Hace ya un lustro, cinco años, que un grupo de jóvenes portuenses retomaran los cultos a San Sebastián Mártir, Patrón de El Gran Puerto de Santa María. Hacía ya más de un siglo y medio que la ciudad no celebraba la festividad del Santo Patrón, y un día Dios quiso que los jóvenes de El Puerto, tomaran por bandera a este defensor de la fe cristiana.
Quizás el motivo de que Dios les encomendara esta tarea haya sido el continuo ataque que sufre la Iglesia Católica en estos tiempos tan difíciles que corren, demostrando así que a lo largo de la Historia, siempre hubo personas valientes que fueron capaces de enfrentarse a los Emperadores más poderosos, por el simple hecho de defender a Dios y su fe.
Probablemente este sea el motivo por el que este grupo de jóvenes, después de cinco años, muy difíciles, ya que en un principio pocos creyeron en ellos, en el camino se encontraron con serios problemas económicos, ya que la Parroquia San Sebastián, tiene el mismo tiempo que dicha Agrupación y como bien es sabido, no hay comienzo fácil, y finalmente incluso han nacido envidias por las metas alcanzadas, hayan alcanzado su afianzamiento en la ciudad como una Agrupación Parroquial Sacramental, seria que tiene su camino muy bien definido y que sin duda alguna afianza la festividad de San Sebastián como una fecha importante en el calendario portuense.
Pues bien hoy día 20 de enero de 2015, me dirijo a los portuenses para acercarles un poco más la vida y obra de este Santo, y su relación con nuestra ciudad. San Sebastián tuvo ermita hasta el S.XV en El Puerto, situada cerca al Castillo y, luego otra ermita con hospital en el llamado Ejido de San Sebastián, donde permanece la Cruz, en la esquina de Santa Fe y Durango, y donde estuvo un Hospital de Nuestra Señora del Amparo y San Sebastián.
Pero el culto a San Sebastián decayó en El Puerto de Santa María hace ya bastante tiempo, quedando de este modo la ciudad huérfana de imagen alguna del Santo.
En pintura si se pudo seguir observando en la Parroquia de San Joaquín y además en la Iglesia Mayor Prioral hay un precioso cuadro del Santo, que hace poco fue restaurado por la portuense Academia de Bellas Artes Santa Cecilia.
Si hablamos en concreto de la vida de este Santo, podemos destacar que San Sebastián, era hijo de familia militar y noble, oriundo de Milán (263). Fue tribuno de la primera cohorte de la guardia pretoriana en la que era respetado por todos y muy apreciado por el Emperador, que desconocía su cualidad de cristiano.
En su vida cotidiana San Sebastián cumplía con la disciplina militar, pero no participaba en los sacrificios idolátricos. Como buen cristiano, no solo ejercitaba el apostolado entre sus compañeros sino que también visitaba y alentaba a los cristianos encarcelados por causa de Cristo.
Fue a partir del encarcelamiento de dos jóvenes, Marco y Marceliano, cuando San Sebastián empezó a ser reconocido públicamente como cristiano. Los dos jóvenes fueron arrestados y les fue concedido un plazo de treinta días para renegar de su fe en Dios o seguir creyendo en ÉL.
San Sebastián, al enterarse de la situación, bajó a los calabozos para dar palabras de ánimo a los muchachos. A partir de ese momento, se produjeron muchas conversaciones y, como terrible consecuencia, martirios, entre ellos el de los dos muchachos encarcelados, Marco y Marceliano. Debido a esto el Papa San Cayo le nombró defensor de la Iglesia.
Sin embargo, el Emperador Diocleciano también se enteró de que San Sebastián era cristiano y mandó arrestarlo. Sebastián fue apresado en el momento en que enterraba a otros mártires, conocidos como los “Cuatro Coronados”. Fue llevado ante Diocleciano que le dijo “Yo te he tenido siempre entre los mejores de mi palacio y tú has obrado en la sombra contra mi, injuriando a los dioses”. San Sebastián no se amedrentó con estas palabras y reafirmó nuevamente su fe en Jesucristo.
La pena ordenada por el Emperador fue que San Sebastián fuera atado y cubierto de flechas en zonas no vitales del cuerpo, de forma que no muriera directamente por los flechazos, sino que falleciera al cabo de un tiempo, desangrado, entre largos y grandes dolores.
Una vez asaeteado, sus amigos se acercaron, y al verlo aún con vida, lo llevaron a casa de una noble cristiana romana, llamada Irene, que lo mantuvo escondido en su casa y le curó las heridas hasta que quedó sano.
Cuando ya estuvo recuperado se volvió a presentar ante el Emperador, mientras que este se encontraba en plena ofrenda a un dios, quedando este desconcertado porque lo daba por muerto.
Pero el Emperador con una simple orden volvió a pedir que lo mataran, esta vez ordenó que lo azotaran, asegurándose esta vez lo soldados que cumplían bien el mandato del Emperador. El cuerpo de San Sebastián fue recogido por los fieles cristiano y sepultado en un cementerio subterráneo de la Vía Apía, que hoy lleva el nombre de Catacumba de San Sebastián.
Con estas palabras solo intento dar a conocer un poco más la vida del Santo Patrón de El Puerto de Santa María, desconocida por muchos porteños. Una festividad que estoy seguro que desde la Parroquia de San Sebastián seguirá creciendo año tras año.