El ex alcalde de Chiclana Ernesto Marín se quejaba de las críticas de los socialistas a la situación de las playas y de todo lo que hiciera el Gobierno local porque a eso se dedica cierto tipo de oposición que cuando llega al Gobierno pide la responsabilidad que no demostró.
Y una de las veces en las que el ex alcalde ya estaba harto de que el PSOE paseara por el fango el prestigio de la ciudad para atacar a los gobernantes de turno, Marín soltó la frase que fue portada de este periódico. “Que sigan hablando mal de la burra, que a ver quién vende la burra después”.
Al Gobierno de Jose María Román, socialista, también le hablan mal de la burra desde la oposición porque para las pocas luces de los políticos de esta época parece que va en el cargo, pero su gestión le está haciendo más daño al prestigio de la burra que las notas de prensa que lanza la oposición para justificar el sueldo.
El problema de Chiclana, para bien y para mal, es que lo que ocurre en uno de los principales destinos turísticos del país resuena en todo el país y si bien no se van a enterar en Madrid de que han intentado robar en un comercio, sí es una noticia de alcance que dos individuos intenten secuestrar a cuatro chicas menores de edad a la salida del colegio.
También es una noticia de alcance que un individuo fuera al domicilio conyugal con varias latas de gasolina para provocar una matanza donde estaban sus tres hijos y su ex pareja, de los que tenía una orden de alejamiento.
Y como Chiclana -dice el alcalde- es un “referente” para vivir y todo el mundo quiere vivir en Chiclana por sus atractivos de todo tipo, vuelan por los medios de comunicación noticias como el atraco al Cash García de Chiclana por parte de un individuó que se llevó la caja registradora.
El intento de secuestro el 19 y el de asesinato en grado de tentativa el 22 de noviembre, uno detrás de otro y el robo el día 12 de ese mismo mes. Por cierto, colectivos feministas tuvieron que protestar por el silencio municipal ante el intento de un delito de violencia de género y afearle al alcalde que se pusiera, tres días después, detrás de la pancarta. Tal cual ocurrió.
El día 25 -el mismo cuando el alcalde estaba haciéndose la foto del 25N, día contra la Violencia de Género, que Román no falta a una foto- tuvo lugar un atraco a una farmacia y los atracadores, además de llevarse la caja registradora atacaron a la auxiliar y le robaron objetos personales causándole daños físicos.
Y para que no sea un mes fatídico con nombre de noviembre, en este mes de diciembre ya se ha producido en esta misma semana un atraco al Supersol de Huerta del Rosario por parte de dos encapuchados portando armas simuladas y propinándole un culatazo en la cara a una de las dependencias.
Desde el Ayuntamiento se dice que no pasa nada, que es una mala racha, pero la Subdelegación ha tenido que tomar cartas en el asunto para aumentar la vigilancia en una ciudad que no sale de una y se mete en otra y además con las consecuencias de que esa falta patente de seguridad se traslada a unos medios de comunicación leídos en todos aquellos lugares donde están los futuros turistas del año que viene. Con o sin mascarilla (los turistas, no los encapuchados de los atracos).
El gran problema es que las cosas no pasan porque sí sino que tienen causas y ocurren por causalidad. Y la degradación de la vida pública siempre va emparejada con la degradación de la vida política y lo que es peor, la gobernanza.
En Chiclana, en los últimos tiempos, ya no es necesario que los socialistas -centrados en los intereses de la costa- hablen mal de la burra porque los males de la burra están en boca de media España y parte del extranjero.
Y eso que no saben lo peor. Hasta le robaron el móvil a un repartidor de Seur. Lo dejó en el mostrador mientras entregaba un paquete y...
Bueno, también se caen los adornos navideños a causa del viento, pero eso es... porque estaban mal amarrados.