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A Juan Antonio Ruiz `Espartaco´no le torea nadie en Sevilla

El novillero Rafael Cerro obtuvo un trofeo del mejor ejemplar del interesante encierro de Espartaco

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España busca un torero dentro y fuera de estas tierras y aún no hay nada que se le parezca. Sólo se necesita algo de oficio, algo de valor y muchas ganas de triunfo por que el resto lo pone los novillos de Espartaco que fueron para comérselos de buenos, nobles y de mucha clase. Me imagino al maestro por lo bajini: “Nada, otro año sin novilleros, vaya pata la mía”. La verdad es que no hay derecho, con la de ‘fatiguitas’ que cuesta ser ganadero en el siglo XXI, máxime ahora, cuando un grupo de veterinarios desalmados la han tomado con los saneamientos de los toros bravos.

Los Domecq de Constantina dieron un juego bárbaro, interesantísimo como para anotar a este maestro en la próxima Feria de Abril. Destacamos el tercero, cuarto y quinto del encierro. Qué decirles de ‘Capitán’, ese novillo-toro que aún sigue embistiendo en el desolladero de la plaza. Acometidas de bravo y de noble, embestidas en definitiva de cante grande. Qué clase, ritmo, galope, son… En definitiva, qué alegría daba verlo después de lo llovido por abril.

Juan del Álamo pasó sin pena ni gloria. El primero fue un manso sin fuelle que buscó en la defensa su mejor ataque. Juan estuvo espeso y no dio una imagen precisamente de mucho oficio de cara a su inminente alternativa. Pudo haber estado mejor con el segundo de su lote un toro con un gran pitón derecho y al que pese a ligar tres series con la derecha faltó profundidad y mando de veras. Nada de emoción y eso me preocupa. Bueno, eso y su estoque que no dio una a derechas.

López Simón no es más cursi y relamido por que no entrena. Esos gestos tan forzados no le van a llevar por buen camino, máxime cuando pese a su verdura insiste en torear a estos toros tan por abajo que los hunde hasta enterrarlos en el albero. Su labor primera naufragó entre un mar de enganchones y un millón de capotazos gratuitos. En el quinto de nuevo no me camela ni a mí ni a nadie, creo. En la plaza, dos series por la derecha sencillamente dadas sin más ni menos. Faltan tantas cosas que no tengo espacio para detallarlas. El toro va y el torero no hace nada de peso, el tiempo pasa. Adiós madrileño, más distancia la próxima vez por favor.

Lo de Rafael Cerro fue para matarlo y apuntalarlo. ¿Cómo se le puede ir el mejor novillo del año en Sevilla? Mira que tiene buen aire este cacereño de Navalmoral de la Mata. Pues nada, a fastidiarse, nuestro gozo en un pozo. Algo a su favor: su capote, que fue junto a sus quites de las ‘cositas’ buenas que dio la tarde.

El sexto fue un novillo para cortarle las dos orejas y cuajar cinco series con la diestra y con la izquierda, no uno sí y la otra no, así tampoco. Demasiados enganchones para una entrega absoluta en la suerte suprema. Se le fue y ese ya no vuelve.

Mal cierre

El último no sirvió y volvió a pinchar, ya nadie se acuerda que ganó usted algo en Sevilla, así es la vida, el toro nos pone a cada uno en su sitio, al menos de momento. Mi más sentido pésame, maestro: nadie le torea no a usted, sino a los toros que usted cría para mayor gloria de la afición sevillana, muchos años para verlo a hombros de nuevo.

El Capea y Espartaco están rompiendo moldes y son hasta la fecha los únicos que han demostrado al mundo taurino que la torería es capaz de criar toros sin afectarles su condición partidista en un espectáculo en donde los maestros son más protagonistas que nunca.


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