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Andalucía

La universidad salva con esfuerzos y carencias un curso en peligro

Hay coincidencia en que el próximo curso comenzará con incertidumbres sanitarias que obligarán a combinar la docencia presencial con la digital

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  • Universidad. -

Las diez universidades públicas andaluzas han respondido al desafío de la pandemia del coronavirus y han salvado un curso en peligro para sus 240.000 alumnos, gracias al esfuerzo de todos los sectores y a pesar de algunas carencias que se han evidenciado en un histórico y difícil tercer trimestre.

Este es el balance de los responsables universitarios de la Junta de Andalucía, del Foro de Consejos Sociales de las universidades y, con matices, la opinión de catedráticos y representantes del alumnado consultados por Efe.

La autonomía universitaria, la libertad para que cada centro evalúe a sus alumnos y la diferente adaptación a la enseñanza digital de grados científicos o de humanidades, propician una gran variedad de respuestas al desafío del coronavirus, pero todas ellas coinciden en que la versatilidad para afrontar cambios disruptivos o la digitalización, surgidos como necesidades en esta pandemia, han venido para quedarse.

Y también hay coincidencia en que el próximo curso comenzará con incertidumbres sanitarias que obligarán a combinar la docencia presencial con la digital y a nuevas adaptaciones de las universidades públicas andaluzas.

JUNTA DE ANDALUCIA: EL CURSO NO SE HA PERDIDO

La secretaria general de Universidades, Investigación y Tecnología de la Junta de Andalucía, Rosa María Ríos, destaca a Efe que el curso "se ha salvado" pese al confinamiento y "no ha sido un curso perdido", tras dos trimestres "de absoluta normalidad" y el último, en el que ha sido obligado establecer "sistemas alternativos que suplieran la enseñanza presencial, gracias a medios telemáticos y con respuestas para el alumnado en situación de vulnerabilidad".

El impacto del coronavirus "ha sido muy duro", señala Ríos, y aunque la docencia digital no estaba "ampliamente extendida", se ha avanzado para un futuro en el que formará parte de la enseñanza universitaria "de forma habitual", gracias a una implantación "que ha debido hacerse de forma brusca e inmediata".

"Nos hemos visto obligados a tomar decisiones drásticas y rápidas para evitar no dar el curso por perdido y para establecer un sistema equitativo de evaluación, sin premiar al que no se había esforzado ni perjudicar al que sí lo había hecho", añade.

Valora la "estupenda" respuesta de todo el sistema público universitario andaluz, "desde los rectores hasta el profesorado y el personal de administración y servicios", con una "mención especial" a los alumnos, "sin cuya confianza y esfuerzo estaríamos aún en la casilla de salida".

También destaca que Andalucía ha actuado "con eficacia" y ha sido "la primera" comunidad autónoma que anunció la finalización del curso de manera online y elaboró criterios de evaluación y, en cuanto a la brecha digital, recuerda los acuerdos alcanzados con varias empresas para a dotar de dispositivos y de conectividad a los alumnos en situación de vulnerabilidad.

Respecto al próximo curso, aunque la situación sanitaria se hubiese normalizado, cree que las clases telemáticas "han venido para quedarse", con una excepcionalidad que marcará cada universidad, aunque valora que la universidad "es algo más que las clases e incluso que las prácticas; es lugar de encuentro del pensamiento, origen y evolución del conocimiento y la cuna de la ciencia y la tecnología", por lo que concluye que "seguir impulsando la ciencia y la tecnología, en y desde las universidades, es nuestra obligación".

CONSEJOS SOCIALES: UNA OPORTUNIDAD DISRUPTIVA

El presidente del Foro de los Consejos Sociales de las universidades públicas andaluzas, Prudencio Escamilla, cree que la pandemia de la COVID-19 ha sido para el sistema universitario andaluz "una disrupción súbita sin precedentes" en su acción docente, investigadora y de transferencia del conocimiento, que le ha obligado a tomar decisiones con urgencia y a aprender "lecciones innegables".

Destaca la rapidez con la que han pasado de una acción "eminentemente presencial" a un funcionamiento "casi exclusivamente virtual", no solo en la docencia, sino también en la gestión, con una demanda de infraestructuras telemáticas "espectacular, mayor que para la que estaban inicialmente dimensionadas".

En su opinión, la pandemia ha supuesto una “prueba de estrés” del sistema universitario andaluz que ha evidenciado "la necesidad de desarrollar de forma más eficiente la formación virtual en competencias", lo que "redundará en un rendimiento equivalente, pero requiriendo un esfuerzo menor de los alumnos, que ganarían así tiempo para otras actividades y para mejorar la conciliación".

La COVID-19 ha sido también, añade, una "oportunidad" para impulsar la formación virtual, "esencial para el futuro cada vez más digital que nos espera" y que ayudará a avanzar en la "armonización de plataformas y herramientas, cobrando especial predilección los llamados campos virtuales".

Escamilla admite la dificultad de objetivizar un método "seguro y fiable" de evaluación del alumnado, pero aboga por "una ponderación equilibrada" del rendimiento continuo y de pruebas telemáticas, "pero con las garantías necesarias", un aspecto "importante" que, en su opinión, requerirá "el consenso del alumnado".

También destaca, entre las lecciones de esta pandemia, "la necesidad de priorizar el esfuerzo en la sanidad y en particular en el I+D", asunto en el que las universidades "juegan un papel decisivo", por lo que considera "vital" potenciar su financiación.

