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La Velá de Santa Ana de don Antonio Puerta

Los padres del recordado lateral zurdo regresan a la Velá más antigua, la de Santa Ana, desde su fallecimiento

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  • En el recuerdo -

“Tu hijo murió como un toro”. No hay valor para calificar el mensaje de un expresidente, que por fortuna para muchos hoy vive en la sombra, hacia una madre que no sólo perdió al que fue un emblema para el sevillismo, sino a su propio hijo, a aquel que siempre responderá al nombre de Antonio Puerta.

Hoy, 24 de julio, o lo que es lo mismo, viernes de la popular Velá de Santa Ana, necesito hablar de aquel que abrió la puerta hacia una década de oro, hacia una década gloriasa. El mismo que empaló un zurdazo imparable al meta del Schalke para guiar al sevillista hacia una autopista que alcanzó en Eindhoven el mismo cielo. Una zurda de diamantes que nadie olvidará.

Pero ahora que Triana reluce en el verano de sus costumbres, en los días “señalaítos” de una cucaña que baña el río o de unas casetas que lucen en la otra orilla de Sevilla, toca hablar de aquel que nunca vistió la túnica de la Esperanza de Triana.

Era su sueño. Pero la economía de una familia que antes nunca pudo permitírselo, o bien después cuando el propio Antonio si podía financiarla pero los partidos no se lo permitían, lo cierto es que se fue al cielo de Triana sin vestir un “morado” que añoró hasta su último día.

Y por supuesto que el recuerdo de Puerta reluce como el oro cada minuto 16 en el Ramón Sánchez Pizjuán, pero no todo el monte es orégano. Hay un padre, Antonio Puerta, y una madre, Loli Pérez, que no pisaban la Velá de Santa Ana desde el fallecimiento de su hijo. Y se dice pronto, y quizás todo sea hasta romántico cuando en cada partido se refleja la memoria de ese lateral zurdo que apuntaba a todo. Pero detrás de una trágica historia persiste un dolor que es eterno.

Y si además el club no ha sido precisamente ejemplo a seguir con Antonio Puerta, una entidad que prometió la financiación de los estudios de su hijo Aitor, al cual le pagaron seis meses de matrícula y adiós muy buenas, el recuerdo aún es más doloroso. Ayer sus padres volvieron a la calle Betis. Sí, Antonio y Loli, dos señores que siempre se vistieron por los pies. Dos padres que no olvidan a la que es una leyenda del sevillismo, pero sobre todo a un hijo que nunca pudo lucir la túnica de su Esperanza de Triana.

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