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La escritura perpetua

Floja Roja

La Selección Española desprende la tristeza de los libros condenados a la sección de oportunidades. Generalmente se trata de mala literatura

Publicado: 31/03/2021 ·
12:15
· Actualizado: 31/03/2021 · 12:15
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  • Los futbolistas de la Selección Española en su llegada a Tblisi, en Georgia. -
Autor

Luis Eduardo Siles

Luis Eduardo Siles es periodista y escritor. Exdirector de informativos de Cadena Ser en Huelva y Odiel Información. Autor de 4 libros.

La escritura perpetua

Es un homenaje a la pasión por escribir. A través de temas culturales, cada artículo trata de formular una lectura de la vida y la política

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La Selección Española desprende la tristeza de los libros condenados a la sección de oportunidades. Generalmente se trata de mala literatura. La Roja practica ahora un fútbol deficiente. Luis Enrique admitió tras el partido contra Georgia (1-2) que el combinado juega mal y pronosticó que, contra Kosovo, hoy miércoles, será igual. Luis Enrique es un profesional en permanente estado de enfado: actualmente como entrenador y, en su día, como futbolista. Aparte, claro, del justificadísimo berrinche de aquel desdichado día de julio de 1994 cuando Tassotti le partió la nariz de un codazo en el último minuto de un Italia-España, el árbitro ignoró el penalti, la Roja cayó eliminada del Mundial de Estados Unidos, y Luis Enrique quedó con una hemorragia nasal recogida por los fotógrafos para la posteridad. Todavía causan indignación aquellas imágenes.  

El periodista Fernando Burgos afirmó el domingo que el gol de Dani Olmo en el minuto 92 a Georgia ya entra en el santoral de la Selección. Puede ser. Pero ha habido, claro, goles sensiblemente más importantes. El de Zarra a Brasil; el de Marcelino a la URSS; el de Rubén Cano a Yugoslavia; el de Maceda a Alemania. Y el de Andrés Iniesta a Holanda, que fue el gol de nuestras vidas. España, ahora, no se sabe con certeza si practica el tiqui-taca o retorna a la vieja furia, porque el seleccionador está empeñado en realizar pruebas constantes y esa decisión se opone a la creación de automatismos.

Luis Enrique parece perseguir en las convocatorias un extraño efecto sorpresa con jugadores poco conocidos que aparecen bajo todos los focos y luego desaparecen sin dejar rastro. Caso de Adama Traoré. Y, en esta ventana, con la irrupción del guardameta Robert Sánchez, del que casi no había noticias. Ese casting constante impide que el conjunto adquiera una forma firme de juego. España ha jugado frente a Grecia y Georgia con energía para defenderse y sin creatividad para atacar, con una preocupante tendencia a que el balón circule hacia los costados y no hacia el norte. Es un combinado prometedor que necesita un manual de instrucciones y una alineación que pueda decirse de memoria. Pero, pese a la atmósfera de preocupación que envuelve a La Roja, hay motivos para el optimismo. No conviene obsesionarse con el futuro. Hay que ir partido a partido, como insiste el ‘Cholo’ Simeone. O como lleva a la práctica en política Toni Cantó, que ese sí que va partido a partido. 

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