"En la difícil tarea de la reconstrucción de la gran brecha que nos dejará el coronavirus, la acción de la universidad como catalizador de la recuperación está llamada a ser primordial y también necesitaremos de la voluntad y de la iniciativa de la sociedad, y en particular del tejido productivo, para conseguir un acercamiento y una integración más ágil, potente y efectiva con nuestras universidades", concluye.

LOS ALUMNOS, LOS MÁS CRíTICOS

Los alumnos son el colectivo más crítico con el balance del curso del coronavirus, según Carlos Cruz, portavoz del Consejo de Alumnos de la Universidad de Sevilla (CADUS), cuyos más de 70.000 estudiantes han debido afrontar "un gran sobreesfuerzo" y algunas "injusticias" para, finalmente, "salvar el curso".

"El curso lo vamos a salvar y el coronavirus no va a tener un gran impacto negativo sobre la formación, ya que solo ha afectado al tramo final, pero el camino que hemos pasado ha sido arduo, con aspectos injustos y hasta lamentables para los alumnos", opina este estudiante de Ingeniería Informática.

Critica que "toda la responsabilidad" de la evaluación del alumnado se delegue en cada centro, "que hará lo que considere oportuno", desde exámenes orales y presenciales hasta evaluaciones por internet, algunas de las cuales han sido cuestionadas por su veracidad o por invadir la intimidad del alumno, como se ha denunciado en la Universidad de Granada, y ha causado ataques informáticos en la de Cádiz.

Cruz también señala los problemas para realizar prácticas, no sólo en los grados científicos o tecnológicos, sino también en disciplinas humanísticas, como Bellas Artes, o que aún no estén definidos los criterios para las evaluaciones de septiembre.

En su opinión, la respuesta del profesorado ante el desafío de la COVID-19 "no ha sido nada homogénea", pues "cada departamento ha actuado de una manera; algunos, al unísono con el centro y con todos sus profesores de acuerdo, pero otros, totalmente contrarios al centro y con divergencias en un mismo departamento".

Añade que la pandemia ha revelado "grandes carencias" de la universidad, como la defectuosa implementación de la evaluación alternativa, "propuesta desde el Plan Bolonia para aprobar la asignatura de manera previa a la convocatoria del examen, mediante una evaluación continuada que evalúe el aprendizaje y no la memoria".

También cita la "amplia brecha digital" que existe no sólo entre alumnos, sino también entre profesores, algunos de mayor edad "que no tienen un uso fluido de las tecnologías", aunque reconoce que "han puesto de su parte" para afrontar este desafío.

LA OPINIÓN DE LOS CATEDRÁTICOS

María José Torres Sánchez, catedrática de Microbiología de la Facultad de Medicina de Sevilla, subraya "el gran esfuerzo" realizado por su departamento para adaptar la docencia a la enseñanza virtual y señala que no han tenido problemas con la docencia teórica, "que se ha impartido siguiendo el programa y con más participación incluso de los alumnos que con la docencia presencial", pero sí más dificultades con la docencia práctica.

Seminarios y casos clínicos se han podido adaptar a la docencia digital, pero ha habido más dificultades con las prácticas de laboratorio, "que sin presencialidad, pierden su esencia", destaca Torres, que se han suplido con videos y con sesiones para comentarlos con los alumnos, una fórmula "no comparable al paso por las prácticas en laboratorio, que en microbiología son fundamentales para conseguir la motivación y el interés por esta asignatura", explica.

La atención al alumno se ha mantenido a través del correo electrónico y tutorías virtuales, mientras que la evaluación será online, aunque, en su opinión, ha existido una gran disparidad entre asignaturas dentro de un mismo grado y ente departamentos y, en el caso de microbiología, la enseñanza presencial "es la más eficaz y con la que se consiguen mejores rendimientos".

Para Eduardo González Biedma, catedrático de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social, también de la Hispalense, en su departamento, "irónicamente", los alumnos "han aprendido a valorar la importancia de las clases presenciales, el contacto con sus profesores y con sus compañeros", que han echado de menos durante un confinamiento en el que han valorado "ese factor social e interactivo de la universidad".

Valora que alumnos y profesores se han adaptado "muy bien" a la docencia digital, considera "casi inexistentes" los casos de profesores renuentes a los medios telemáticos y cree que las herramientas informáticas de la universidad han demostrado ser "muy potentes", tras pasar "de ser utilizadas de manera complementaria a intensivamente", un cambio que el sistema "ha soportado perfectamente, lo que nos hace valorar la gran inversión que había y la gran calidad de este software".

Con todo, cree que el profesorado adolece de un soporte "de personal experto ágil y eficiente", lo que le ha obligado a dedicar mucho tiempo a ver tutoriales, "a veces interminables y farragosos", y alerta de que no estaba "lo bastante formado ni había un personal de apoyo tecnológico suficiente".

La evaluación final será por evaluación continua o pruebas online y destaca que profesores y alumnos han reaccionado "con bastante responsabilidad y solidaridad", por lo que si hubiese un número más elevado de aprobados, no será porque "se haya bajado el nivel", sino porque los alumnos "están más implicados, dado que no salen de sus casas y pueden dedicar más tiempo al estudio; ironías de la vida… o no tanto", concluye. 

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