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'Mantícora', o cómo juzgar a alguien que aún no ha hecho nada

Carlos Vermut propone en Mantícora un sobrio y elegante relato sobre la monstruosidad

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Director de "Magical Girl" (2014), con la que ganó la Concha de Oro del Festival de San Sebastián, Carlos Vermut propone ocho años más tarde "Mantícora", un sobrio y elegante relato de una monstruosidad que lanza al espectador el reto de preguntarse si puede odiar, o juzgar, a alguien por algo que aún no ha hecho.

"La película tiene que ver con el cuestionamiento moral del personaje, y de nosotros mismos: cómo es posible que nos pueda caer mal alguien que no ha hecho nada, cómo podemos odiar a alguien que no ha hecho nada, odiar, o juzgar, sólo por sus pensamientos", explica en una entrevista con EFE el director madrileño, que estrena su cuarto largometraje este viernes.

"Mantícora" (criatura mitológica con cabeza humana, cuerpo de un león y cola de dragón, que dispara veneno con el que inmoviliza a sus presas) es un thriller de terror contenido que habla de un monstruo real, de esos que "viven entre nosotros y que te puedes encontrar en el metro o en la cola de la panadería", según Vermut.

Esta es la historia de Julián (Nacho Sánchez, nominado a los Feroz como mejor protagonista), un treintañero que diseña videojuegos muy realistas y exitosos que vive escondiendo un secreto. Un día salva de un incendio a su vecinito, que vive junto a su madre en la casa de al lado.

"Cuando digo 'monstruo' -puntualiza el director- me refiero a alguien que, si supiésemos cómo es, o lo que desea, todo el mundo lo rechazaría. Lo que nos pasa si descubrimos que alguien es un violador, o ha abusado en la universidad de una chica dormida, o un tipo que maltrata a su mujer".

"Quería generar un debate y hacer sentir al espectador un conflicto interno, humanizar a un personaje despreciable. Creo que el sentimiento no es tanto moral como de repulsión, es más físico; a todos nos cae peor un narco o un corrupto, pero a un violador o un pedófilo lo odiamos, nos da asco, son sentimientos distintos, a mí me pasa", dice.

Monstruos que tienen mucho que ver con "lo secreto, con las máscaras, con esa imagen que proyectamos de nosotros día a día", y que inquieta al director -también dibujante y autor del cartel de la película, también nominado a un Feroz- porque lo relaciona con "esa constante búsqueda de la virtud de una sociedad que pasa el tiempo comparándose con el otro.

"Antes no tenías relación con personas que no conocías, pero ahora no paramos de leer comentarios, tuits, estamos todos en una plaza pública en la que todos hablan a la vez y todos estamos vigilándonos unos a otros a ver quién es mejor; antes, para sentirte bien, bastaba con hacer cosas buenas, ahora basta con que lo parezca, no tienes que hacerlo", dispara Vermut, de natural bastante tímido.

"El mercado de la virtud está al alza, todos queremos ser virtuosos. Es muy difícil ahora decirle a alguien 'soy un poco gilipollas'", considera.

Para Vermut, sería más sano que unos padres compartieran con otros que "estrangularían" a sus hijos en un momento dado que callárselo y reprimir algo que no tendría más importancia ni consecuencia -nadie pensaría que de verdad quieren matar a sus niños-.

Y no hay nada personal en "Mantícora", afirma, como sí lo había en "Quién te cantará" -"sobre una persona desconocida a la que de repente le conoce toda la gente, como yo, que soy un poco retraído", explica el madrileño; "'Mantícora' es quizá la menos personal, pero la que más se parece al tipo de cine que me gustaría hacer".

Un película en la que, por fin, se reconoce como "director que sabe de verdad lo que está haciendo, no cine que nace de un lugar personal, sino que es la primera que me hace pensar en mi como profesional", confiesa.

Aunque "Mantícora" es "muy Vermut" en todo el trasfondo de la representación de las imágenes, la relación de los personajes con la ficción y el cuestionamiento de los límites, del "qué se puede contar y qué no"; y también hay una extraña historia de amor. 

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