Desde hace siglos las esculturas, tallas de madera, pinturas.. han mostrado a la figura de Jesús durante la crucifixión. Tras el brutal castigo al que fue sometido, entregado al sufrimiento, y cuando las fuerzas le habían abandonado en la cruz, se entregó de forma lenta y amarga a su destino. Reclinó la cabeza hacia un lado, y se apoyó sobre uno de sus hombros.
Y es posible que exista una explicación por la que en la mayoría de estas representaciones religiosas, lo muestren con la cabeza inclinada a la derecha, ocultando ese lado de la cara y mostrando preferentemente su lado izquierdo del rostro. ¿Y tiene eso importancia? ¿Acaso las expresiones, los movimientos faciales son diferentes en cada lado de nuestra cara?
Pues parece que la ciencia ha intentado demostrar que sí. Los gestos de nuestra cara son asimétricos, y nuestra mejilla izquierda muestra con mayor intensidad los sentimientos. Eso se debe a que ese lado está controlado por nuestro hemisferio derecho, que desempeña un papel dominante en el control de nuestro estado emocional. Así las personas que son más expresivas suelen posar en las fotografías mostrando más su lado izquierdo.
Además, cuando estamos frente a alguien, de forma inconsciente, dedicamos más tiempo a mirar su lado izquierdo de la cara, sobre todo si queremos conocer los sentimientos de las personas con las quienes nos estamos comunicando.
Aunque la diferenciación no es tan estricta y hay múltiples conexiones que intercambian información, nuestro “cerebro derecho”, es más sentimental, pasional, y el “izquierdo” es más racional, más reflexivo y analítico. Este hecho queda demostrado por el comportamiento de pacientes que han sufrido daños cerebrales localizados en esas áreas con la consiguiente pérdida de esas capacidades dependiendo del lado lesionado del cerebro.
Por ello, cuando contemplemos la imagen en procesión del “Cristo del Amor”, en esos últimos instantes antes de morir, podremos pensar que, quizás, quiso mostrarnos sus profundos sentimientos de dolor, mostrándonos su mejilla izquierda, el verdadero espejo de su alma.
