Un año más, y prestos a la llamada del Club de Atletismo Ciudad de Arcos, se volvieron a reunir en la Avenida Muñoz Vázquez los participantes en la última carrera popular del 2018, la San Silvestre arcense, que alcanza su octava edición y que no goza de carácter competitivo. Se trata más bien de un acontecimiento festivo y multicolor en el que tomando como excusa el deporte del atletismo en su modalidad de marcha o carrera suave, algunos centenares de animosos y juerguistas corredores deciden tomar parte en una concentración lúdica que, por un lado, cuenta con un marcado acento solidario y social puesto que se recaudan alimentos y productos de higiene corporal para las familias más acuciadas por su situación económica y, por otro, sirve para despedir el año que perece ataviados con la indumentaria propia de las fiestas navideñas, haciendo alusión a las criaturas mitológicas del imaginario popular en el que la figura de Papá Noel y sus duendecillos mágicos toman absoluta relevancia para inundar los hogares de regalos, para lo que necesitan de un trineo en el que transportar los obsequios que le han pedido los niños por carta.
En la tarde de la San Silvestre se pudieron ver numerosas y fantásticas criaturas -entre ellas unos duendes provistos de un carrito a la manera de trineo pero que en vez de ir tirado por un reno de las tierras nórdicas, era un perro de agua de los que abundan en la comarca el que jalaba de la ilusionante caravana para hacer más felices a los niños y las delicias de los que contemplaban su presencia.
En otros casos, eran los temibles y odiosos grinchs los que pululaban por las inmediaciones de la salida, pero como notaban el tono afable y cariñoso de la mayoría de la concurrencia, a ninguno de ellos se le ocurrió idear ni la más mínima diablura, siendo aceptados y bienvenidos por todos los allí presentes.
Numerosas familias de elfos y duendes despertaron el interés y la curiosidad de los inscritos en la marcha silvestrina, que se calcula en torno a los 300, unos dorsales que se agotaron en su totalidad, lo que no impidió que todo aquel que lo deseara tomase parte en tan divertida prueba atlética.
También se advirtió la llegada de un gran número de simpatizantes del evento a bordo de máquinas motorizadas de dos ruedas, a las cuales extrajeron de sus potentes propulsores el mayor de los rugidos, acompañados de una espesa humareda que salía del roce de la rueda trasera contra el asfalto, todo ello culminado con el estruendoso petardeo de una gran traca de esas que se ven explotar en los circuitos de velocidad españoles cuando sube al podio uno de los pilotos favoritos de los aficionados. Hasta hubo un instante -que no se puede calificar sino de mágico y maravilloso y recogido por la cámara de nuestro enviado-, en el que cayeron del cielo copos de nieve, pese a que no se preveían precipitaciones sólidas durante la tarde, pero en un día como este cualquier cosa puede suceder, incluso que unos extraordinarios seres a los que se les suele contemplar habitualmente realizando piruetas acuáticas en el lago de la localidad gobernando veloces piraguas, aprovecharan la fiesta para lucir unos chalecos amarillos de los que se ponen en sus competiciones por todo el territorio nacional y que tanta y tan merecida fama y mayor prestigio les ha valido.
Todo valía para hacer más llevadera la despedida del viejo 2018, incluso la asistencia de personas sin ninguna vestimenta especial, pero tan animadas y amistosas como las que aparecen en este reportaje, que no dudaron en solicitar la atención del fotógrafo para hacer constar su inmensa alegría y felicidad.