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Conil

“Conil es algo que está en mi, y ya no se puede salir”

Conversamos con el padre Carlos, quien a partir de la primera quincena de septiembre tendrá que incorporarse a su nuevo destino, dos años antes de lo previsto. Un noticia que no ha gustado a los vecinos de la localidad ni al propio sacerdote, todo lo contrario.

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  • Juan Carlos Pérez Jiménez. -

A veces nos cuesta comprender como se cambian las situaciones sin motivo aparente. A veces uno no entiende las razones por las cuales trasladan a una persona de su puesto de trabajo, de su comunidad. Y este sentir es el que tienen muchos vecinos de Conil al recibir la noticia de que el cura Juan Carlos Pérez, Carlos para los amigos, le han destinado a partir del mes de septiembre a La Línea antes de que acabase su nombramiento en la localidad conileña. El Padre Carlos, ha dejado huella por su bondad, su corazón y su sonrisa. El padre Carlos deja una huella que siempre permanecerá en este rincón del sur. Su labor en la Parroquia conileña es digna de aplauso. Su sentir de la vida es digno de alabar.

En esta entrevista, donde la emoción se desprendía en cada una de sus palabras, nos comenta su situación actual, dejando un mensaje de amor y vecindad, de cariño y de recuerdo. A él no le gustan las despedidas, y menos cuando no son para nada las deseadas ni las esperadas tanto para él como para el resto de los feligreses y no feligreses de Conil.

Hace unos meses, usted recibió la noticia por parte del Obispado de su traslado a partir del mes de septiembre. ¿Se lo esperaba?
–Fue una sorpresa completamente. Me esperaba esta misma situación para dentro de 2 años, cuando cumplía mi nombramiento. El obispo cuando me citó ni me imaginaba por un momento que era para el traslado. Le dije que me había roto todos los planes, ya que después de Conil me había planteado estudiar o estar un año de actualización teológica, y ha sido todo lo contrario.


¿Sabe cuáles han sido los motivos? ¿Le han dado alguna explicación por parte del Obispado?
–La verdad es que no. Tal como empezó la entrevista me daba la impresión que hubo quejas por una circunstancia familiar en la que estoy ahora inmerso, y que la Parroquia no estaba totalmente atendida. Ante esa realidad, tengo que reconocer que es cierto, antes estaba al 100 por cien como se suele decir y ahora pues a veces al 80 o al 50 por ciento.

¿Cuántos años llevas en Conil?
–En Conil llevo desde el 8 de septiembre de 2003, que fue cuando el cura Carlos Bedoya toma posesión de la Parroquia de Nuestra Señora de Fátima de El Colorado, a partir de ahí ya dejo de ser párroco de El Colorado y me queda como un nombramiento de administrador parroquial aquí en Conil.

¿Cuáles han sido los momentos más felices de su paso por Conil? ¿Y los más tristes?
–Es muy difícil porque cuando uno empieza hacer memoria de tantos momentos y tantas cosas...aquí he vivido momentos muy hermosos y momentos muy duros, porque si en El Colorado viví la muerte de mi padre, aquí en Conil la muerte de mi mejor amigo, entonces son circunstancias difíciles. Me considero una persona llena de tesoros en amistad pero nunca me había pasado la muerte de un amigo de verdad. Algo muy duro y doloroso. También este momento que estoy viviendo ahora es horroroso, porque estoy en una situación de ‘stand back’ porque no sé lo que va acontecer aún, y la verdad que esto no se lo deseo a nadie. He tenido la suerte que me han trasladado poco, pero siempre sabes donde vas y donde te vas a ubicar, pero en la situación en la que estoy hoy aún no sé donde voy a vivir.
¿Cuándo se producirá el traslado?
–Según el nombramiento, para la primera quincena de septiembre tendríamos que estar todos en nuestro destino, pero tal como se está desarrollando los hechos lo mío no lo sé (risas).

¿Qué le llevó al sacerdocio?
–Fue un cúmulo de muchas circunstancias. Hay que decir, ante previo, que por la muerte de mi hermano, pasé una etapa muy dura. Él tenía 17 años yo 13, me convertí en un ateo acérrimo, perseguidor...ahí me identifico mucho con San Pablo, y realmente fue a través de muchas vivencias, de muchos retiros de catequistas, a través de los niños...y ya una de las piezas importantes fue cuando hice la mili en Madrid, y así sin querer ni por qué  se fueron  dando esas circunstancias. Ayudé a varios chavales que lo estaban pasando bastante mal, y uno de ellos que no es ni creyente, algo curioso, me preguntó ¿oye tú nunca te has planteado ser cura?y  le dije que sí, le expliqué toda mi historia...y principalmente cuando me planteé el ser cura me pusieron muchas trabas y me quedé muy tranquilo, pues me dije “ya está si ser cura no es lo mío bendito sea, un interrogante menos” (risas). Realmente fue a través de las personas, de los niños, de los amigos cuando me surgió el deseo de ser cura y aquí estoy.

Bajo su punto de vista, ¿la Iglesia vive actualmente un buen momento?
–Bueno la Iglesia en general no. Tiene muchos altibajos, pues estamos hablando de todo un mundo. Pero las iglesias particulares tiene un nuevo fervor, y sobre todo ahora  mismo con la cabeza visible que es el Papa Francisco  quien está haciendo mucho bien, se necesitaba, porque realmente la imagen que se ha dado de  Iglesia no es,es cierto que al ser constituida a través del hombre tenemos muchos errores, muchos fallos, y todo eso  es el escaparate que a veces damos y no es el evangelio.

