello. Amén de que organizaciones como Hazte Oír o la Fundación Francisco Franco no deben acceder a subvenciones públicas ni ventajas fiscales porque no cumplen ninguno de los valores que una administración democrática debe exigir a quienes lo soliciten.

Todo ello me parece lo fundamental sin descartar movilizaciones sociales de repulsa como la nutrida manifestación convocada por colectivos feministas en enero de este año en Cádiz. No obstante, me resulta difícil compartir las pulsiones prohibicionistas que alientan en algunos sectores de izquierda. Creo que en eso nos estamos equivocando y cayendo en una trampa sin darnos cuenta.

Las llamadas al hotel Alborán para que suspendiera un acto de Vox en Algeciras. Las presiones hacia el hotel Puerto Bahía por parte del Ayuntamiento de El Puerto para que no se realizara un acto de Hazte Oír. Los intentos de prohibir la circulación del famoso autobús de Hazte Oír en Cádiz que finalmente no se materializaron por incomparecencia. Amén de numerosas contra-concentraciones de repulsa que incluso han intentado evitar que se celebrara el acto convocado.

Seré claro: creo que estos actos por más que no nos gusten están amparados por el derecho a la libertad de expresión. 

La libertad de expresión no se refiere tan sólo a cuestiones sobre las que existe consenso social o que no molestan o son de escaso interés. Por el contrario, su ejercicio tanto es más precioso cuando se refiere a cuestiones que molestan, perturban, incluso si chocan con gobiernos o diversos segmentos de la población. La libertad de expresión debe alcanzar a la libertad de criticar, incluso de forma irreverente o satírica, las ideas o creencias ajenas, incluidas las religiosas.

Cierto que debe haber límites, que además son fundamentales para preservar las garantías de derechos de colectivos vulnerabilizados o susceptibles de ser discriminados, pero su restricción tiene que ser extraordinariamente medida, pues hablamos de un derecho fundamental que forma parte de los pilares básicos del sistema democrático.

La exigencia sistemática de restricciones a la libertad de expresión de quienes no nos gustan, en realidad se vuelve contra nosotros mismos, porque quien aplica las leyes y las restricciones, quienes tienen el poder para hacerlo, son un buen reducto de ideologías autoritarias. A Los hechos me remito. Baste hacer el repaso de la aplicación del delito de odio a tuiteros, raperos, gente que tiene problemas con la policía, periodistas, actores, etc…

Pero, incluso podría ser peor porque, posiciones heterodoxas pueden intentar ser prohibidas o dificultadas por las administraciones, como ocurrió en mayo con las jornadas organizadas por el Colectivo de Prostitutas de Sevilla en las que se pretendía evitar que las trabajadoras sexuales expresaran sus problemáticas por no acomodarse a la ideología abolicionista de la institución.
En suma, que hay que centrarse en el convencimiento y la sensibilización social frente a discurso del odio de Hazte Oír y similares, antes que recurrir a los sistemas penales y a las prohibiciones. Donde se construyó una escuela, desapareció una cárcel. Allí donde la sensibilización y conciencia de la libertad llegue, no hará falta una ley de silencio. Y sin darnos cuenta, ya habremos hecho sordos a los de Hazte Oír.

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN