La ballena de más de catorce metros de longitud varada este jueves en la playa de La Rada de Estepona pudo morir a causa de la ingesta de plásticos, según ha informado este viernes un experto a EFE, y como adelantó Viva Málaga ayer.
El director del Centro de Recuperación de Especies Marinas Amenazadas (CREMA) del Aula del Mar de Málaga, José Luis Mons, ha explicado que los trozos pequeños de plásticos quedan atrapados en las barbas de las ballenas y los grandes son imposibles de expulsar, lo que puede causar la muerte de estos animales.
Una problemática que, apunta, también afecta en gran medida a las tortugas, que tienen que ser intervenidas quirúrgicamente de urgencia cuando ingieren un plástico.
Asimismo, este experto precisa que los derrames de petróleo y otros elementos químicos también se encuentran entre los posibles factores que originan la muerte de muchas especies, un “problema muy serio” para el mundo marino, añade.
Aunque señala que otro de los motivos de la muerte de una ballena puede ser la interacción con la pesca, el animal varado en Estepona “no presentaba signos” que indicaran que este pudiera haber sido el motivo.
“En ocasiones también encontramos animales jóvenes que han muerto simplemente porque no se han alimentado bien o animales viejos que han fallecido a causa de la edad”, apunta Mons.
Sin embargo, el CREMA está en alerta, ya que recientemente también han aparecido los cuerpos de tres delfines en el litoral de la capital malagueña, así como otros casos en Torremolinos, Marbella y Nerja.
Unos hechos que investigan si corresponden a una coincidencia, están derivados de “un temporal grande de levante” o hay otra causa detrás de estas muertes.
El cadáver de la ballena encontrado este jueves, que constituye uno de los cetáceos más habituales en el Mediterráneo, fue retirado por un servicio de maquinaria especializada contratado por el Ayuntamiento de Estepona y depositado en un vertedero después de que los técnicos del CREMA extrajeran muestras de las barbas para realizar estudios genéticos.
Debido a sus dimensiones y al estado de descomposición en el que se encontraba -estiman que llevase muerto entre ocho y diez días-, José Luis Mons ha asegurado que es imposible exponerlo en el Museo Alborania-Aula del Mar de Málaga.