Mitos en torno al tabaquismo
Las personas tienen infinidad de argumentos para defender su adicción y no reconocer el daño que se están haciendo
Como en todos los aspectos de la vida, en el tabaquismo existen una serie de mitos y creencias que, por lo general, los y las fumadoras suelen argumentar cuando en las consultas damos un consejo antitabaco o realizamos una intervención básica en cuanto a su hábito.
En este artículo voy a enumerar algunos de los mitos más frecuentes así como las respuestas que demuestran que son precisamente eso, mitos.
“Yo fumo poco porque casi todo el cigarrillo se consume en el cenicero”. El humo del final del cigarrillo es más tóxico que el que se inhala directamente al fumar, ya que contiene más sustancias cancerígenas.
“El tacabo contamina, pero más los automóviles y las fábricas, un cáncer de pulmón te puede dar con la contaminación ambiental”. El tabaco es causante del 30% de los cánceres diagnosticados frente al 2% producido por la contaminación ambiental.
“El tabaco me tranquiliza”. El tabaco genera esa “intranquilidad”, ya que cuando los niveles de nicotina disminuyen aparece el síndrome de abstinencia.
“Necesito un cigarrillo para estudiar o trabajar”. Lo que ocurre es que se asocia el tabaco a estas situaciones y se convierte en un hábito como cualquier otro.
“Los cigarrillos ligth no hacen tanto daño”. Es verdad que tienen menos nicotina y menos alquitrán, pero los fumadores/as están acostumbrados a un nivel de nicotina por lo que fumarán más cantidad de cigarrillos para conseguir ese nivel.
“Se pasa muy mal cuando se está dejando y es peor el remedio que la enfermedad”. La dependencia física dura aproximadamente una semana y los beneficios del abandono son inmediatos.
“Yo no dependo del tabaco, puedo dejarlo cuando quiera”. Todo fumador es dependiente aunque fume poco, de hecho intentar dejar de fumar por ejemplo cuando se está enfermo es más difícil de lo que se piensa.
“Conozco a muchas personas fumadoras que no están enfermas, y mayores que fuman mucho y están bien”. Sólo se conocen a los que no se han quedado por el camino, además con qué calidad de vida siguen.
“De algo tenemos que morir”. Normalmente no se piensa que el tabaco sea el responsable de la muerte ni de una mala calidad de vida, y sí se hace seria en la vejez.
Como podemos ver, las personas tienen infinidad de argumentos para defender su adicción y no reconocer el daño que se están haciendo. Y, aunque son muchos los mitos en torno al tabaquismo, también son muchas las respuestas, basadas en la evidencia científica, que tiran por tierra todos esos mitos, los cuales, fundamentalmente, están basados en la ceguera de los y las fumadoras ante las evidencias y en su continuo querer excusarse. De hecho, en este artículo sólo he expuesto algunos de los mitos más recurrentes y que habitualmente oímos por parte de nuestros pacientes. No obstante, en otra entrega iré ofreciendo otros.
En este artículo voy a enumerar algunos de los mitos más frecuentes así como las respuestas que demuestran que son precisamente eso, mitos.
“Yo fumo poco porque casi todo el cigarrillo se consume en el cenicero”. El humo del final del cigarrillo es más tóxico que el que se inhala directamente al fumar, ya que contiene más sustancias cancerígenas.
“El tacabo contamina, pero más los automóviles y las fábricas, un cáncer de pulmón te puede dar con la contaminación ambiental”. El tabaco es causante del 30% de los cánceres diagnosticados frente al 2% producido por la contaminación ambiental.
“El tabaco me tranquiliza”. El tabaco genera esa “intranquilidad”, ya que cuando los niveles de nicotina disminuyen aparece el síndrome de abstinencia.
“Necesito un cigarrillo para estudiar o trabajar”. Lo que ocurre es que se asocia el tabaco a estas situaciones y se convierte en un hábito como cualquier otro.
“Los cigarrillos ligth no hacen tanto daño”. Es verdad que tienen menos nicotina y menos alquitrán, pero los fumadores/as están acostumbrados a un nivel de nicotina por lo que fumarán más cantidad de cigarrillos para conseguir ese nivel.
“Se pasa muy mal cuando se está dejando y es peor el remedio que la enfermedad”. La dependencia física dura aproximadamente una semana y los beneficios del abandono son inmediatos.
“Yo no dependo del tabaco, puedo dejarlo cuando quiera”. Todo fumador es dependiente aunque fume poco, de hecho intentar dejar de fumar por ejemplo cuando se está enfermo es más difícil de lo que se piensa.
“Conozco a muchas personas fumadoras que no están enfermas, y mayores que fuman mucho y están bien”. Sólo se conocen a los que no se han quedado por el camino, además con qué calidad de vida siguen.
“De algo tenemos que morir”. Normalmente no se piensa que el tabaco sea el responsable de la muerte ni de una mala calidad de vida, y sí se hace seria en la vejez.
Como podemos ver, las personas tienen infinidad de argumentos para defender su adicción y no reconocer el daño que se están haciendo. Y, aunque son muchos los mitos en torno al tabaquismo, también son muchas las respuestas, basadas en la evidencia científica, que tiran por tierra todos esos mitos, los cuales, fundamentalmente, están basados en la ceguera de los y las fumadoras ante las evidencias y en su continuo querer excusarse. De hecho, en este artículo sólo he expuesto algunos de los mitos más recurrentes y que habitualmente oímos por parte de nuestros pacientes. No obstante, en otra entrega iré ofreciendo otros.
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