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La asamblea infinita

Basta ya

Hoy, quien no sienta empatía por Pedro Sánchez es porque comparte el espíritu golpista de quienes le persiguen

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  • Pedro Sánchez, en el Congreso. -

Ante la barbarie de la guerra civil española, la ministra de la república, Federica Montseny, fue certera y rotunda, al decir que “en estos días oscuros no somos socialistas, comunistas o anarquistas, somos demócratas ante el fascismo”.

Tras el golpe de estado “blando” de Portugal, las derechas españolas, se han lanzado a una estrategia idéntica, por eso responden de manera tan coordinada estamentos a los que nunca llegó la luz democrática y que son muestra de los limitadísimos cambios que se produjeron en aquel mito al que se llamó Transición.

La deshumanización, la persecución propia y familiar, así como la caricaturización patológica de que ha sido objeto Pedro Sánchez han hecho mella no solo en la opinión pública, sino también en su persona. La respuesta de Feijoo ha sido de una falta de empatía absoluta, le ha negado el pan y la sal, le ha atacado respondiendo perfectamente al plan que hay en marcha.

Obviemos que a la socialdemocracia siempre le pasa lo mismo, que no termina de escarmentar en piel ajena: recordemos los casos de tres mujeres, como Irene Montero, Mónica Oltra o Victoria Rosell, que fueron perseguidas, humilladas, denigradas y patologizadas como hoy lo está siendo el presidente del gobierno y su mujer.

Hoy, quien no sienta empatía por Pedro Sánchez, independientemente de las diferencias ideológicas y políticas, o es porque comparte el espíritu golpista de quienes le persiguen, o porque ha sido objeto de una campaña mediática tan terrible y hartera, como eficaz.

Estamos en un momento de gran debilidad democrática, donde el matonismo político ha ido enseñoreándose paulatinamente del panorama español. A la acción indignada de aquellos que de manera pacifica tomaron las plazas pidiendo más democracia e igualdad, le ha sucedido una reacción que busca desestabilizar para crear una situación de colapso social e institucional.

Los huevos de la serpiente descansan sobre cinco pilares: una derecha reaccionaria, que jamás rompió con el fascismo franquista; un aparato mediático comprometido hasta la nausea con la crispación y la deslegitimación de todo aquello que huela progresista; una caverna judicial ultraderechista, que lidera en el momento actual la nueva cruzada nacional y que cuenta con absoluta impunidad; parte esencial de un tejido corporativo que apuesta económicamente por el golpe y que se victimiza debido a los avances en derechos laborales; Y, finalmente, una parte del ejercito que ha encontrado en sus miembros retirados portavocías de su malestar y autoritarismo.

Ojalá los egos de la izquierda y su enfermiza atomización no impidan ver que en esta ocasión, de verdad, el problema de Pedro Sánchez es el problema de quienes apuestan por la democracia ante los que quieren traer a España la reedición de sus días más azules.

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