¿Qué opina del cambio de Papa?
–Al final el Espíritu Santo no deja la Iglesia, no la abandona, y hace posible porque en el momento en que Benedicto XVI decide abdicar y abrir esa nueva puerta, fue todo un escándolo a nivel mundial e incluso a nivel eclesiástico, pero lo cierto es que ha sido para un bien. Y nuestro Papa, su persona, ya es un ejemplo.

¿Se podría decir entonces, que hay papas y papas y curas y curas?
–Efectivamente, es en función de la persona.

¿Está de acuerdo con la doctrina de la Iglesia en todos sus aspectos
–Particularmente, en muchos aspectos tendría que dar avances, pero lo cierto es que todo en la vida es un proceso y no se puede dar avances si no hay unos buenos cimientos. A nivel de Evangelio lo veo muy claro que aún nos queda en vivirlo en plenitud. Lo que más destaca el mundo de lo ético y lo moral, y ahí quizás la Iglesia todavía...bueno tiene que ser la voz disonante, pero muchas veces se encierra demasiado, y entonces lo que hace en vez de comportarse como madre, porque la iglesia es madre, pues a veces se convierte como en madrastra, entonces parece que echa a sus hijos. En ese aspecto tendría que tener unos brazos más abiertos, pero eso depende mucho del sacerdote, del párroco, del individual.

¿Algún ejemplo que usted no esté de acuerdo?
–Escucho lo que dice la iglesia, después en conciencia aconsejo y digo. ¿Por qué?, porque hay que distinguir cuando la iglesia habla es cátedra, entonces es un dogma, y ahí puedes estar de acuerdo o no, pero lo tienes que aceptar,  y cuando da pautas o saca una encíclica, pues ahí puedes estar más de acuerdo o menos de acuerdo. Ante eso, siempre está la norma  la ley, por la que nos tenemos que regir tanto a nivel eclesial como civil, pero luego está el nivel particular, y ahí sí me gusta diferenciar, porque lo particular es muy distinto. Me limito mucho a lo particular.

¿Es fácil ahora ser cura?
–El ser cura siempre ha tenido sus etapas. Lo que menos puede entender las personas es que el cura sea célibe. Creo que eso en un futuro se podrá. Pero yo lo de célibe hasta ahora lo estoy llevando muy bien, porque entiendo el celibato como una entrega mayor y no me tengo que dividir. Por ejemplo ahora con la enfermedad de mi madre no me entrego al cien por cien, ¿por qué? porque te limita mucho. Cuando tú le haces ver a los padres que tienen que dedicar tiempo a sus esposos, a sus esposas, a su hijos,  que lo tienen que escuchar, pues en cierta medida eso limitaría en otro aspectos.

¿Entonces un cura tiene que estar siempre al cien por cien para su comunidad?
–Depende de la comunidad. Pienso que al igual que antes hemos mencionado que me gusta el individualismo, escuchar la persona, creo que habría muy buenos sacerdotes casados y otros mejor solteros como cualquier hijo de vecino de pie. No creo que por estar casado no puedas estar al cien por cien, te limita pero no te impide. Un ejemplo lo vemos en las madres.

¿Cómo definiría el pecado?
–Para mí es lo que te impide acercarte a Dios. El pecado te arrastra, con lo cual te aleja. Después está el  pecado grave, menos grave, y el pecadillo (risas). El pecado es lo que te aparta de Dios, el que hace que te escondas de Dios con lo cual te delimita mucho porque te quita tu libertad.

Volviendo a su situación actual, usted es muy querido en este pueblo, aunque haya alguna voz disonante, incluso se realizó una recogida de firmas con el fin de que a usted no le trasladaran...¿qué sensaciones ha tenido?
–Ha sido muy emotivo (su voz entrecortada con lágrimas en los ojos), ha sido un respaldo que no lo calculaba. Me he sentido muy querido, estoy súper feliz en Conil pero no sabía a tanto.

¿Qué mensaje traslada usted a los vecinos?
–Hice una carta donde me despedía y pedía perdón, porque uno reconoce que a veces también tiene sus errores, pero sobre todo dándole las gracias a este pueblo por muchas cosas y por muchísimos detalles, y en la Radio Municipal hice otra despedida...pero como nunca me han gustado los finales esto no es un final, Conil es algo que está en mi, y ya no se puede salir.

Tras las muestras de cariño por parte de los vecinos, la recogida de firmas y el sentir que casi nadie quiere que usted se vaya de Conil...¿el Obispado ha tenido alguna respuesta?
–Cero.

¿Algo falla no?
–(Risas) Está fallando todo, porque además intento hacer  una lectura de signos, y el mismo hecho de que no pueda tener una ubicación...yo sé que Dios se manifiesta de muchas formas, sé que las cosas de Dios a veces no van siempre plano tiene turbaciones, porque cuando Dios nos muestra tanto amor siempre hay que pasar por la cruz. Pero lo curioso de todo esto es que hay muchísimos signos que están, bajo mi punto de vista, diciendo que no hay que forzar las cosas con calzador sino que las cosas tienen sus proceso y su momento y quizás no sea ahora el momento.

¿Quiere añadir algo más?
–Yo soy como soy gracias al tiempo y a las vivencias que he tenido en este maravilloso pueblo, en esta villa. Y que ser cura como soy es gracias al pueblo. Aprendí una cosa cuando estuve destinado en Ceuta: “El cura hace la parroquia y la parroquia hace el cura” y creo que es una complementariedad que en mí se ha dado, y no sabes cuantas cosas que han pasado en estos meses han ido surgiendo en mi corazón, por lo tanto tengo que ir dando gracias a Dios y a este pueblo.

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