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Desde la Bahía

Responsabilidad imaginativa

El pintor sabe que el cuadro cuando se desprende de su marco, pierde sugestión, encanto, personalidad y valía.

Publicado: 01/12/2020 ·
13:16
· Actualizado: 01/12/2020 · 13:16
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Autor

José Chamorro López

José Chamorro López es un médico especialista en Medicina Interna radicado en San Fernando

Desde la Bahía

El blog Desde la Bahía trata todo tipo de temas de actualidad desde una óptica humanista

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La falta de imaginación es la peor daga que puede encontrar el amor, cuando flaquea su encanto. La monotonía, decía el poeta que era más amarga que la pena. Pero su mayor problema es que te hace indiferente. El engaño es lo primero en que se piensa cuando nos vienen a pedir, o pedimos, alguna cosa. La mentira forma matrimonio con él y no se ha visto unión más indisoluble. La verdad: no comento lo desconocido. La Didáctica que es enseñar, la Oratoria que es persuasión y elocuencia y la poesía, que es belleza, son géneros literarios que la vulgaridad  ha puesto en “rebaja de tres por uno”, que ciega su calidad. La ética, la moral, el esfuerzo, la responsabilidad, tuvieron una caída fulminante cuando el maestro se olvidó del significado de la tarima. 

El pintor sabe que el cuadro cuando se desprende de su marco, pierde sugestión, encanto, personalidad y valía. La amistad tiene una deformidad, una cifosis que le ha ocasionado el interés y la moneda. El binomio padre/madre por una especial “ley conmutativa” ha pasado a igualarse al padre/padre o madre/madre. En la familia ha sonado una campana en la que el badajo, no es preeminente. 

La ciencia y sobre todo la tecnología obstinadas en dar el mayor bienestar a los individuos, ha conseguido reemplazar el contacto físico entre las personas por las ondas sonoras y la imagen fotográfica. El Covid 19, se ha encargado de llevar esta situación a límites que jamás pudimos imaginar. El “amigo del alma” es el móvil, del que nunca nos separamos.

El entendimiento como potencia del alma, claudica ante la “inteligencia artificial” y además lo hace idolatrándola. Nuestra memoria prepara lentamente su sepelio, cuando ya el teclado de los ordenadores la ha mandado al destierro. Al camaleón ya no le entretiene el cambio de colores y la niña ha dejado de jugar con las muñecas, porque actuaban como sello lacrado que las obligaba a cumplir con un solo destino. El “suspenso” ha dejado las “calabazas” al Halloween y se monta en la roja carroza que lo defiende y alza. Las aguas azuladas del aprobado, se decoloran. No se soporta a Dios, un Ser que está muy por encima de nosotros.

La educación hace una ley para conseguir llevarlo al lodo del olvido. En las mascotas se esconden la mayor parte de las veces, la soberbia y una variada gama de complejos de inferioridad que queremos nos disimulen seres vivos irracionales. En las cartas de los restaurantes, junto a la lista de vinos y licores, están las de carnes y pescados. Dentro de poco todas se servirán escritas en inglés. Aquí el etcétera, tiene al menos la misma extensión que el planeta.

La altitud de miras, la han alcanzado agujereándola con su piqueta demagógica, aquellos sin capacidad para caminar sobre una planicie, sin exigirles preparación, en un momento en que hasta los repartidores de pizzas tienen que estar diplomados. La sociedad se confina. El sueño y la esperanza es la vacuna. El hambre alcanza la realidad. El desempleo es la religión del futuro próximo. Los acuerdos para mejorar la situación, son hebras de lana, incapaces de soportar el peso de la soberbia del poder.

Nos hemos habituado a encogernos de hombros ante el esfuerzo y a criticar y descalificar a todo aquel que ocupa un cargo político. Es fácil escribir y enumerar todas las opiniones aquí vertidas. Pero quien crea que ahí termina la labor del individuo y la sociedad civil a la que pertenece, no solo yerra, sino que desequilibra la balanza de la justicia y los cimientos de la democracia.

Si hay exageración en estas opiniones, demostremos su demasía. Si no es así - e incluso hay bastante más - comencemos a modificar entre todos lo pedregoso del camino. Lo primero debe ser avivar nuestra capacidad para saber elegir, dormida en mítines de charlatanes de barrio y plazas. Después exigir, presentando como credencial nuestra ejemplar responsabilidad en el ejercicio de la profesión individual. Finalmente crear proyectos. Colaborar en los existentes y los realizados por otros. Apuntar modificaciones eficaces. Emular sin odiar. Dialogar sin resentimientos. Admitir diversidades de carácter y poner Imaginación - también - en la vida diaria, laboral, política y solidaria.  

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